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Momento del rodaje en Tetir con luchadores y técnicos trabajando en armonía. Fotos: Pedro Reyes
'La Lucha', el largometraje de José Alayón que lleva los terreros al cine

'La Lucha', el largometraje de José Alayón que lleva los terreros al cine

Lucha canaria ·

El director tinerfeño rueda en Fuerteventura una producción en la que recrea el deporte vernáculo. Amplificará su difusión y conocimiento

Pedro Reyes

Tetir (Fuerteventura)

Sábado, 30 de marzo 2024, 12:58

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La última vez que se vio a la lucha canaria de protagonista en una película fue en el capítulo final de la serie televisiva Hierro, desarrollado en el terrero de Frontera (El Hierro) y que colaboró a dar una dimensión internacional al vernáculo deporte. Ahora, el director de cine tinerfeño Jose Alayón ha terminado de rodar un largometraje llamado La Lucha, una trama en la que la lucha canaria es el centro de una película que ayudará a la difusión del deporte más ancestral de Canarias.

La Lucha es una coproducción internacional entre España -El Viaje Films- y Colombia -Blond Indian Films-, con la financiación de MEDIA -subprograma de Europa Creativa-, ICAA- Ministerio de Cultura-, Gobierno de Canarias, Cabildo de Tenerife y la TV Canaria. El proyecto cuenta también con la producción asociada de Macaronesia Films, y el apoyo de la Federación Canaria de Lucha Canaria, la Federación de Lucha de Fuerteventura, los ayuntamientos de Puerto del Rosario, Tuineje, Pájara y Antigua, la Fuerteventura Film Commission y diferentes clubes y colectivos de lucha canaria. Además de Alayón, Mauro Herce es el director de fotografía y Oscar Santamaría un ayudante de dirección muy activo.

La producción del largometraje había anunciado un casting hace un año para luchadores y luchadoras, ya que buena parte de los actores serían deportistas en activo y no actores profesionales. Su propio director, en su día, comentaba: «Es más fácil convertir a un luchador en actor que a un actor en luchador».

En estas últimas semanas se ha finalizado el rodaje y otro anuncio solicitaba figurantes para los últimos días, pues, al parecer, era la escena de la luchada final y deseaba ver mucho público en las gradas del terrero de Tetir en Fuerteventura, donde se realizó.

Imagen principal - 'La Lucha', el largometraje de José Alayón que lleva los terreros al cine
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Imagen secundaria 2 - 'La Lucha', el largometraje de José Alayón que lleva los terreros al cine

Lo primero que se vio al llegar fue la cantidad de personas que iban a estar como público en la grada, ya que estaban citados alrededor de 250 figurantes para ello.

Una fila enorme, todos mayores de edad, para firmar documentos y la entrada en la Casa de la Cultura de Tetir, tenía un gran ajetreo pues era donde estaba el lugar para dejar las cosas, el vestuario y que servía de comedor.

A las 15.00 horas, cuando había que ir al terrero, una lluvia intensa lo impedía, por lo que hubo que desplazarse en furgones de producción al terrero, poco a poco, donde se permanecería hasta las 23.30 horas, grabando y una hora más para firmar, salvo de 19.00 horas a las 20 horas, que fue el momento de la cena y hubo que regresar.

Nombres propios

El público lo integraban personas de todos los ámbitos, gente relacionada con la lucha y otras que no. Incluso llegaba una guagua de figurantes de la tercera edad. Desde la grada se veía all banquillo del equipo celeste, que se enfrentaba en la ficción al protagonista Miguel, encarnado por el puntal C del Rosario de Fuerteventura, Tomasín Padrón. Cerca, Raimundo García, el presidente-mandador del Antigua, que intervenía como mandador también de dicho equipo. También, dos veteranos directivos del Antigua y el histórico puntal , Juani Franqui. Desde grada se observabanlas luchadas y las indicaciones del director, de su ayudante megáfono en mano, así como cuando se dirigía al banquillo. La sorpresa fue ver a Tomasín Padrón con una barba imponente, que se la tuvo que dejar por exigencias del guion.

Raimundo García tenía en sus filas, a su lado, a los puntales Miguel Hernández, el Majorero, Pedro Hernández, Saúl Jiménez, el DC Kevin, con Juan Alberto Rodríguez del Toro, entre otros. En el bando rojo, en el que estaba el protagonista, además de Tomasín Padrón, se encontraban Mamadou Cámara, Carlos Matoso, que tuvo que ver cómo su padre era el árbitro de la contienda y el DA José Mendoza, entre otros.

En la grada todos, los figurantes que hacían de aficionados. El ayudante de dirección fue el culpable en parte, del gran comportamiento del público. Altavoz en mano, iba diciendo lo que debían hacer en cada momento, además de mantener el orden. El director pedía siempre el mayor realismo posible en todo lo que se grababa, ya sea a aficionados como luchadores.

Todos los bregadores, salvo el protagonista, actuaban con sus nombres reales. Durante casi tres horas, Pedro Hernández tuvo que hacer muchas agarradas con Tomasín Padrón, ante la pasión de la grada y las indicaciones en cada una de ellas de Javier Alayón, que no dejó detalle alguno a la improvisación. En la primera que se hizo, y muestra de ese realismo, al llegar al banquillo, Pedro Hernández venía dolorido de una mano y comentaba, ante la sonrida de los presentes: «El herreño no afloja ni en una película».

Pedro, sin quererlo, fue uno de los protagonistas de la tarde. Una anécdota se produjo con el público a risa partida, era que, a todos antes de cada escena, los rociaban de agua, como si fuera sudor, y a Pedro fue en numerosas ocasiones, dado también las intervenciones que tuvo que realizar, siendo algo que no le gustaba demasiado. Cada vez que una ayudante iba con al agua, su cara era un poema y las carcajadas de la grada eran considerables. Llegó un momento que estaba tan cansado que le quitó la botella a la asistente que lo hacía y se la rociaba él mismo, ante la explosión de risas de todos los presentes.

Realismo en todo momento

El esfuerzo de Tomasín y Pedro era enorme por el tema del realismo, y Pedro llegaba siempre sudando. «A Pedro ya no le hace falta el agua, está chorreando», chillaba una señora desde el público, que se lo estaba pasando en grande, sobre todo cuando había que meterse con el árbitro, Matoso, que era el encargado de dirigir las agarradas.

Pasadas dos horas, un Pedro agotado decía al director: «¿Ya?». Y le contestaban: «La última ahora». Eso de «la última ahora», fue una hora más de grabación, mientras que sus compañeros se divertían bastante. En una de las escenas, entre el sudor suyo y el agua echada en la espalda, al caer sobre la cal, se quemó un poco y ya no dejó que le echaran más agua en la espalda.

Esa agarrada que se grababa, la tenía que ganar Pedro y se realizaron diferentes tomas, en las que llevaba a Tomasín a la arena de múltiples maneras, desde un cango, cadera, levantada, etcétera.

El director corregía a Pedro cuando debía expresar en el banquillo cansancio y con gesto de muy agotado o a Tomasín, la posición a adoptar cuando cayera a la arena, como mirando para un lado de la grada. Esa mirada iba para una hija que, teóricamente en la película, estaba en la grada. Hubo un instante en el que el propio Alayón se tiró a la arena para mostrar a Tomasín como quería la escena.

Cuando descansaban, Saúl Jiménez y Carlos Matoso salían al terrero y más o menos lo mismo, agarradas duras, reales además de cansancio por parte de ambos. Alguna solía durar más de la cuenta, hasta que le permitían caer.

Llegaba las 19.00 horas y tocaba cena. Las 300 personas que estaban en el rodaje marchaban hacia la Casa de la Cultura y de cena. Una ensalada o sopa de primero, con una paella de segundo. Fruta o helado de postre.

Tras regresar, el propio Alayón pedía al público que bajara ya un poco el nivel de ruido y de intensidad, solicitado por Oscar Santamaría cuando se grababa, pues era otro instante de la película, en el que el público hablaba, comía papas o manises, que facilitaban desde producción, o tiraban monedas a los luchadores. Eran euros de verdad y que, lógicamente, había que devolver.

Cuidado en cada detalle

Llegó un momento que se hicieron algunas tomas de todos los luchadores que allí se encontraban, bregando entre sí.

Posteriormente había que hacer del árbitro y se le pidió a José Mendoza y Juan Alberto Rodríguez que lucharan, para animar al público, mientras éste seguía dando dinero a los luchadores. Cuando se acababan las monedas, se volvían a facilitar una y otra vez.

Después de varios intentos, se daban por buena las tomas del árbitro, se pasó solo a las del público, desde diferentes ángulos, en las que hubo que tener en cuenta al entrar después de cenar que todos estuvieran en el mismo lugar- se fotografió la grada para poder comprobarlo- y que se quitaran la ropa de abrigo-.

Imágenes de todo tipo, incluso primeros planos de algunos figurantes. Cuando se cumplían las 23:30 horas ya con las ocho horas de esfuerzo, finalizaba el rodaje por ese día, quedando uno más al día siguiente.

Fue reconfortante ver cómo director interactuaba con todo el mundo y siempre con una sonrisa en la cara. A pesar de las ocho horas en el terrero, en las que los figurantes solo se podían mover de su sitio para ir al servicio y cuando así se lo indicaran, el buen ambiente en el equipo de rodaje, del director y sus ayudantes o del público, reinó en todo momento. Además, desde producción se estaba pendiente de cada uno de los 250 figurantes para solucionar cualquier problema que tuvieran, incluso de comida o bebida.  

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