«Carolina Marín está a la misma altura de Jordan o Messi»
Detrás de la deportista española del momento, la que ha sido capaz de arrastrar a millones de espectadores a ver bádminton por televisión, la que ha ganador un oro olímpico, tres mundiales y cuatro europeas, entre otros laureles inéditos, hay un técnico centrado y cualificado, con sobrada capacidad para cincelar un talento sobrenatural y sin precendentes.
— Lleva once años como entrenador de Carolina Marín. ¿Cómo recuerda los inicios?
— De una manera inocente me dijo que quería ser campeona de todo cuando empezamos. Así era ella de niña ya. Dispuesta a todo desde que la descubrí en un Nacional sub-15 en Menorca. Establecimos un programa de metas a corto, medio y largo plazo, con evaluaciones mensuales. A veces sí se cumplían los objetivos, a veces no. Mi truco era llevármela a una pista de atletismo y decirle que en línea recta se llegaría más rápido al objetivo, y que si nos torcíamos, más tardaríamos, con riesgo, incluso, de no conseguirlo. En 2013 empieza a creer que podía llegar a ser alguien dentro del bádminton. Y desde ahí, no ha parado.
— ¿Qué siente al haber sido protagonista en esta evolución sin precedentes y que ya ha hecho historia?
— Yo concibo la labor del entrenador como alguien que debe conseguir que el deportista sea el mejor que puede llegar a ser. Pero hay excepciones como Michael Jordan, Leo Messi, salvando las distancias, o Carolina Marín que son deportistas únicos, con los que sabes que puedes llegar al sitio que quieras. Hablamos de gente extraordinaria. Pero detrás siempre hay un trabajo continuado 365 días al año, 24 horas al día, siendo deportista tanto cuando compites como cuando no lo haces.
— Las famosas privaciones que no se ven...
— Muchísimas en Carolina, pero habría que preguntarle también, y en el otro lado de la balanza, si le han compensado esas renuncias a llevar la vida que podría tener fuera del deporte. Y creo que contestará que sí. Porque la satisfacción lo compensa todo.
— ¿Se les ha ido esto de las manos? ¿Podían intuir esta carrera?
— En el plan que yo le presento a la Federación, en el año 2008, para los Juegos de Pekín, preveíamos medalla en el ciclo 2016-2020. Lo máximo que pensábamos era eso, una medalla para 2020 como tope. Y la primera medalla ya cayó en el año 2014. Y luego, en 2015, 2016, 2018...
— Siempre se ha referido a la importancia de la mentalización.
— La parte mental es fundamental y puede marcar la diferencia entre ganar y perder. Cada elemento del entrenamiento, físico, mental , técnico y táctico, tiene su importancia. A igualdad de condiciones, cada uno multiplica las posibilidades, pero nuestro trabajo va orientado a la sincronización, no a la exclusividad de un elemento. Con Carolina, desde niña, hemos trabajado todas las fases. Y, además, con una dificultad añadida. En España, hace diez años, no había campeones en bádminton y, por poner un ejemplo, en China, desde 1977 hasta 2013, siempre subieron al podio. Eran una fábrica de campeones. Y aquí no había tradición ni arraigo. Y Carolina ha sabido, además, sobreponerse a esa presión, a ese escenario.
— ¿Así es más fácil centrarse en lo importante, en trabajar y competir por encima de factores externos?
— Por encima de todo, de la publicidad o la fama, debes estar centrado en el entrenamiento. Porque sin el entrenamiento no hay resultados. Y sin resultados no viene lo que te dan los triunfos. Siempre que estas cosas te pueden afectar, tiendo a recordar de dónde venimos con Carolina. Venimos de la nada. De la nada hemos llegado a lo más alto. Pero a base de un trabajo que bajo ningún concepto podemos regatear o rebajar. La exigencia es el motor de todo.