La revolución silenciosa de Álvaro Valles

En plena depresión de la UD luego de dos derrotas consecutivas (0-2 con el Burgos y 2-1 en la visita a Zaragoza), allá a finales de febrero, García Pimienta tiró de revulsivo en la portería, hasta entonces intocable Raúl Fernández. Fue una decisión arriesgada porque el meta vasco se había ganado las habichuelas a base de bien y con intervenciones salvadoras en muchas jornadas. Pero el técnico algo debió percibir que no le gustaba y le dio carrete a Álvaro Valles, cuyo bagaje hasta el momento era bien discreto en la temporada en curso: solo dos partidos, ambos de Copa del Rey, y con un balance de cinco goles encajados.

Lo cierto es que su puesta de largo en la Liga tampoco le permitió mejorar su promedio, pues el empate con el Lugo en el Gran Canaria (2-2) incidía en el mal momento del equipo y, además, no cerraba el debate bajo palos. Pero a Valles no le movieron la silla y, casi dos meses después, y a base de trabajo y méritos, se ha ganado por derecho propio el puesto.

El cancerbero andaluz se ha agigantado al compás de la UD y, desde el respaldo de sentir la confianza del técnico, ha terminado por ofrecer su mejor versión, esa que le hizo explotar a las órdenes de Pepe Mel en las dos últimas campañas. Sin ir más lejos, en Ipurúa, frente al Eibar, salió en la foto con intervenciones prodigiosas y que sostuvieron a Las Palmas en momentos críticos, cuando el anfitrión amenazaba con sentenciar tras cobrar ventaja con el tempranero tanto de Stoichkov.

Valles, apuesta desde el departamento de filiales en 2018 desde la cantera del Betis, termina contrato en junio, si bien en el reciente mercado invernal valoró un cambio de aires al certificar que no contaba con las oportunidades que sí le habían dado anteriormente.

Su buen cartel en la categoría le abría puertas, se habló del Charlotte de Estados Unidos donde está Sergio Ruiz, que terminó cerrando el propio club, reacio a repetir la jugada de Álex Domínguez, cedido en el Ibiza, y con el agravante de estar a mitad de curso, exponiéndose a imponderables en una posición de especial riesgo.

Debió armarse de paciencia Valles, de quien destaca que jamás bajó los brazos y mantuvo una actitud ejemplar en el trabajo diario que acabó dándole el premio esperado. En el resurgir del equipo, ha sido actor principal y para el tramo final de calendario que resta, nadie pone en debate que será de la partida en los seis encuentros que restan salvo lesión o sanción.

En la dirección deportiva del club le ven como un valor alza y hay intención en cuanto acabe el curso de extenderle una propuesta de ampliación. Valles, que en julio cumplirá 25 años, justifica esta maniobra por el rendimiento exhibido.

«Aquí empecé a jugar al fútbol profesional y es donde quiero estar pero intento evadirme y solo pienso en el próximo partido», expuso recientemente sin querer que el ruido periférico le despiste de lo esencial, que es seguir en la misma línea. La que comparte con sus compañeros y que tiene a la UD en el camino de clasificarse para la promoción de ascenso sin depender de terceros. Desde luego, desde un escenario en Primera todo será más fácil.

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