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Paco Jémez, una película de terror

Paco Jémez aterrizó en Gran Canaria a finales de diciembre con porte militar, confianza y realizando promesas que nunca iba a cumplir. No es ni el único ni el principal culpable del descenso virtual del equipo, pero tampoco la solución que muchos esperaban que fuera en su nueva etapa de amarillo.

Viernes, 20 de abril 2018, 22:54

Después de fracasar en su primera etapa en el banquillo grancanario, hace ya ocho años, ante el Betis terminó por certificarse la segunda, y probablemente última, decepción. Hay desencanto del club tanto con él como con la plantilla. Se puede bajar, pero hacerlo a falta de cuatro jornadas para que termine la temporada, como podría ocurrir en caso de no ganar el domingo, o si el Levante logra la victoria el lunes, es hiriente. A diferencia de su etapa en Segunda División, esta vez no lo cesarán. Acaba contrato a final de curso y el club simplemente no le renovará.

Y es que la apuesta de la directiva por el profesional fue total y arriesgada. Se le permitió traer a tres auxiliares con los que la UD tuvo que invertir unos dos millones de euros. Luna Eslava (segundo entrenador), Julio Muñoz (preparador físico) y Jorge Ramírez (entrenador de porteros) acompañaron al entrenador en su aventura en la isla. También se le dieron plenos poderes para hacer y deshacer a su antojo en la confección de la plantilla, ya que coincidía su llegada con la apertura del mercado de fichajes invernal. Una libertad total de decisión que incluyó la salida de jugadores de la talla de Rémy o Tannane, quienes tenían una ficha muy alta. Además, y lo más importante, en el caso del francés había demostrado a base de goles que podía marcar la diferencia. En definitiva, se puso confianza ciega en Jémez y el resultado no pudo salir peor.

Descenso prematuro, continuas salidas de tono en las comparecencias de prensa, clima enrarecido en el vestuario... El temperamento del ex del Rayo, unido a la crisis que atraviesa el equipo, ha sido el detonante para que no hubiese un día tranquilo en la casa amarilla. Jugadores que han pasado de ser importantes y dar un buen rendimiento al banquillo o, incluso, a la grada. Los casos de Hernán Toledo, Tana, Calleri o Chichizola por último, son ejemplo de ello. Además, en sus primeras intervenciones Jémez prometió un acercamiento con la afición y la prensa abriendo los entrenamientos, pero se ha trabajado prácticamente siempre a puerta cerrada.

Unos números nefastos.

Sin embargo, lo más grave han sido las estadísticas del equipo con el isleño al mando. Dos victorias, cuatro empates y 10 derrotas en sus 16 partidos. 10 puntos de 48 posibles con 9 goles a favor y 27 en contra. No hay defensa para estos números. Le quedan cinco partidos aún de sufrimiento, donde la única duda será cuando se certificará el descenso matemático. Pero tras esta nueva y nefasta etapa de amarillo, todo apunta a que los caminos de Paco Jémez y de Las Palmas se separarán. Y esta vez para siempre.

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