Partido a partido
El carácter épico de los colchoneros representa una forma de ser diferente donde el éxtasis de la victoria y la letanía del fracaso siempre se sufren con demasiada intensidad
rubén reja
Las Palmas de Gran Canaria
Sábado, 22 de mayo 2021, 22:09
La adicción irracional se convierte en placentera cuando el triunfo prevalece a la cruda derrota. Una adicción que en el caso del Atleti tiene un sabor especial y es depositaria de muchos estados de ánimo. El carácter épico de los colchoneros representa una forma de ser diferente donde el éxtasis de la victoria y la letanía del fracaso siempre se sufren con demasiada intensidad. El sentimiento de pertenencia se multiplica no solo en las dulces atmósferas del éxito sino también en el oscuro pozo del desengaño.
La devoción rojiblanca bordea un sano fanatismo en una especie de enamoramiento ciego, eterno. La liturgia competitiva, la pasión y el sufrimiento son señas identitarias, que hacen al hincha atlético de otra pasta.
Las comparativas, siempre pecaminosas, apuntan al Atletico de Madrid como equipo minoritario, pero jamás pequeño. Ni por su historia centenaria, ni por su rocosa personalidad. De hecho, la regularidad y el acierto defensivo se han convertido en bazas ganadoras y le catapultan de nuevo al Olimpo balompédico.
La irrupción del 'cholismo' en las últimas temporadas ha servido de acicate para consolidar el espíritu ganador de un club que parecía resignado a un papel secundario y victimista. La estampa de equipo sufridor da paso al de conjunto campeón y rompe el hábitat hostil compartido por la hegemonía de Barcelona y Madrid, que en los últimos siete años se han repartido la gloria liguera. El Atleti, institución de vaivenes histórico, (cómo dolío bajar a segunda o las derrotas en champions) puede presumir por derecho propio de ser legítimo campeón. Referencia del fútbol mundial de contención y balón parado ha desplegado un juego cicatero en el que Luis Suárez ha sido determinante. Un club muy grande, siempre custodiado por la lealtad de la afición, que este año ha sufrido como nunca desde el sofá.
El sacrificio al fin ha tenido su merecida recompensa y logra sacudirse, de momento, el San Benito del 'pupas'. Ahora que abraza de nuevo la gloria toca soñar a lo grande y ser protagonistas también en Europa para hacer más que bueno eso del partido a partido.