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El Banco Central Europeo (BCE) ha cumplido el guión previsto por los analistas y anunciado por la propia institución en las últimas semanas al elevar los tipos de interés de la zona euro del 4% al 4,25%. El incremento, de un cuarto de punto porcentual, sitúa el precio oficial del dinero en su nivel más alto de los últimos 15 años. Todos los agentes económicos daban por descontada esta decisión desde la última reunión del consejo de gobierno de la institución. De hecho, las bolsas han mantenido el ritmo de subidas tras conocer ese dictamen a mediodía.
Sin embargo, su presidenta, Christine Lagarde, no ha querido esta vez verse atrapada por sus declaraciones al dejar en el aire una nueva subida en septiembre. «Dependerá de los datos de inflación y de evolución económica», ha indicado. «Señalamos deliberadamente de que dependerá de los datos, que pueden variar mes a mes, podemos subir o mantene». Desde hace muchas reuniones del BCE, es la primera vez que Lagarde no anticipa con rotundidad cuál será el camino que tomará con los tipos de interés a corto plazo. No hay guía alguna sobre esta decisión, aunque tampoco ha descartado que el ritmo imparable de subidas haya tocado techo.
La justificación sigue siendo una inflación que el BCE no termina por dar controlada. Y mientras los precios sigan fuertes, los tipos suben. «La inflación sigue descendiendo, pero aún se espera que permanezca demasiado alta durante demasiado tiempo», avanzaba el BCE en su comunicado oficial tras la reunión del consejo de gobierno. El texto añade: «Nuestras decisiones al respecto seguirán basándose en su evaluación de las perspectivas de inflación a la luz de los datos económicos y financieros que se reciban, la dinámica de la inflación subyacente y la solidez de la transmisión de la política monetaria».
El dictamen que ha tomado el BCE este jueves coincide prácticamente en el calendario con la que también adoptó el banco en el mes de julio de 2008. Entonces, estaba comandado por el francés Jean Claude Trichet, quien abogaba por elevar los tipos para contener la burbuja económica en la que vivía Europa, a pesar de las voces que le insistían en anticipar una crisis. Pocas semanas después, en septiembre de aquel año, el banco estadounidense Lehman Brothers quebró y comenzó la gran recesión.
En esta ocasión, el BCE está actuando con más cautela, valorando tanto su objetivo de reducir la tasa de inflación al 2%, que es el objetivo clave de su mandato. Y por ahora los precios suben en la zona euro a un ritmo del 5,5%. Volvió a subir en junio, frente a las estimaciones de moderación. Y es considerada como el verdadero peligro para la economía europea, un alza continua de los costes que es más persistente de lo esperado.
Lagarde ha vinculado parte de este proceso inflacionario al alza de costes laborales. Es decir, al aumento de los salarios, uno de los motivos que, a su juicio, explicarían por qué la tasa de precios no se modera a un ritmo más rápido, como se esperaba, para poner fin a las subidas de tipos. «Las presiones salariales se están convirtiendo en una fuente de inflación cada vez más importante», señalaba Christine Lagarde ya en junio. Ahora ha insistido en esa hipótesis, aunque añadiendo «los márgenes empresariales», esto es, los beneficios que están generando las empresas.
Aunque el banco central sigue pendiente de la evolución de las economías, por ahora no es la cuestión prioritaria para Fráncfort. El PIB europeo sigue creciendo aunque algunos países comienzan a dar síntomas de agotamiento, sobre todo por la caída en la demanda de crédito y la parálisis de inversiones empresariales. Sobre todo en Alemania, el motor de la zona euro. Pero al BCE le pesa más por ahora la inflación que la evolución de la actividad, aunque algunos territorios rocen la recesión técnica.
La subida de tipos volverá a incrementar las hipotecas de los españoles así como el coste de financiación de los productos que contraten. En el primer caso, el euríbor se encuentra en el 4,15% en julio. Aunque ha paralizado sus ascensos, hace un año se encontraba cerca del 1%. El incremento de las cuotas de quienes les toque revisar su hipoteca ya no será tan exponencial como el que llevan arrastrando el último ejercicio. Pero sí seguirá siendo más dinero el que deban destinar a sus créditos.
Por ejemplo, para una hipoteca de 150.000 a 25 años con un diferencial de un punto porcentual sobre el euríbor, el incremento de cuotas sufrido en el último año le habrá hecho pagar unos 340 euros más, de media, tras las decisiones del BCE. En concreto, antes de que Fráncfort comenzara la escalada de tipos hace ahora un año, ese préstamo tenía una cuota de 535 euros, que pasó a los 635 euros cuando los tipos el año pasado; y ahora se situará por encima de los 870 euros al mes.
A pesar de estos incrementos de mensualidades, la banca española sigue sin ver peligro en el horizonte ante la posibilidad de un repunte de los impagos. La mayoría de las entidades que están presentado estos días sus resultados apuntan que los hipotecados están haciendo frente a estas subidas hipotecarias con los ahorros y por la buena evolución del empleo, sin necesidad de recurrir al código hipotecario pactado entre el sector financiero y el Gobierno.
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