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Sitios de carnes hay muchos. Sitios donde se coma buena carne, también. Locales con todo ello y además con un encanto muy singular y una buena historia, algo menos. Algo así ocurre con El Almacén, el pequeño pero enorme local que regenta Gerardo y Eduardo Moreno, dos hermanos argentinos afincados en Gran Canaria y que nos regalan un trozo de su país a todos los aficionados a los célebres cortes de allí.
El Almacén es pequeño, muy pequeño. De hecho tiene unas cuatro mesas, por lo que, como es obvio, no se reserva. Allí, en la calle Pascal 22 de la zona Puerto de Las Palmas de Gran Canaria, los hermanos llevan años trabajando y arrasando, pues es el local con mejores referencias en diferentes plataformas de reservas. Aunque esto puede ser un buen indicador, lo cierto es que lo mejor es ir y comprobarlo uno mismo. Algo que un servidor ha hecho en innumerables ocasiones desde que una noche fui de manera accidental y quedé fascinado.
Edu en cocina. Ger en sala. Un dúo que hace de El Almacén su acogedora vivienda donde reciben desde que abren -con gente haciendo cola antes de la apertura- a multitud de clientes que quieren vivir esa experiencia tan hedonista y sencilla. Allí, entre empanadas, milanesas -probablemente las mejores que uno pueda comerse en la isla- y chorizos criollos, habita un corte que es el rey de la casa, y motivos no le faltan. El vacío es un corte situado en la zona lateral trasera de la vaca, entre las costillas y los huecos de la cadera. De sabor excepcional, es una carne jugosa y ciertamente fibrosa. Aunque su preparación perfecta requiere de técnica y mimo, pues algunos trucos hará de ella un corte muy apreciado.
Al bueno de Edu no le falta ni técnica ni experiencia, precisamente. Cocinero y parrillero curtido en multitud de asados, ha conseguido hacer del vacío de El Almacén un aclamado plato que acompaña del soberbio chimichurri de la casa, unos pimientos asados y unas papas fritas. Lo ideal es pedirlo poco hecho, de lo contrario perderá multitud de potencia y matices. Y lo mejor, ya que estamos, acompañarlo de algún buen vino argentino que Gerardo ofrecerá. Cuando lo pruebe, se subirá a un avión, viajará a algún barrio de Buenos Aires y vivirá una experiencia gastronómica sumamente placentera. Porque eso es El Almacén. Familiaridad, generosidad y mucha calidad. Si tiene suerte, incluso puede que aparezca la madre de los hermanos y le cuente alguna anécdota culinaria muy divertida e interesante. Es la magia de este local.
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