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«Saúl es un dios del deporte»
Tokio 2020 | Piragüismo

«Saúl es un dios del deporte»

El K4 celebra a lo grande su plata en los Juegos tras una carrera ajustada que cedieron en el último suspiro ante los alemanes

EMILIO V. ESCUDERO

Enviado especial. Tokio

Sábado, 7 de agosto 2021, 07:30

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Nada más cruzar la meta, durante los minutos que tardaron en bajar de la piragua, el cuarteto español estaba fastidiado. Habían tenido el oro cerca, tras dominar la prueba durante los primeros 400 metros, pero se vieron superados al final por el empuje de los alemanes. Fue al subirse al pantalán cuando las sensaciones cambiaron. Plata olímpica para el K4 por primera vez desde 1976. Un logro histórico que se valoró más con el paso de los minutos.

«Es una plata que nos sabe a oro», resumía Marcus Walz, el más joven y el más decidido del grupo. Él, que en Río había subido a lo más alto del podio en solitario, celebraba ahora este segundo puesto por todo lo alto, pues han sido tantas las dificultades que el regusto que deja es mucho mejor. «Nos quedamos con lo positivo, que ha sido también mucho. Tenemos un grupo increíble, un entrenador que es el mejor del mundo y estamos muy unidos. Eso se ha notado en el agua. Estoy muy orgulloso de cómo lo hemos hecho. Ha sido la carrera perfecta, pero no lo suficiente como para ganar a los alemanes», resumía Craviotto, orgulloso con su quinta medalla al cuello.

El catalán, modesto como es él, prefería no mirar hacia los récords. Hacia ese que le iguala con David Cal como el máximo medallista olímpico de España, pero resulta imposible abstraerse del dato. «Cuando llegue a España ya pensaré en lo que he conseguido o no. Estoy muy feliz ahora mismo de tener cinco medallas, las mismas que el referente del piragüismo que es para todos David Cal. Una leyenda y un gran amigo», explicaba Craviotto.

A su lado, embelesado, escucha Arévalo, feliz con su primera medalla, conseguida junto a su ídolo. «Desde que era un niño he crecido viendo a Saúl como un referente y compartir con él todo este tiempo y que se haya convertido en mi amigo es un placer», decía el gallego. También Walz tuvo palabras hacia su compañero. «Lo de Saúl es una barbaridad. Hay que pararse a pensar lo que ha logrado y lo que supone estar aquí con él y conseguir esta medalla. Es un pasada. Es un dios del deporte».

A Rodrigo Germade, las lágrimas le brotaron nada más bajar del barco. Lloraba de emoción y de alegría. Soltando una tensión que llevaba tiempo acumulada. «En Río, en aquel K4, hicimos un gran papel. Fue el mejor resultado del ciclo, pero nos supo a poco. Ahora esta medalla es una satisfacción enorme y siento que un trozo de ella es también de aquellos compañeros que tuve allí, porque han formado parte de mi camino y habrán estado hoy empujando». Palabras de agradecimiento que explican lo difícil que es subir al podio en la prueba reina del piragüismo. Un éxito que España hacía 45 años que no lograba.

Con París 2024 a la vuelta de la esquina, la pregunta era obligada. «¿París? Está ahí al lado, se puede ir hasta en coche desde Asturias...», bromeaba Craviotto que pidió un tiempo para descansar y ordenar las ideas, aunque dejó claro que su idea es continuar hasta los siguientes Juegos, donde aspirará a convertirse en el español con más medallas de la historia.

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