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Cuatro espacios isleños reconocidos como parques nacionales

Cuatro espacios isleños reconocidos como parques nacionales

En las islas de Lanzarote, La Palma, La Gomera y Tenerife concurren cuatro parques que se caracterizan por su belleza natural, su peculiar flora y fauna y por su mantenimiento en el tiempo sin ser alterados por el hombre.

Eva del Río / Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 16 de julio 2020, 11:19

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Las islas Canarias cuentan con un paisaje marcado por su singularidad geográfica y su peculiaridad y variedad en función de cada una de las islas que conforman el archipiélago. Así pues, varios rincones cuentan, por estas características singulares, con el reconocimiento de Parques Nacionales, una titularidad otorgada a espacios naturales amplios con poca transformación por la explotación humana.

En Lanzarote, La Palma, Tenerife y La Gomera existen cuatro parques que no han sido ocupados por el hombre, permaneciendo inalterables a la incidencia de la población y mostrando la naturaleza original de sus parajes. Los Parques Nacionales se caracterizan por su belleza natural, por la singularidad de su flora, fauna o y formaciones geomorfológicas, lo que les otorga una categoría especial como representantes de sus ecosistemas.

Su gran relevancia para el planeta viene dada por la conservación de sus valores originales ecológicos, educativos, científicos o estéticos, que son de interés nacional por ser muestra de la naturaleza española. A nivel internacional, los Parques Nacionales españoles se corresponden con los espacios de categoría II de UICN, que en Canarias recaen sobre el Parque Nacional del Teide en Tenerife, Timanfaya en Lanzarote, la Caldera de Taburiente en la isla de La Palma y el bosque gomero del Garajonay.

La singularidad de los Parques Nacionales canarios es producto del carácter volcánico de las islas, un factor que ha creado a lo largo de los siglos paisajes singulares únicos en el planeta.

El bosque de laurisilva, predominante en el Parque Nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera.
El bosque de laurisilva, predominante en el Parque Nacional de Garajonay, en la isla de La Gomera.

LA PALMA. Este es el caso de la Caldera de Taburiente en La Palma, un espacio de 4.387 hectáreas que cuenta con yacimientos arqueológicos aborígenes de los benahoaríes, antiguos pobladores de la isla.

Este parque es un conjunto de depresiones, diques, acantilados, roques, barrancos y cavidades volcánicas en las que conviven numerosas especies endémicas de flora y fauna, y de donde brotan fuentes y cascadas de agua. Este paraje natural es el resultado de toda una historia de erupciones volcánicas submarinas, que unidas a un largo proceso erosivo han creado un paisaje de enormes líneas verticales entre las que destacan el Roque de Los Muchachos con 2.426 metros y la impresionante formación del Pico de Bejenado, Roque Idafe o el Pico de La Nieve.

LANZAROTE. Los volcanes también han sido protagonistas en la isla de Lanzarote, que cuenta con paisajes especialmente singulares de lava volcánica a los pies de la cadena de cráteres de Timanfaya. Un paraje imaginativo y único, en el que se combinan rojos, pardos, ocres, negros y naranjas, con el fuego, ceniza y roca, convierten al Parque Nacional de Timanfaya en un lugar de más 51 kilómetros cuadrados de rofe, malpaís, conos volcánicos, calderas y anomalías térmicas de las conocidas como Montañas de Fuego.

Diferentes erupciones volcánicas y actividad magmática a lo largo de la historia, convirtieron estas tierras en lo que son hoy, siendo además uno de los espacios preferidos por los turistas que recalan en Lanzarote.

Garajonay. La principal protagonista del Parque Nacional del Garajonay es la laurisilva canaria, un ecosistema del Terciario inexistente en el continente y conservado entre vegetación y bruma en el corazón de La Gomera.

Aborígenes. Destacando como el bosque más extenso de las islas Canarias, las 3.986 hectáreas son una joya vegetal en la que se conservan yacimientos arqueológicos de la población aborigen isleña. Este reino verde es refugio de flora canaria, con más de 2.000 especies vegetales y un paisaje mágico que en 1981 fue declarado Parque Nacional, que aún conserva el recuerdo sagrado de los aborígenes isleños.

Referente. Con 3.718 metros, el volcán del Teide custodia la isla y el archipiélago como el pico más alto de España. Sin embargo, no solo su altitud llama la atención en este Parque Nacional de casi 19.000 hectáreas, en la que la combinación de los colores de las diferentes coladas narran la compleja historia volcánica de la misma isla.

Visita obligada. El Teide no solo es uno de los más impresionantes espectáculos geológicos del mundo, sino que su conjunto de conos volcánicos, caprichosas formas geológicas y sus exclusivas especies animales y de endemismos lo han convertido en uno de los lugares más visitados y venerados del archipiélago canario.

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