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«Esto es una pesadilla. Sin funcionarios cerramos»

Cafeterías. El teletrabajo entre el funcionariado y una atención al público muy reducida hunde la facturación del sector en las zonas administrativas hasta un 70%.

Silvia Fernández

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 4 de octubre 2020, 07:21

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Locales prácticamente vacíos, terrazas con escasa ocupación, cafeterías cerradas y propietarios muy preocupados ante un futuro incierto. Esa es la escena que ha dejado en las cafeterías que se sitúan en las zonas administrativas de las islas el coronavirus y sobre todo, un modelo de teletrabajo muy flexible entre los funcionarios de la administración pública canaria y que les permite trabajar desde casa entre dos y cinco días a la semana.

La mayoría de ellos ha optado por el máximo y como consecuencia, el desayuno y el café que cientos de funcionarios hacía en las cafeterías de la zona ha desaparecido sumiendo en una profunda crisis a estos negocios. Y la escena se repite en las inmediaciones de Usos Múltiples I, en el II, en el III y en cualquier zona de la ciudad y de las islas en la que haya edificios administrativos. El bullicio, el rún-rún de la conversación, el ruido de la cafetera y traqueteo de tazas, platos y cucharillas ha enmudecido.

«Esto es un desastre», asegura Magdalena Lascheri, propietaria de la cafetería Flor de Sol, situada en las inmediaciones del edificio de Usos Múltiples I y II y que lleva cinco años abierta.

Según indica, en estos años nunca antes habían vivido una situación igual. «Esto es lo peor que hemos pasado. No ha habido nada igual. Es una pesadilla Todo el mundo habla de que el sur está cerrado pero aquí en la ciudad estamos casi igual», indica Lascheri, que la mañana del reportaje tenía solo ocupadas dos mesas de las casi diez que tiene el local entre el interior y la terraza. «Esto era un sin parar y ahora mira», señala.

Tras el estado de alarma y el confinamiento, Lascheri reabrió su negocio a principios de junio y desde entonces «hay días mejores y días peores» pero por lo general, «hay muy poco movimiento». «Es muy duro pero confiamos en poder salir adelante», indica Lascheri, que llama a los ciudadanos a salir de casa y, con precauciones, intentar hacer una vida normal. «Hay mucha incertidumbre y entiendo que la gente esté asustada y ahorrando pero la economía la mueven las personas. Si se quedan en su casa y no consumen se hunde», señala Lascheri, que al igual que otros muchos negocios de la zona ha tenido que asumir el coste del alquiler del local en su totalidad en estos duros meses al no haber llegado a acuerdo con el arrendador. «En el confinamiento empezamos a vender comida a domicilio y así pudimos sacar algo para hacer frente a los gastos», señala Lascheri, que atiende el negocio junto a una empleada.

En la misma tesitura de tener que pagar el alquiler con cero actividad se vio Javier González, propietario del bar La Prensa, uno de los históricos de la zona. «Tirando de los ahorros. Así hemos llegado hasta aquí», señala Javier, que lleva 16 años regentando este negocio en el que cuenta con tres trabajadores. Solo uno de ellos sigue en ERTE mientras que los otros dos ya están trabajando. «Se ha notado mucho la caída de la actividad. Ha bajado casi la mitad pero es que nuestro principal cliente es el funcionario y ahora mismo vienen poco por la oficina», indica Javier. El reabrió su negocio tras el confinamiento el 15 de junio y asegura que, desde entonces y hasta ahora, la cosa ha mejorado «un poquito». «Espero poder aguantar. Hoy seguimos de pie y mientras estemos así podemos salir adelante», apunta optimista.

Tampoco pierde el optimismo pese a la difícil situación Javier Martínez Camalich, propietario de Akimismo Cafetería, que lleva este negocio desde el año 2012.

«La cosa está justa, justita. Hay momentos en los que hay alguna mesa con gente pero otros en los que estamos totalmente vacíos.», indica Javier, que tiene trabajando y fuera del ERTE al único empleado con el que cuenta.

Al igual que el resto de negocios de la zona afirma que la facturación ha caído desde la reapertura entre un 50% y un 70% mientras que los gastos se han mantenido. Según indica, desde que han reabierto «la mejor caja» de cualquier día no supera «la peor» de antes de la pandemia.

En su caso el local lo tiene en propiedad pero debe hacer frente a una hipoteca. «Estamos en el punto en el que o te mantienes o cierras, esperando si la cosa empieza a moverse y mejora», indica Javier, quien confía en poder seguir adelante. «Soy autónomo y tengo que seguir porque si no, ¿qué voy a hacer?», se pregunta.

Cefe Álvarez, propietario de Magenta Art & Coffee, reabrió hace tres semanas tras el confinamiento y reconoce que, «aunque muy poco a poco», la actividad va subiendo cada día. Ahora mismo apunta que la caída de la facturación ronda el 50% aunque confía en que vaya mejorando a partir de noviembre. «Si hacemos bien las cosas espero que haya más movimiento», indica Cefe, que es uno de los pocos negocios de la zona que ha logrado llegar a un acuerdo con su arrendador para el pago del local.

Tanto para él como para el resto de negocios de la zona es fundamental para su pervivencia que los funcionarios se vayan incorporando a su trabajo y se normalice la atención al público. Sin esto, están perdidos. En la zona hay poca actividad comercial y el 95% de su negocio depende del funcionariado. «Espero que vuelvan pronto», coinciden en señalar todos los responsables de los negocios consultados.

El sector, fuera de los ERTE.

El sector de las cafeterías y la restauración es, sin duda, uno de los más castigados por la covid-19. El presidente de la Asociación de Empresarios de Bares, Cafeterías y Restaurantes de Las Palmas (AECBR), Fermín Sánchez, lamentó ayer que pese a la situación que atraviesa el sector en Canarias -con un 25% de los negocios aún cerrados en las ciudades y un 90% en los sures- el Gobierno les haya dejado fuera de los ERTE.

Como reconoce, el sector se puede acoger a los ERTE por actividades vinculadas al turismo pero este tipo de figura no contempla exoneraciones en las cuotas a la Seguridad Social que hasta ahora eran de hasta el 90%. «Dejamos de pagar el salario pero los gastos a la Seguridad Social hay que abonarlos igual y suponen hasta un 32% del total», indica Sánchez, quien se pregunta cómo tiene que hacerlo un negocio que esté cerrado y tenga varios trabajadores en el ERTE. «Con cuatro trabajadores el desembolso mensual de las cuotas es de más de 3.500 euros y si estás cerrado no ingresas nada, con lo que la única salida es el cierre», advierte Sánchez.

Apunta que en las últimas semanas se han producido cierres de negocios en las islas, si bien, no hay un dato oficial. «Y van a seguir. Anivel nacional la patronal estima que hasta final de año van a desaparecer más de 65.000 negocios en España y muchos serán en Canarias», afirma.

Sánchez demanda más «sensibilidad» por parte de las administraciones hacia el sector y medidas que apoyen la actividad y el empleo en lugar de ir en su contra. «Somos víctimas de la inoperancia de nuestros políticos», asegura Sánchez. Ahora, afirma, la única esperanza para Canarias es que se reactive el turismo en las próximas semanas.

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