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La recuperación económica ya ha comenzado en España, pero para compensar el desplome histórico del 11% del PIB de 2020 hay que poner la vista más allá de Europa. Ese es el convencimiento del presidente del Gobierno, que hace unas semanas afirmó que «seguimos dependiendo en exceso» del mercado europeo, por lo que abogó por «estar más presentes en otros mercados como el asiático, Estados Unidos y Latinoamérica».
En su opinión, la pandemia ha acelerado retos que vienen de hace muchos años, por lo que «hay que seguir ensanchando la base exportadora» de las grandes empresas, pero sobre todo de las pymes. Actualmente exportan de forma regular 55.000 empresas en España y, aunque son 16.000 más que hace 10 años, aún no son suficientes. Y para ganar presencia en el extranjero, Sánchez puso rumbo esta semana a Latinoamérica, donde, junto a la ministra de Industria, Reyes Maroto, y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, analizó la situación económica y las oportunidades de negocio e inversión para las empresas españolas con intereses en los mercados de Argentina y Costa Rica.
Ya durante la crisis de 2008 la internacionalización de las empresas españolas fue clave en la recuperación. Así lo considera José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio, quien cree que supuso entonces y supondrá ahora la «supervivencia» de muchas. A su juicio, la consolidación de este proceso de apertura es «necesario para el futuro de la economía española». Por ello, será una de las patas del Plan de Recuperación y Resiliencia remitido a Bruselas.
En este sentido, Sánchez adelantó en un acto celebrado en el Instituto de Comercio Exterior (ICEX) que el Plan de Acción para la Internacionalización de la economía movilizará más de 4.500 millones de euros de inversión. Entre esta lluvia de millones, el presidente destacó la inversión de 200 millones como apoyo a empresas que exploren nuevos mercados exteriores, fundamentalmente para pymes. La estrategia del Gobierno es «ganar en diversificación geográfica» para no depender tanto de Europa.
Los dos primeros países que Sánchez ha visitado no son casuales. En Argentina nuestro país es el segundo mayor inversor extranjero, solo por detrás de Estados Unidos, con un 10% del total y un valor de más de 1.500 millones de euros. Según datos de la Secretaría de Estado de Comercio, las exportaciones españolas son de alto valor añadido, destacando los aparatos eléctricos (casi el 10% del total de las ventas), maquinaria industrial (7,6%), medicamentos (6%) y aceites (4%).
En Costa Rica las inversiones españolas aún son más tímidas (186 millones en 2020), pero las exportaciones están muy diversificadas. La maquinaria es el principal producto que compran a España (9%), seguido de la cerámica (8%), los productos químicos y las bebidas.
Pero España no solo puede ganar competitividad a largo plazo a través de las exportaciones, sino con su inmenso potencial turístico. Siendo una de las mayores potencias turísticas del mundo, los expertos consideran que el sector puede sacar mucha más rentabilidad si pone la vista en los viajeros de largo radio, que pasan más días en nuestro país y dejan más dinero.
«España tiene margen para crecer en turismo de excelencia» porque se sitúa en la segunda posición en número total de visitantes, pero en el sexto en este ámbito, por detrás de otros del entorno como Italia o Francia, apuntó hace unos días el secretario de Estado de Turismo, Fernando Valdés en un foro de Círculo Fortuny. Para mejorar a medio plazo, el reto de España es «diversificar y desestacionalizar» el turismo para conseguir que nuestro país sea más que un destino de playa y que los turistas vengan los doce meses del año.
Así, puso el foco en Asia, con Japón y Corea como objetivos, pero sobre todo en China por su capacidad de crecimiento. Para hacerse una idea del impacto del turismo de largo radio, Valdés aseguró que en 2019 los poco más de 600.000 visitantes de Japón generaron casi 1.500 millones de euros al sector. El informe sobre turismo de excelencia de Boston Consulting revela que de media un turista de alto impacto se gasta 35.000 euros al año en sus experiencias de viaje, con vacaciones que duran mucho más y en las que toman mucho más valor las compras en comercios locales y las experiencias gastronómicas. Por ello, los expertos coinciden en que este tipo de turismo es mucho más resistente ante crisis económicas.
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