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— La economía canaria lleva cuatro años consecutivos de crecimiento del PIB. Ya se puede decir que Canarias ha dejado atrás la crisis. Sin embargo, esa recuperación se sustenta en mimbres muy débiles: bajos salarios, alta temporalidad...
— Empezando por los bajos salarios. Aún no nos hemos dado cuenta de que el mercado debe funcionar. Los salarios son bajos porque hay suficiente oferta de mano de obra y entonces, ¿por qué tiene una empresa que pagar más con riesgo de perder competitividad? El mercado no está en condiciones de subir los sueldos. Ese momento llegará cuando haya más flexibilidad en la legislación laboral para que las empresas se puedan adaptar mejor a la situación del mercado. Me gusta poner Suiza como ejemplo. Ahora su paro ha bajado del 3% y eso es terrible. Los empresarios no encuentran mano de obra y se la roban entre ellos. Esto implica subida de salarios y ojo, pérdida de competitividad. Esto es algo que debe entender la gente.
— Pero con sueldos de 700 y 800 euros y escaso poder adquisitivo no se puede aspirar a una demanda interna potente y que la economía tire.
— Eso es una teoría que yo no comparto. Los ciudadanos compran en la medida en la que puede y hay que tener en cuenta que si la demanda crece con fuerza se genera otro problema, que es la inflación. El consumo más o menos se mantendrá y para que crezca debe haber más riqueza. ¿Y cómo se consigue? pues siendo más competitivos, vendiendo más y trabajando más. Estamos en una sociedad mimosa. No podemos esperar que las cosas vengan solas.
— ¿Es necesaria otra vuelta de tuerca a la reforma laboral?
— A la reforma laboral no se le puede dar marcha atrás porque si se hace volveremos a crear desempleo. Hay que pensar en la responsabilidad que supone para un empresario tener una serie de personas, cuyas familias dependen de sus ingresos.
— El problema de la reforma es que también está al servicio de empresarios poco ortodoxos que la utilizan de forma fraudulenta.
— España es un país informal en el sentido más amplio. Hace unos años dije que éramos un país corrupto y se armó un gran revuelo pero es así. Esto solo podemos mejorarlo con la educación. Aquí tenemos un problema brutal y no lo corregimos. Además somos unos mentirosos.
— No hay más que ver lo que está ocurriendo con las titulaciones de de los políticos y los falsos másteres.
— Si dimitieran todos los políticos que han falseado su curriculum bajaría mucho el número de cargos públicos. También puede suceder que haya reclamaciones judiciales, que conllevaría un colapso importante en el Palacio de Justicia. Así que, casi es mejor decretar una amnistía de curriculum.
— ¿Cree que hemos aprendido algo de la crisis o volveremos a cometer los mismos errores?
— Habrá quien ha aprendido y quien no pero me temo que volveremos a cometer errores e insisto en que esto es producto de una educación equivocada. En España ahorramos cuando hay crisis y ese es el peor momento para hacerlo. Los alemanes ahorran en momentos de bonanza y cuando llega la crisis los coge con las espaldas cubiertas y no se produce esa bajada tan brutal del consumo. Aquí como lo hacemos al revés, el desplome es absoluto y luego, cuando salimos de ella queremos recuperar la misma dinámica del consumo. De todas formas, yo no creo que esta crisis haya sido más dura que las anteriores aunque sí la más larga.
— Pero esta vez el paro llegó al 34%, hubo cientos de desahucios, personas pidiendo acudiendo a comedores públicos, niños que iban sin desayunar al colegio...
— Hay algo a tener en cuenta y es la difusión de los temas. El mundo ha cambiado mucho y ahora nos enteramos que un señor se cayó por las escaleras en Sidney, en Australia; antes, nos enterábamos que se había caído nuestro vecino pero no el de Australia. Esto cambia mucho las cosas y la percepción.
— Cuando estalló la crisis parecía que se iban a acometer todas las reformas del mundo, en todos los ámbitos, incluso el público. Sin embargo, la de la administración, nunca llegó a acometerse.
— Es que eso supone quitar prebendas a mucha gente. Eso no se va a hacer. De hecho ahora está aumentando el aparato burocrático. El Gobierno autónomo llegó con muchas ganas con Fernando Clavijo, que es un hombre sensato y con las ideas claras, pero no ha podido hacerlo. Y no le van a dejar. Recibe muchas presiones de su propio partido para no ir más allá porque si se produce hay mucha gente que se quedaría sin gofio para alimentarse.
— La burocracia sigue siendo un problema en Canarias que tampoco se ataja pese al freno que supone para las inversiones.
— Es así. Para conseguir una licencia puede pasar más de un año y con el índice de paro tan alto que tenemos esto no se puede permitir. Esto solo cambiará si la sociedad se mueve. Basta con ver cómo los pensionistas han conseguido resolver sus problemas saliendo a la calle. Y ojo, que no creo yo que la calle sea la forma de resolver las cosas.
— Veo que tiene en estima a Clavijo, sin embargo, en su etapa se han mantenido situaciones que perjudican a Gran Canaria, como por ejemplo, el desequilibrio en la inversión que ha denunciado el presidente del Cabildo, Antonio Morales.
— Los desequilibrios son muy anteriores a Clavijo. Aquí lo que hay que tener son programas de actuación para que nadie nos pueda decir que, como carecemos de proyecto, no nos pueden dar fondos. Entre las dos islas capitalinas ha habido siempre diferencias importantes: Gran Canaria ha tenido mejores empresarios pero peores políticos y Tenerife, ha tenido buenos políticos que han sabido moverse mejor. Habría que cambiar todo esto.
— ¿Cambiar a los políticos?
— Cambiar a la sociedad en general porque los políticos son producto de la sociedad y si no sabemos elegir es culpa nuestra. Esto lo digo en términos generales, por ejemplo, a nivel nacional los niveles del debate político son lamentables.
— ¿Mete a todos los partidos en el mismo saco o hay alguno que escape a la crítica?
— A todos. Han desaparecido las ideologías. Se habla de derechas, de izquierdas... pero nadie dice soy liberal o socialdemocrata. Lo ideal en una sociedad es tener una derecha, un partido liberal y una socialdemocracia. Y luego habrá extremos marginales. En este momento, sin embargo, no es así. Todo el mundo quiere jugar a estar en el campo más amplio posible para captar más votos. De forma que la derecha tampoco se identifica con ninguna ideología concreta porque juega a la socialdemocracia. Yo me confieso liberal y lo digo públicamente pero eso no me identifica con un partido político sino con una ideología.
— En vista de lo que comentaba de los políticos de Tenerife y Gran Canaria, entiendo que le gusta más la gestión de Clavijo que la de Morales.
— Clavijo es una persona seria. Además hay que valorar que ha puesto en Economía y Sanidad a dos profesionales que vienen del sector privado (en referencia a Pedro Ortega y José Luis Baltar). Los dos están haciendo una buena gestión. Lo que no se puede hacer es criticar por criticar. Antonio Morales ha hecho cosas mal, como ir contra la entrada del gas. Es necesario en la transición hacia las renovables pero ha optado por boicotearlo porque es más popular hablar de lo ecológico. Yo respaldo las renovables pero no es suficiente. Lo que sí es urgente es el proyecto del salto de Chira-Soria y que no se esté trabajando en eso es una barbaridad porque se trata de acumular energía y utilizarla en los momentos de mayor demanda.
— ¿Llegará en algún momento en Canarias a hacerse región o prevalecerá el pleito insular?
— Eso dependerá de los políticos.
— ¿Por qué? ¿Les interesa?
— A algunos. Quizás porque no tienen suficiente programa previsto y tienen que acudir al pleito insular para poder justificarse. En muchas cosas, sin duda, ha habido un favorecer a Tenerife. Muchos políticos han pretendido durante su gestión llevarse para allá lo que han podido. En el caso del presidente del Cabildo de Tenerife (en referencia a Carlos Alonso) me parece lógico porque él está en su puesto para defender los intereses de Tenerife.
— Hay empresarios que dicen que mientras que en Tenerife se les recibe con alfombra roja, en Gran Canaria todo son trabas y dificultades.
— Nosotros siempre hemos estado en Tenerife y nunca hemos tenido la más mínima dificultad para desarrollar la actividad, más bien todo lo contrario. El año pasado inauguramos unas instalaciones y la acogida fue superior que aquí. En Tenerife les encanta que las empresas se instalen allí. Me da la impresión que se valora más que aquí.
— ¿No cree que es hora de acabar con la desigualdad entre islas?
— Es que a veces depende de los programas que uno tenga. No nos escudemos en que no nos dan dinero porque a veces es que no hay programa. Por ejemplo, hay una carretera prevista a la GC-1 de Las Palmas de Gran Canaria a Telde y nadie habla de esa inversión, aunque esta vía se colapsa en momentos puntualmente. Esa carretera está planificada y ya es necesaria. Con la cirvunvalación, por ejemplo, vivimos una auténtica batalla y si no hubiera sido por la presión que hicimos nunca se hubiera realizado. Lo que hay que hacer es dejar de ver a Tenerife como la competencia. Si la va bien no es la prosperidad del enemigo, es nuestro vecino de al lado y cuanto mejor le vaya a él, mejor nos irá a nosotros. Y le digo, esto solo se cambia con educación.
— ¿Atisba en un futuro una Canarias con un nivel educativo, formativo, sanitario... comparable a una ciudad europea?
— Eso dependerá de la sociedad, que debe elegir políticos capaces de hacerlo. Es España hay otro problema, el votante creo que debe ir a votar aunque no sepa lo que está votando. Y eso no es así. Si hay un desconenteo generalizado se debe reflejar en las urnas. Con una abstención importante los partidos se replantean si los mandos que tiene son adecuados o no y las cosas van cambiando.
— La entrada en escena de nuevos partidos supondrán un cambio en el arco parlamentario de Canarias, según prevén las encuestas, que auguran un gobierno tripartito a partir de 2019. ¿Beneficiarán a las islas nuevos aires políticos?
— No lo tengo claro porque en la política se están moviendo mezquindades. Alguien puede oponerse a un buen proyecto porque lo propone el oponente y eso es terrible. Así no se avanza. En el ámbito nacional me gustaría un gobierno que tuviera las manos libres para hacer y con el nivel suficiente. sin condicionantes para darle un empujón al país. Eso es difícil cuando se trata de tripartitos y cosas por el estilo. Lo ideal es un gobierno serio, honesto, con visión de futuro y capaz de adaptarse a los nuevos tiempos.
— Usted es claro en sus planteamientos. ¿Espera que alguien lo escuche?
Yo siempre he hecho todo lo posible para que las cosas mejoren. Si no lo consigo, por lo menos me quedo con la autosatisfacción y eso (sonríe) es felicidad.
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