El FMI pide al Gobierno que aplace la subida del diésel y del IVA porque afecta a las rentas bajas
El organismo también critica la subida del sueldo a los funcionarios y de las pensiones y cree que se sobreestima el impacto de los fondos europeos
CRISTINA VALLEJO
madrid.
Sábado, 14 de noviembre 2020, 00:00
Enmienda parcial, pero profunda a los Presupuestos del Gobierno. Eso hizo ayer el Fondo Monetario Internacional cuando advirtió de que éste no es el momento de subir el IVA a las bebidas azucaradas ni el diésel, puesto que son tributos que tienen «un efecto desproporcionado» en la población de ingresos más bajos. A juicio del Fondo, el incremento de estos impuestos debería esperar a que la recuperación esté firmemente asentada. Además, este endurecimiento tributario se habría de acompañar de medidas efectivas de gasto para proteger a los más vulnerables.
Andrea Schaechter, jefa de la misión del FMI en España, abundó en la cuestión: si bien el país necesita reforzar la recaudación impositiva aumentando los ingresos por IVA, gravámenes especiales y tributación verde, también cree que hay que medir muy bien el 'timing', dado que algunas de estas figuras fiscales pueden tener efectos dañinos en los sectores (sociales y de actividad) que ahora están más golpeados por la crisis, por lo que es conveniente retrasar su incremento. Se refirió en particular a precauciones contra la subida de los tipos de IVA reducidos o bonificados. Ello, en un contexto en que la pandemia ha exacerbado la desigualdad social en el país.
En cambio, otras medidas tributarias sí son más del gusto del organismo, que «da la bienvenida» a los esfuerzos fiscales para mejorar la progresividad fiscal y la capacidad recaudatoria del sistema con los retoques en el IRPF -en particular sobre los ahorros de los individuos de altos ingresos- o con el impuesto sobre las tecnológicas -o compañías muy rentables-, que han resultado ganadoras de la pandemia, dadas las medidas de confinamiento y distancia social que se han adoptado para frenar los contagios. Todos ellos habrán de contribuir más ahora y de manera sostenida.
También en materia fiscal, el Fondo considera que el recorte del déficit que prevé el Gobierno (de 3,6 puntos de PIB en 2021) es consistente con sus propias previsiones, si bien su composición es diferente: el Ejecutivo es más optimista en términos de ingresos y también augura un plan de gasto más expansivo que el que tiene en mente el FMI.
En términos de gasto, Schaechter manifestó prevenciones respecto a la subida de las pensiones y de los salarios de los funcionarios, incluida en los Presupuestos que ahora se encuentran en trámite parlamentario.
El organismo no considera aconsejable adquirir compromisos de permanente incremento del gasto, por ejemplo a través de la factura salarial del Estado o de las pensiones, a la vista del elevado déficit estructural y de la presión presupuestaria que ello impone para el largo plazo, dado el envejecimiento de la población.
Pero sí es partidario de mantener las medidas de apoyo económico hasta que la recuperación esté asentada. Aunque aconseja que tales políticas sean flexibles, para adaptarlas a la evolución de los acontecimientos: a medida que la pandemia se mitigue, las ayudas habrán de centrarse cada vez más en los grupos sociales vulnerables y en las compañías viables, a las que incluso habrá que apoyar con inyecciones de capital.
Menos optimismo
El FMI, además, considera que las perspectivas de crecimiento que proyecta el Gobierno para 2021 son optimistas. El Ejecutivo estima una expansión del PIB del 9,8%, frente al 7,2% que pronostica el Fondo. Según el organismo, las discrepancias entre sus cifras y las de Moncloa residen en el impacto esperado de la llegada de los recursos comunitarios. De esta manera, si las autoridades españolas prevén que el país absorberá una cantidad equivalente al 2,2% del PIB en fondos europeos y asumen un multiplicador de 1,2 veces, el Fondo cree que la capacidad de absorción será algo inferior y también será más bajo el efecto multiplicador, de 0,8 veces.
Además, los técnicos del FMI advierten de la posibilidad de un debilitamiento del PIB en el cuarto trimestre de 2020, lo que dificultaría aún más el cumplimiento del objetivo de crecimiento el año que viene. Porque, avisan, no sólo los fondos tienen un papel importante en dar forma a la recuperación, también la evolución de la pandemia es determinante. Si bien también admiten que la fortaleza del tercer trimestre (el PIB creció un 16,7% trimestral) puede llevar a que en el conjunto de 2020 la contracción sea algo inferior a la que recoge en sus previsiones (-12,8%), aunque ello, todo si no se produce un endurecimiento de las medidas de contención en los próximos meses.