Una afición de Primera División

El ascenso de Las Palmas es también la puesta en valor de los que construyen la UD: sus aficionados. Porque cuando vinieron mal dadas, la hinchada amarilla dio la cara por el equipo y trató de llevarlo en volandas hacia la gloria. En casa fue precioso ver a tanta gente en el Estadio de Gran Canaria, tiñendo las gradas. Pero es que lejos de la isla también estuvo presente un gran número de seguidores que, partido tras partido, engrandecían este escudo.

No tuvo que envidiar el Estadio de Gran Canaria a muchos campos de Primera División. Todo lo contrario. Sin ir muy lejos, ante el Villarreal B, Las Palmas presentó la cuarta mejor entrada de esa jornada en toda España con 28.482 espectadores. Solo entró más gente al Bernabéu para ver al Madrid (52.201), Benito Villamarín para animar al Real Betis (48.143) y en casa de la Real Sociedad de David Silva (30.027). Entró más gente en Siete Palmas para un partido de Segunda que en feudos de Primera como los del Elche, Espanyol, Valladolid, Osasuna o Villarreal. Casi nada.

No bajó en toda la temporada el Gran Canaria de los 13.000 aficionados en sus gradas. El encuentro con menos asistencia del curso fue contra el Granada, con 13.346 espectadores. El derbi ante el CDTenerife, que se saldó con un 3-1 para los amarillos con una actuación estelar de Pejiño -doblete- reventó el Estadio con 31.047 aficionados.

Lo de esta campaña, sumado al final de la temporada 2021-22, consolida un vínculo que parecía olvidado entre la UDy su afición. Pimienta, en casa rueda de prensa, ha agradecido los ánimos de una hinchada que nunca falla. «A la afición no le puedo pedir nada, desde que llegué aquí siempre nos han apoyado y esta victoria va para ellos, seguro que nos van a animar en los momentos difíciles que van a haber de aquí a final de temporada», dijo en una de sus intervenciones esta misma temporada.

Ylejos de Gran Canaria también dieron la cara los seguidores isleños, tiñendo diferentes campos foráneos con una gran mancha amarilla en la grada. Véase también la llegada de la guagua de la UDa Los Cármenes, con cientos de aficionados animando como si se jugase en Siete Palmas y no en Granada. Este vínculo es uno de los grandes patrimonios de los que goza a día de hoy una Unión Deportiva que debe apostar por su gente.