Una temporada agridulce. En lo individual podría sonreír Rubén Castro. En lo colectivo para echarse a llorar. Porque el Málaga está a falta de un milagro para salvarse. Necesita ganar los dos partidos que restan por goleada y que el Sporting de Miguel Ángel Ramírez caiga en sus dos enfrentamientos, cosa que por tierras asturianas se antoja imposible.
Quién se lo iba a decir a Rubén, que este mismo curso, a sus 41 años de edad, cazó el registro que tanto anhelaba: convertirse en el máximo anotador nacional histórico -285 goles- de LaLiga. Un dato que, con sus dos tantos al Real Zaragoza en La Rosaleda, le ascendieron al olimpo, superando a Quini y colocándose solo por detrás de dos bichos como Leo Messi -474- y Cristiano Ronaldo -311-. Una completa locura lo del ex de la UD Las Palmas.
Al mismo tiempo, también alcanzó a Nino, que con 194 tantos se colocaba como el máximo goleador Segunda División. Pero ni con esas le ha servido al Málaga para llegar a estas dos últimas citas del campeonato con más posibilidades. La victoria ante el Mirandés (2-0), donde fue suplente, solo atrasa lo que parece inevitable:el descenso a Primera RFEF. Y no será la primera vez que el de La Isleta baje de categoría, pues ya lo hizo con la UDLas Palmas hace 19 temporadas a Segunda División B.
El penalti que el ariete isleño marró contra el Huesca (0-0) en La Rosaleda todavía retumba en la Costa del Sol, pues ahí podía haber estado la pelea por la salvación. Sin esos dos puntos, el Málaga se sitúa decimonoveno, con 43, a seis del Sporting de Gijón, que tiene 49.
Necesitan los blanquiazules un milagro que no parece que vaya a llegar. La campaña de Rubén, con el fiasco del descenso, empaña un poco sus números, pero estos 10 tantos no pasan desapercibidos tampoco para nadie. Ofertas tiene sobre la mesa para continuar, al menos, un año más en Segunda División.
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