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Sábado, 17 de octubre 2020
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El 3 de noviembre las urnas medirán no solo el apoyo de los estadounidenses a Donald Trump, sino el miedo a la covid-19. Dos investigadores políticos de la Universidad de Florida en Gainesville han estudiado el efecto de la pandemia y han concluido que aquellos que temen por su salud y la ponen por encima de la economía son menos propensos a votar por el presidente, sin importar su ideología.
«A lo largo del verano hemos visto en las encuestas cómo perdía apoyo entre los mayores de 65 años según avanzaba la epidemia», explica Daniel Smith. El coronavirus vendría a ser la plaga bíblica que acabaría con un presidente contra el que no pudo ni la prensa, ni los partidos políticos, ni la inteligencia estadounidense o Silicon Valley. Antes de la pandemia, asegura la profesora de Ciencias Políticas Sharon Austin, la abundante población de jubilados que elige Florida para sus últimos años hubiera votado por él, porque la economía iba bien.
La apuesta del presidente por minimizar «el virus chino», que iba a desaparecer en abril «como por arte de magia», no se materializó. El balance mortal en EEUU va ya por 220.000 personas y antes de que acabe el año llegará a los 410.000, según estima el Instituto para la Evaluación y Métricas de Salud de la Universidad de Washington (IHME, por sus siglas en inglés).
Los jubilados de Florida saben que son la cantera para ese cementerio y no aprecian la conducta irresponsable del presidente. Solo en The Villages, la urbanización residencial para ancianos al norte de Orlando, viven más de 100.000 personas. Y estos sí votan.
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Bárbara Ventarola, que ha organizado el envío de 70.000 postales en la zona pidiendo el voto anticipado para Joe Biden, tiene más fe en ellos que en los puertorriqueños o los convictos que recuperan ese derecho. El domingo pasado salieron a manifestarse en sus carritos de golf con carteles de Biden/Harris por esas villas que todavía les permiten sentirse independientes. La imagen era insólita, porque hace cuatro años Trump sacó a Hillary Clinton 17 puntos de ventaja en ese sector, que bien pudo ser el que lo puso en la Casa Blanca.
«Le he dicho a mi vecino que espero que sigamos siendo amigos cuando pierda», susurra traviesa Celia Ortiz, señalando el cartel de Trump/Pence en la puerta de al lado. Las amistades, a esa edad, están por encima de la política. La salud, no.
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