El jefe es Álex Suárez

Un dato ilustrativo es que ya ha sido incluido en el once la jornada una vez por la web especializada Sofascore, que analiza y puntúa a través de parámetros estadísticos y como mejor defensor de la jornada tercera, tras ganar 14 de 16 duelos y poner su cuño a 8 intervenciones satisfactorias para los intereses del equipo.

Nada que no merezca un chico criado en la casa, que tuvo que irse al Villa de Santa Brígida a coger carrete antes de regresar al filial, reivindicarse por todo lo alto y terminar debutando con los profesionales en septiembre de 2019 y bajo las órdenes de Pepe Mel. Entonces tenía 26 años. Ahora, con 30 cumplidos y una madurez impecable, Álex vive el sueño de triunfar en casa y en Primera.

Reconoce que no siempre tuvo claro que esto pudiera suceder, fundamentalmente cuando se vio obligado a irse y competir en Tercera División ya a una edad que le parecía hacer imposible el escenario que hoy disfruta.

Su tenacidad, empeño y espíritu de sacrificio no han hecho más que premiar una carrera de obstáculos de la que ha salido airoso. «Todo lo hace bien, sin complicaciones. Un central como los de antes, con las ideas claras, colocación, contundencia y sentido de la anticipación. Va con todo a cada balón y hasta sabe hacer las faltas cuando y donde debe», destaca un veterano de la UD a la hora de analizar las virtudes que le han hecho importante.

Hoy emerge como figura sagrada en la pizarra de Pimienta, quien ha optado por sacrificar a Saúl Coco para darle vuelo a Mika Mármol. De la línea defensiva, el único que permanece inalterable desde que arrancó la campaña es él. Y salvo contratiempo en forma de lesiones o sanciones, no se anuncia que su rol vaya a variar.

La mejor escuela para ser quien es la tuvo en casa. Su padre, José, ya fue central en el Fontanales y su tío Alexis Suárez tuvo amplia carrera en la élite, militando en la UD, Tenerife, Levante y Valladolid. Además de legarle su pasión por el fútbol, también le adiestraron en el don de persistir y adquirir una cultura del trabajo y sacrificio fundamental en los tiempos que corren.

En verano, mientras la mayoría de los compañeros disfrutaba de las vacaciones, Álex acudía cada día al gimnasio del Complejo Deportivo Las Rehoyas a primera hora de la mañana, todavía sin la luz de sol. Allí se machacaba acompañado de su padre y trataba de pasar desapercibido, algo que no siempre conseguía, sabiendo que la mejor espera para jugar en Primera pasaba por redoblar esfuerzos y aumentar la exigencia.

Gustoso, sacrificó parte de su descanso para hacer bicicleta estática, pesas y todo tipo de ejercicios en un exigente circuito entre aparatos y esfuerzos. No tenía una pelota pero tampoco la necesitaba porque era tiempo de sudar en silencio y poner la musculatura a punto.

Semanas después de su entrenamiento silencioso, ya sumado a la carga de pretemporada y los primeros encuentros del calendario, Álex vuela en Primera División.