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Probablemente muchos no sepan que Arcadio estudió la carrera de Filosofía y por esos caprichos del destino entró en un grupo de teatro. Nos cuenta que como actor era lamentable, pero, una cosa llevó a la otra y se acabó encargando del vestuario.
Siguiente parada, donde comenzaría a definirse su futuro, en el año 2002, cuando obtuvo una beca del Cabildo de Gran Canaria para Gran Canaria Moda Cálida y, como él mismo dice: «pasó la guagua adecuada y me monté». El 15 de marzo de 2003, justamente hace 21 años, comienza a recibir los primeros aplausos que, a día de hoy aún resuenan.
Entre medio, cruzar el charco, haciendo llegar sus diseños y participando en pasarelas, en otros lugares de España, en Italia, en Francia o en Portugal, pero Arcadio no quiere que dejemos pasar por alto que, durante todo este tiempo, donde ha crecido, donde sus diseños se han popularizado y su nombre es común denominador a la moda y a la creatividad, ha venido dados también, gracias al respaldo y la confianza de Gran Canaria Moda Cálida y El Corte Inglés.
Metidos en materia, lo primero que quiere dejarnos claro es que huye, en lo que a gastronomía se refiere, de sofisticaciones y que lo más importante siempre, siempre, siempre, es la compañía y no el lugar. Dicho esto, cuando se tercia el plan, lo primero es con quién, lo segundo, el lugar donde se pueda improvisar y que la hora de un vermut se convierta en almuerzo, merienda y cena, así que los lugares dónde disfruta de la gastronomía que ofrece Gran Canaria son esos espacios que permite rodar y juntar mesas. Lugares donde la improvisación sea bienvenida y, sobre todo, tenga una carta de postres a la altura de su paladar, terriblemente dulce.
«Cuando salgo, invierto en oro, voy a lugares de valor seguro a los que no les pido ninguna poesía, sino buena comida y que plan sea precisamente que no exista y que pueda suceder cualquier cosa.»
Entramos con Arcadio en un recorrido dulce y hasta mágico por la capital, porque muere y mata por el dulce y tiene un mapa perfectamente trazado en donde disfrutar de lo que más le gusta.
Arrancamos en Ave Pastelería Artesanal y nos destaca sus cruasanes y sus rollos de canela. Únicos, soberbios y exquisitos.
Siguiente parada porque para Arcadio el dulce nunca es suficiente, en la Dulcería Parrilla a la que acude frecuentemente y para garantizarse su dosis de felicidad, con el merengue, las milhojas y la tarta de turrón, por supuesto con más merengue.
Guirlache y sus tortitas de nata, puro espectáculo y su histórica y clásica tarta de champán.
De Terra Bella nos recomienda que nos acerquemos a probar su lemon pie, por el que nos confiesa que siente adicción y no quiere dar por finalizado su circuito sin recomendarnos la tarta Boston de la mítica Pastelería San Martín, una tarta inspirada en el famoso dulce uruguayo chajá, precisamente desde donde se tomó la inspiración de los conocidos polvitos uruguayos.
Llegados a este punto del recorrido, Arcadio nos pide que hagamos una reflexión, ¿por qué tenemos que comer salado? ¿Acaso un dulce no puede ser el plato principal?, porque en su caso, muchas veces es así.
No estaría hablando de sí mismo si tuviera que diferenciarnos el almuerzo de la cena, porque cuando sale, ambos momentos se convierten en uno solo, así que tomamos su mano para que nos lleve a esos locales donde sabe que va a comer bien, donde puede pedirse una tarta como plato principal, donde el ambiente imperante es de absoluta libertad y calidez, donde se alargan las veladas sin que nada ni nadie las interrumpa, en definitiva: sin postureos ni pretensiones.
Despega su ruta en Tasca La Marillanos, un lugar donde todo suma, desde la gente que te encuentras, el ambiente que se genera y por supuesto, por su tarta de queso «la mejor del mundo». Aunque no quiere dejar atrás su carta de vermut y su cachopo.
Siguiente parada, Dorotea, la calidez de este local, el juntar las mesas a medida que avanza el día y te vas encontrando con gente conocida, el llegar a la hora del almuerzo y terminar cenando algo de la irresistible carta de Dorotea. «Es un lugar único, un lugar donde las mezclas hacen magia, y a mí, me sucede lo mismo con mis diseños».
Como apuesta segura, su favorito entre favoritos y porque no hay un tema especial e importante de su vida que no haya celebrado en Deliciosa Marta. Único, fabuloso e incomparable. Valor refugio, como Arcadio lo llama.
Si toca salir de la capital, Teror es el destino y allí lo encontraremos en el Restaurante La Fuente, un patio evocador, en verano y en invierno y en el que le vuelve loco su cocina tradicional y casera: ropa vieja y queso.
Estas son sus rutas, lugares de los que disfruta y en los que sabe que siempre encontrará lo que necesita para pasarlo como quiere, pero sobre todo con quien quiere. Desde el desayuno, pasando por el almuerzo, la cena y la copa. Lugares versátiles y flexibles, con gastronomía deliciosa poniendo el acento en los postres, porque, si alguna vez comparte mesa y mantel con Arcadio y de plato se pide una tarta de queso, no se le ocurra extrañarse y mucho menos pedir cuchara extra para quitarle un pedazo, porque así es él, pura extravagancia que necesita rodearse de cierta normalidad para no despegar demasiado los pies de la tierra.
Y, si tiene algún recuerdo que lo acompañe desde siempre y que lo identifique con la gastronomía es la frase que tantas veces escuchó decir a su abuela, «me encanta ver comer a Arcadio».
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