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La actitud del viajero, clave para garantizar la sostenibilidad del turismo gastronómico

La actitud del viajero, clave para garantizar la sostenibilidad del turismo gastronómico

El turismo gastronómico sigue al alza hasta el punto de que uno de cada cinco viajeros selecciona su destino con la motivación principal de disfrutar de la comida. El reto es garantizar su sostenibilidad y para ello resulta imprescindible apelar a la responsabilidad y aplicar una gran dosis de pedagogía.

EFE

San Sebastián.

Viernes, 27 de septiembre 2024, 02:00

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De este último cometido se encarga el máster en Gestión y Diseño de Experiencias de Turismo Gastronómico que imparte desde San Sebastián el Basque Culinary Center (BCC), coordinado por David Mora. A través de 10 módulos y prácticas en instituciones públicas, empresas del sector, agencias de viaje especializadas y consultorías, los alumnos se forman para buscarse un hueco en un sector que cada vez tiene más posibilidades.

Una opción más responsable

El turismo gastronómico, «bien planteado y bien gestionado», puede ser una opción más responsable siempre y cuando se opte por alejarse de puntos saturados, se intente consumir producto local y «se respetan las temporadas y no se intente comer fresas en enero», apunta David Mora. Pero si este turista va a un lugar ya congestionado, no se plantea otro idioma que no sea el inglés, aparca el coche en el centro de la ciudad y no consume nada de producto local, no cumple con esa condición, sentencia. Al final depende de la propia actitud del visitante; es el que debe tener ese «chip de responsabilidad» de impactar lo menos posible en el lugar porque el turista también puede ser «un poco atila por mucho que sea aficionado a la gastronomía», afirma.

Con la información que existe sobre el cambio climático o los problemas que genera el turismo masivo «el que no haya querido cambiar su comportamiento hasta ahora no lo va a hacer», concluye.

Jorge Acero, alumno de la primera edición del máster, creó hace seis años la empresa Rutica 41, que ofrece experiencias con la gastronomía como protagonista. Acero tenía claro por dónde iba a ir su futuro y decidió entrar en el máster del BCC para tener la formación necesaria para profesionalizarse. «Así conseguí una visión general, las herramientas y las pautas para poner en marcha mi proyecto», asegura.

Rutica 41 ofrece visitas a bodegas, recorridos por pueblos medievales como Alquézar, tapeo por la capital maña y paradas en restaurantes a grupos reducidos de viajeros aunque también trabaja para empresas que buscan en estas iniciativas una forma de «hacer equipo».

El 95 % de los clientes son extranjeros y más del 60 % de ellos, estadounidenses con poder adquisitivo medio alto que buscan entender la cultura española.

Acero defiende que la modalidad que ofrece es «mucho más sostenible» que otras en las que los turistas pasan un día en la capital aragonesa ven la basílica de El Pilar y se van. «Mis clientes pasan dos o tres días, quieren aprender, integrase y buscan la experiencia local, quieren mezclarse con el vecino que toma tapas».

Las mil cocinas de Colombia

Verónica Socarras trabajaba con el Gobierno de Colombia en marketing para turismo y siempre le gustaron los temas relacionados con la gastronomía. Cursó el máster en 2018, hizo unas prácticas con el chef peruano Virgilio Martínez y volvió a su país, donde trabaja en el ámbito de relaciones públicas con chefs como Manuel Mendoza, del restaurante Manuel, de Barranquilla, el primero de esta ciudad en entrar en la lista Latin America's 50.

«El objetivo era mostrar a Barranquilla como destino gastronómico y lo hemos logrado en tres años», afirma Socarrás, que además escribe de gastronomía en medios de comunicación y organiza eventos.

El eje cafetero es una ruta consolidada y es un referente, pero Colombia no cuenta con un solo plato nacional como el taco en México o el ceviche en Perú que ayude a impulsar su gastronomía. «Promocionar la comida colombiana es un tema a largo plazo», afirma.

Socarras asesora a empresas exitosas como 'Foodies-Colombia', que organiza «paseos» por mercados y zonas de Bogotá y Cartagena, ofrece clases de cocina e incluso de baile.

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