La revolución Guevara

Su pasión por las dos ruedas nació muy joven. Con solo dos años Izan Guevara recibió un regalo de navidades que cambiaría su vida. Una minimoto eléctrica con la que empezó a soñar con ser algún día piloto profesional. Como cualquier niño de su edad probó con el fútbol, pero cuando iba al campo de entrenamiento siempre estaba más pendiente de las motos que había aparcadas que de los balones. Y en casa, fantaseaba con llegar a ser algún día como Marc Márquez cuando veías las carreras en televisión junto a su padre Toni. Para Izan, Márquez se convirtió en su ídolo y referente desde niño, y a día de hoy ambos guardan una buena relación y comparten, además del talento para ir rápido sobre una moto, un carácter extrovertido y un carisma innato.

Como lo de las motos paso a ser más que un capricho, sus padres le apuntaron a la escuela de pilotaje de Chicho Lorenzo, padre de Jorge Lorenzo, en Mallorca. Allí estuvo varios años y coincidió con otros pilotos de la tierra como Joan Mir o Augusto Fernández. Entonces ya corría sus primeras carreras en la isla y llamó la atención de la Federación Balear, de la que pasó a formar parte con solo seis años. Gracias a sus resultados pudo acceder a becas de la federación que le permitían ir creciendo en un deporte que requiere de un respaldo económico importante. El siguiente escalón llegó en la prestigiosa Cuna de Campeones, donde se han formado la mayoría de los pilotos de la cantera valenciana. Allí coincidió, entre otros, con Pedro Acosta, un piloto de su generación con el que se ha bregado tantas veces (y las que quedan) y al que sucede en el palmarés de la categoría pequeña.

Su primer gran éxito internacional lo logró en la European Talent Cup de 2019, una copa monomarca de carácter continental, que hace de antesala, de la antesala del Mundial. En una categoría donde todos los pilotos compiten sobre la misma mecánica y donde siempre reina el caos por la extremada igualdad, firmó una racha de seis victorias consecutivas que harían que su nombre empezar a sonar en el paddock de MotoGP. En ese momento se cruzó en su camino Jorge Martínez Aspar, que le fichó para su laureado equipo. La intención del manager valenciano era que se foguease en el Mundial Junior dos años, antes de dar el salto definitivo al Mundial.

El plan estaba trazado a la perfección, pero el joven Izan se encargó de acelerar el proceso. Y es que dio la campanada en su primer año en el Mundial Junior ganando el título frente a los favoritos (hoy mundialistas como él) Xavi Artigas y Pedro Acosta. Era imposible retener un año más a un talento como Guevara y la escudería valenciana le hizo un hueco en su equipo el año pasado. Su temporada de rookie en el Mundial de Moto3 fue brillante, acabó octavo en la clasificación general y ganó una carrera en Austin, pero en cierta manera quedó eclipsada por la explosión del «fenómeno Acosta», novato como él y que ganó el título a la primera.

De cara a 2022 el objetivo era asentarse en la élite de la categoría, estar regularmente en el podio y empezar a batallar con los mejores. Dicho y hecho: seis triunfos, once podios, dos vueltas rápidas y cuatro poles son el resumen de una temporada perfecta, que ha tenido su colofón en Phillip Island. En el mítico circuito australiano, Izan Guevara se ha proclamado campeón del mundo de Moto3 desde lo alto del podio, como lo hacen los más grandes, y a sus 18 años y 110 días se ha convertido el quinto campeón más joven de la historia solo por detrás de Loris Capirossi, Pedro Acosta, Marc Márquez y Dani Pedrosa. La revolución Guevara no ha hecho más que empezar.