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Nació en la capital grancanaria, pero Tafira siempre fue el sitio de su recreo, vínculo que se mantiene vivo hoy en día y, muy probablemente, uno de sus lugares en el mundo. Claretiano de corazón, de espíritu y por convicción porque este colegio también ha sido el que ha dado formación a sus tres hijas.
Desde Tafira, primer salto hasta Pamplona donde se licenció en Derecho por la Universidad de Navarra, estudios que eligió siguiendo la estela de su abuelo materno, de sus tíos, Pepe y Tere y gracias a el apoyo de sus padres, quienes siempre le invitaron a la reflexión antes de tomar cualquier decisión.
Pamplona sigue arraigada a sus recuerdos y a su corazón. De aquellos años guarda amigos que ya sabe que serán para siempre, compañeros con los que hoy por hoy comparte despacho y el rugby, deporte al que se aficionó y el que despuntó con el equipo universitario.
Continúo con sus estudios de post grado en Madrid, en el Instituto de Empresa donde se especializó en Asesoría Jurídica para Empresas porque, desde aquel momento, Víctor ya sabía hacia donde quería dirigir todo lo aprendido: asesorar a empresas y a empresarios.
Grandes firmas jurídicas a nivel internacional no tardaron en seducirlo y, desde Madrid, siguiente salto hasta Nueva York donde trabajó y vivió durante un año, pero, su talento y las ganas de estar más cerca de Dolores, su mujer, de la que se enamoró desde los 15 años, le hicieron regresar. Segundo despacho, también internacional, Baker Mckenzie , hasta que, durante un café de media mañana, un compañero le comentó que Garrigues buscaba afianzarse en Canarias.
No se lo pensó dos veces y a la vista queda que el despacho tampoco lo hizo. Regresó a su Gran Canaria natal en 1999 y, desde 2007 es socio de la firma. Mucho podría contarnos de lo que este despacho y los profesionales que lo defienden han contribuido al desarrollo de empresas en el archipiélago, probablemente cientos de conflictos resueltos en su porfolio e innumerables oportunidades de negocio hechas realidad, pero, la discreción que le caracteriza, tanto a él como a la firma es seña de identidad inquebrantable.
Sabe perfectamente donde invertir el poco tiempo libre que dispone: ver películas y series, escuchar ópera, relajarse con la jardinería e imprescindible la práctica de deporte, mínimo cuatro veces por semana, de la mano de Bea en Beat Training.
Y disfrutar, porque este verbo también le define, de una buena mesa en compañía de su familia y sus amigo son ratos y encuentros a los que no renuncia jamás, sobre todo los que organiza junto con Dolores en su casa, pero, también nos enseña esos locales donde exprime todo el sabor que le ofrece la isla redonda.
Entre semana es más que habitual encontrarlo en La Flecha porque todo lo hacen rico, equilibrado y, además, es punto de encuentro habitual para todos aquello que trabajan en la zona.
Cuando busca algo más elaborado y le puede dedicar algo más de tiempo al desayuno, lo encontraremos en Mr. Kale, donde no renuncia a los deliciosos huevos poché que preparan.
Sin salir de su zona habitual también lo encontraremos en Pura Vida, porque ofrecen desayunos equilibrados y cualquier de sus tostas son deliciosas.
Y cuando llega el fin de semana, la mejor opción es el brunch de domingos del Hotel Santa Catalina, desayuno que define como extraordinario.
Nos adelanta que su paladar siempre se decanta por la cocina y la comida tradicional, esos guisos que precisan de cuchara y que hablan de historias y de tradición, aunque no renuncia a nada y se atreve y prueba casi con todo, así que su ruta, no puede ser más diversa y sabrosa.
Entre semana y por trabajo es habitual encontrarlo en Ribera del Río Miño, porque por producto, atención y ejecución son excepcionales.
Otro de sus locales habituales es el Restaurante Rías Bajas y prácticamente por lo mismo que el anterior: todo está bueno y todo lo hacen maravillosamente bien.
Sin salir de la capital y cuando quiere disfrutar con amigos, Manuela Jimena es más que punto de encuentro y tampoco se le resiste José Rojano y su enclave único del Bodegón del Pueblo Canario.
Cuando no sale de su zona de incidencia profesional, acude a Agustín en su local La Florinda, precisamente por esa cocina tradicional que tanto le gusta y, como último descubrimiento, Víctor y su paladar avalan Karbón Kale en la calle Cano y todo lo bien y bueno que se está haciendo en sus brasas.
No quiere dejar de contarnos que, cuando el paladar le pide comidita canaria, lo encontraremos en El Padrino porque saben hacerlo como pocos y la calidad y el servicio cada vez que acude es mejor que la anterior.
Si pone rumbo al sur de la isla, Las Lilas son parada obligada porque en materia prima, servicio y ejecución, pocos le superan y cuando quiere disfrutar de un estupendo almuerzo y alargar la velada hasta contemplar la puesta de sol, Boho Beach es su elección sin titubeos.
Otra parada irrenunciable cuando mira hacia el sur es el restaurante de Maspalomas Golf, donde la cocina es equilibrada y sabrosa y en un entorno de lo más especial.
Si toca quedarse por Tafira, un rincón especial para disfrutar de un apetecible almuerzo y posterior velada, en un entorno único es el Real Club de Golf en Bandama.
Con todas las exclamaciones y admiraciones que existen, su lugar favorito es El Bento Japonés. Además, no deja que pasemos por alto que solo aquí le logran evocar recuerdos de Tokio porque como la autenticidad de la cocina nipona de El Bento y las manos de Teresa, ningún otro restaurante japonés en Gran Canaria se le puede equiparar. A todo esto, hay sumarle la hospitalidad y los cócteles de Rohit, señas de la casa.
Otro de sus locales habituales porque para Víctor es más que especial, el Bar Rincón el Vinco de donde destaca, no solo su cocina y el producto extraordinario que ofrecen, sino también las personas que lo hacen posible: Virginia, su marido, chef del Vinco y Carmelo, padre de la primera. Un lugar que nuestro personaje alberga en su corazón y de donde nos recomienda que no dejemos de probar sus habichuelas, su ceviche y sus carnes.
Sin salir de su Tafira natal, Enoteca El Zarcillo porque es algo así como estar en casa, también nos será fácil encontrarlo en Los Siete Lagares, sobre todo por sus caracoles y sus carajacas, sencillamente espectaculares y, sin salir de su zona vital, El Bodegón Vandama.
Tampoco renuncia a terminar el día en Los Geranios, de donde nos cuenta que disfruta con sus garbanzas, su gofio escaldado y sus calamares. Lo bordan.
Rumbo al sur, el Café del Mar es un local que lo tiene todo: cocina extraordinaria y diversión garantizada. Esperará siempre por el atardecer para cenar después en El Churrasco de Meloneras y no renuncia jamás a La Palmera Sur y sus gambas al curry rojo. Un plato fabuloso.
Cuando la arrancadilla se disfruta entre amigos y de forma desenfadada, lo encontraremos en La Travesía de Triana y, muy probablemente también habrá disfrutado de un delicioso picoteo previo.
Otro lugar en la capital donde le gusta sentarse a tomar algo es la terraza del Gabinete Literario, enclave único y especial, como también lo es el maravilloso Rooftop Alis en el emblemático Hotel Santa Catalina.
Cuando la zona gira hacia el puerto, podrá terminar la velada en Carlichi, porque en este local servir una buena copa se lo toman muy en serio.
Hacia el sur de la isla, donde más disfruta es en Blue Marlin Ibiza Maspalomas, de donde nos cuenta que ver atardecer es una estampa extraordinaria y su coctelería suma a la experiencia.
Y como cierre, Víctor nos regala una exclusiva, atentos a la apertura de Mizu Club porque, en este local, se podrá disfrutar de los mejores afterwork de Las Palmas de Gran Canaria.
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