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Que Jémez aprenda de Juan Manuel

Que Jémez aprenda de Juan Manuel

Uno ha hundido al primer equipo; el otro ha resucitado a un filial que heredó muerto

Jueves, 1 de enero 1970

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Pese a la diferencia de categoría, el contraste no puede ser más sangrante entre la primera plantilla de la UD y su equipo filial. A los profesionales que dirige Paco Jémez les han sobrado cuatro jornadas después de certificar, de la manera más lastimosa posible, su descenso a Segunda División. Es más, todavía podrían quedar como colistas como corolario a una nefasta sequía de triunfos (el próximo fin de semana se cumplen tres meses, trece encuentros en total, sin ganar) y a la pésima aritmética del técnico, que llegó a finales de diciembre y ha sumado 11 de 54 puntos posibles. En tanto, los meritorios que se foguean en Las Palmas Atlético han protagonizado una remontada memorable que les permite depender de sí mismos para lograr la salvación en la categoría de bronce.

A principios de noviembre, cuando Juan Manuel Rodríguez sustituyó en el banquillo a Suso Hernández, la distancia con la permanencia era de nueve puntos y Las Palmas Atlético cerraba la clasificación con un panorama desolador. Hoy, a falta de dos partidos para el cierre del campeonato regular, es decimotercero, y aventaja en cuatro puntos al Jumilla, primer rival que marca la caída a Tercera División. Esta progresión se debe a los impresionantes números de Juan Manuel en el banquillo, con la consecución de 39 de los 69 puntos disputados desde su llegada. Un reluciente 56% frente al 20% de su colega de gremio en el primer equipo. Y mientras uno, Jémez, cuenta con tres auxiliares propios y, según palabras del presidente, dispuso de hasta el último céntimo para poder reforzar su plantilla en el mercado invernal (hasta ocho altas en este escaparate, incluyendo a Emenike), el otro, Juan Manuel, se ha adaptado a lo que le heredó, lidiando con viajes infernales y bajas entre lesiones, sanciones y convocatorias con el primer equipo (Benito o Erik) que ha solventado con maestría. Las diferencias se acentúan en otros factores que van más allá de lo numérico, que, al fin y al cabo, es el aspecto esencial del oficio.

La gestión de vestuario, la empatía con los dirigentes y el impacto en la afición sitúan a uno en las antípodas del otro. Jémez ha expulsado jugadores de su vestuario (Rémy o Tannane), además de tener discrepancias públicas con otros futbolistas (Tana) y medios de comunicación. También ha hecho explícitos varios recados envenenados a los servicios médicos y dirección deportiva del club. Por si fuera poco, aseguró que debería haberse ido de la UD en plena campaña, gesto que para nada ha gustado a una hinchada en cuyos índices de popularidad ha tocado el subsuelo. Por su parte, todo es seda y terciopelo en Juan Manuel, que ni siquiera ha levantado la voz por el pésimo estado del césped del Anexo y cuyo ejercicio de corporativismo tiene encantado a los ejecutivos.

Se da la curiosa circunstancia de que el ahora héroe del club gracias a su labor con Las Palmas Atlético se encargó, en 2011, de enderezar el rumbo de una UD en Segunda que, precisamente al mando de Paco Jémez, iba directa a Segunda B. Ahora, siete años después las comparaciones vuelven a ser odiosas. Juan Manuel se ha instalado en el santoral de una grada que lamenta que no se le diera la oportunidad de entrenar en Primera antes de traer de regreso a Jémez, que ha vuelto a ser un fiasco y al que nadie le va a echar de menos cuando se vaya dentro de un par de semanas.

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