Sal, ¿enemiga, aliada o simple condimento?
Pasana Health ·
Sí, lo sé, te han repetido hasta el cansancio que «la sal es mala para el corazón, retención de líquidos e incluso sobrepeso e inflamación» | Como si fuera el villano de tu alimentación, la culpable de todos tus males y la razón por la que tu tensión arterial se eleva más que la factura de la luz. pero la realidad es un poco más compleja y bastante más interesanteHoy quiero que hablarte claro, sin demonizar ni endiosar, y sobre todo, con lo que nos dice la evidencia actual.
La sal refinada: la sospechosa habitual
La que encuentras en casi todas las mesas y procesados: blanca, homogénea, sin gracia. La sal de mesa refinada no solo ha perdido minerales en el proceso (minerales esenciales para tu cuerpo y también para tu corazón), sino que además suele llevar aditivos (antiaglomerantes) y, en muchos países, se le añade yodo para prevenir problemas tiroideos y que a veces esto puede ser perjudicial para la misma tiroides.
¿Problema principal? Que es la que domina la industria alimentaria y aparece en cantidades industriales en ultraprocesados. Y ahí está la trampa: no es la sal que tú echas al guiso, es la que viene escondida en embutidos, salsas, snacks, sopas instantáneas. Ese es el verdadero tsunami de sodio que dispara tu presión arterial y que ni eres consciente.
Sal yodada: un mal necesario (si no tienes otra fuente de yodo)
El yodo no es negociable: sin él, tu tiroides se resiente. Si tu dieta no incluye suficientes alimentos ricos en yodo (pescados, mariscos, algas, lácteos), la sal yodada cumple una función. El problema: aporta el mismo exceso de sodio que cualquier otra y además si tiene un problema autoinmune a veces ese sodio activa más la autoinmunidad.
Sal del Himalaya: rosa, instagrameable… y, ¿milagrosa?
Contiene trazas de minerales como hierro, potasio, calcio. Pero no te engañes: esas cantidades son mínimas, casi anecdóticas comparadas con lo que obtendrías de una dieta variada. La ciencia (sí, estudios clínicos incluidos) no ha encontrado diferencias significativas entre consumir sal rosa y sal de mesa en cuanto a presión arterial o marcadores de salud cardiovascular.
Es rosa por su contenido en hierro, y al no ser refinada se necesita menos cantidad para dar sabor a los alimentos.
Sal marina sin refinar: la que se acerca más a lo natural
Aquí está la joya que muchos pasamos por alto. La sal marina sin refinar conserva minerales como magnesio, potasio y calcio. ¿Y por qué importa el magnesio? Porque hay evidencia sólida de que un aporte adecuado de magnesio protege tu sistema cardiovascular:ayuda aregular la presión arterial, mejora la función endotelial y hasta se asocia con menor riesgo de infarto y arritmias.
Pero ojo… las cantidades en la sal tampoco son astronómicas, pero suman. Y lo que más me interesa como profesional es que, al ser más sabrosa y con textura distinta, muchas personas usan menos cantidad para lograr el mismo 'golpe de sabor'. Y ahí está la verdadera victoria. Pero si vas a consumirla, controla la sal que consumes y quítate los alimentos procesados, porque en ellos si que no controlas y suman.
El verdadero problema: los alimentos procesados
El exceso de sal que enferma no viene del pellizco que echas al puchero, sino de la avalancha de sodio en productos diseñados para engancharte. La industria sabe lo que hace: combinaciones de sal, azúcar y grasa que estimulan tus circuitos de placer y alteran hormonas como la dopamina, la leptina y la grelina. Y es por este diseño de combinación que comes más, disfrutas menos del sabor real, y tu cuerpo lo paga.
Entonces, ¿qué hago con la sal?
• Elige alimentos reales: frutas, verduras, legumbres, frutos secos, proteínas frescas. Así controlas la cantidad de sal que consumes al día desde la base.
• Usa sal marina sin refinar: mejor perfil mineral, más sabor con menos cantidad.
• No descuides el yodo: si no lo obtienes de tu dieta, considera algo de sal yodada o alimentos ricos en este mineral.
• Desconfía del ultraprocesado: son los grandes culpables del exceso de sodio y de esa sensación de que «no puedes parar de comer».
• No te obsesiones: el problema es la cantidad total de sodio, no el pellizco que le echas a tu comida casera.
Sólo que seas consciente, la sal no es la villana única de tu dietas si sabes utilizarla. El exceso de sodio, sobre todo el oculto en procesados, sí lo es.
La sal marina sin refinar puede ser una opción más interesante, tanto por su sabor como por su perfil mineral, especialmente si buscas un aporte adicional de magnesio y potasio.