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Recuerdo que cuando volvíamos de las vacaciones, mi abuela nos tupía a potajes, decía que después de tanta comida sin fundamento, el cuerpo tenía que coger resuello.
Potaje de verduras, cremas de calabacín, de zanahorias o un simple caldo de papas eran el pan de cada día durante el mes de septiembre y hasta bien entrado octubre y, el único «exceso», un buen pedazo de queso en la mesa como acompañamiento. Ni una mísera croqueta, atrás quedaban sus untuosas ensaladillas y ni hablar de empanadillas. Nos decía que el cuerpo se tenía que preparar para el otoño y el invierno para no coger catarros y, de paso, que se activara la memoria para volver al colegio.
Desde los ojos de una niña estos meses se me convertían en un suplicio gastronómico al que se unía la vuelta al cole, a la que llegaba llenita de ilusión por estrenar el material escolar y volver a encontrarme con mis amigas, pero, al igual que los potajes de mi abuela, solo me ilusionaba el primer día.
Con los años, cuando ella confió en mí y me permitió ocupar mi propio espacio en la cocina, siempre bajo su supervisión, el regreso de las vacaciones se empezó a llenar con recetas diferentes, con las verduras como ingrediente esencial, pero dándoles un toquito más moderno, y, este gratinado pasó el apto para ella así que, al regreso de las vacaciones es capital recuperar esta receta, prepararnos para el invierno, si es que llega, y que las neuronas me ayuden a seguir manteniendo intacto el recuerdo de mi abuela.
Tiempo de preparación
15 minutos
Tiempo de cocción
18 minutos
Tiempo total
35 minutos
Comensales
3
Calorías
No muchas
Categorías
Primeros platos
2 calabacines
1 cebolla
1 diente de ajo
40 g de harina
200 ml de leche
150 g de jamón serrano en taquitos
Pimienta negra
100 g de queso parmesano rallado
10 g de aceite de oliva
Comenzaremos lavando y despuntando los calabacines y pasándolos por un rallador.
Una vez rallado, reservamos hasta el momento de emplearlos en la receta.
Calentaremos el aceite en una sartén a temperatura media y sofreiremos la cebolla y el ajo, previamente picaditos.
Una vez tengamos el punto de ambos, incorporaremos los calabacines rallados que teníamos reservado.
Mezclaremos bien durante unos dos minutos para, seguidamente, añadir la harina y volveremos a mezclar dos minutos más, hasta que dejemos de apreciarla.
Acto seguido, iremos vertiendo en hilo la leche y no dejaremos de remover, la idea es que vaya cogiendo consistencia, como si estuviésemos haciendo una masa para croquetas.
Cuando la notemos algo espesa, añadiremos, al gusto, pimienta negra y retiraremos del calor.
Añadiremos los taquitos de jamón y mezclaremos bien, antes de pasarlo a la fuente para gratinar.
En fuentes aptas para horno, iremos vertiendo el relleno del gratinado. Aconsejo las individuales porque esta es una receta con resultado muy cremoso y será más sencillo a la hora de disfrutarlo en la mesa, si ya lo gratinamos por ración.
Por último, espolvorearemos la superficie con el queso rallado.
En el horno ya caliente, introduciremos las fuentes y gratinaremos durante 12 minutos a temperatura 180º. Finalizada la cocción, retiraremos y rápidamente a la mesa para disfrutar de un plato ligero, delicioso y con las verduras aportando valor y sabor.
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