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España tiene marcado desde hace tiempo en rojo en su calendario el incómodo duelo que disputa este miércoles en Kosovo, el sexto y antepenúltimo en la clasificación para el Mundial de Catar si es que no acaba segunda o tercera de grupo y debe disputar dos choques de repesca allá por marzo de 2022. A las conocidas dificultades de la Roja fuera de casa, ya que solo ha sido capaz de vencer a Georgia en sus seis últios desplazamientos, se suma un animoso rival que en La Cartuja ya ofreció resistencia al combinado de Luis Enrique y un ambiente hostil que tiene más que ver con la política que con el deporte, siempre una mala mezcla.
Luis Enrique se preocupa solo de lo que le compete, ajeno a supuestas encerronas, y alecciona a sus jugadores sobre la suma importancia de vencer en el Fadil Vokrri de Pristina, resultado que unido a un hipotético tropiezo de Suecia en Grecia permitiría a España depender de sí misma. Pero es inevitable referirse a la disputa diplomática en la que el Ejecutivo de Pedro Sánchez sigue firme. España es uno de los cinco miembros de la Unión Europea, junto a Eslovaquia, Grecia, Rumanía y Chipre, que no reconocen como nación a Kosovo, una provincia que declaró su independencia de Serbia en la primavera de 2008 tras un conflicto armado. Grandes potencias como Rusia y China tampoco aceptan la autodenominada República de Kosovo, pero sí Estados Unidos, que tiene en su territorio la mayor base militar del continente.
Los kosovares están dolidos porque se sintieron ninguneados en el partido de la primera vuelta, disputado el pasado 31 de marzo y resuelto en Sevilla con los goles de Dani Olmo, Ferran Torres y Gerard Moreno. Sin embargo, Halimi llegó a poner en peligro el triunfo al firmar el 2-1 tras robarle el balón a Unai Simón, protagonista de un error grosero. La Federación Española de Fútbol (FEF), siguiendo las instrucciones del Gobierno, aleccionó a los medios de comunicación públicos para que la consideración formal del adversario no fuera la misma que el resto de rivales. Se le llamó Federación de Kosovo, evitando en todo momento otorgarle el estatus de país. Tampoco apareció el nombre de Kosovo en los videomarcadores del estadio. Aunque todos los protocolos de la UEFA se respetaron a rajatabla, como exponer la bandera o el himno, en Kosovo apelan al sentimiento nacionalista para encarecer este partido con facturas pendientes.
Para empezar, la federación kosovar ya puso muchas pegas para la acreditación de los periodistas españoles. Solo concedió al final ocho credenciales, si bien muchos medios renunciaron antes de manera voluntaria a un desplazamiento difícil. Desde la el organismo que preside Luis Rubiales se espera que todo transcurra con deportividad, bajo al estricto control de la UEFA, y poder afrontar el choque de Pristina como uno más por mucho que la afición local aproveche un acontecimiento de esta envergadura para su reivindicación política y hacer de él un 'casus belli'.
Llegado este momento de incertidumbre, algunas fuentes consultadas se preguntan por qué la Federación Española no solicitó a su debido tiempo la exclusión de Kosovo de su bombo en el sorteo de clasificación para el Mundial. Sí se hizo con Gibraltar y es habitual realizarlo con países con los que existen problemas políticos o conflictos armados, como ocurre entre Rusia y Ucrania por ejemplo. Pero se produjo un error de cálculo, nadie reparó en Kosovo y de aquellos barros vienen estos lodos.
En el plano estrictamente deportivo, España viene de fracasar en Suecia y de enmendar la plana y elevar su nivel de autoconfianza con la goleada frente a los georgianos del domingo en Badajoz. En una selección joven, que alterna actuaciones deficientes con encuentros descollantes, y es difícil acertar qué versión se verá de la Roja. Lo que es seguro es que Luis Enrique insistirá en su 4-3-3 y querrá la posesión de balón y el dominio. Las claves, acertar de cara el gol y ejecutar mucho mejor la presión alta que en Solna para evitar contragolpes y repliegues complicados.
Del partido de Suecia al de Georgia se produjeron cinco cambios en el once y habrá que ver si algunos de ellos, como las significativas ausencias de Busquets y Koke para dar entrada a Rodri y Marcos Llorente, eran para rotar o para corregir errores, evitar desequilibrios y tener más presencia ofensiva. Se da por hecho que Álvaro Morata será el ariete, ya que la sorprendente apuesta por Abel Ruiz no funcionó en el Nuevo Vivero, y hay problemas en el lateral izquierdo. Gayà regresó a Valencia por precaución, Jordi Alba arrastra ligeras molestias, igual que Laporte, y Reguilón se incorporó de urgencia pero solo lleva dos entrenamientos. Con unos o con otros, España es muy superior y debe combatir con las armas del toque y el gol.
Cumplió España con su obligación de ganar Kosovo y encarriló el camino al Mundial porque Suecia, además, perdió en Grecia, pero no conviene equivocarse. Mantuvo la Roja su portería a cero por segundo partido consecutivo, pero la sensación de vulnerabilidad defensiva que ofrece es alarmante. Con casi nada, todos los rivales le generan ocasiones y le dan unos sustos de muerte a campo abierto. Y eso ante rivales de alto nivel es una condena.
Si venció en Pristina es porque Fornals acertó en una de las escasas llegadas y los kosovares erraron ocasiones pintiparadas en contragolpes de libro antes del postrero gol de Ferran, a instancias del VAR. Si todo transcurre sin más sorpresas y vence a Suecia en la última jornada de noviembre, España acabará como líder de grupo y disputará, sin el agobio de la repesca, su duodécima Copa del Mundo consecutiva. Desde que falló en Alemania-74, la Roja siempre ha competido entre los grandes.
Como la sorpresa sería que Luis Enrique apostase por un once tipo, que encadene revoluciones ya no es noticia. Ha dirigido a la selección española en treinta partidos y jamás ha repetido equipo, lo que demuestra que el pasado para él no cuenta, que no tiene hipotecas y que busca tener a todos sus jugadores con el colmillo afilado. También evidencia que la igualdad entre los futbolistas españoles es máxima, con abundancia de profesionales de clase media, pero escasez de figuras desequilibrantes.
Kosovo
Muric, Haderjonaj, Rrhmani, Fazliji, Vojvoda, Loshaj, Dresevic, Bytyqi, Rashani, Rashica y Muriqi.
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España
Unai Simón, Llorente (Merino, min. 86), Laporte, Iñigo Martínez, Reguilón (Albiol, min. 86), Koke, Busquets, Soler (Azpilicueta, min. 58) Ferran Torres, Morata (Sarabia, min. 72) y Fornals (Adama Traoré, min. 58).
Goles: 0-1: min. 32, Fornals. 0-2: min. 90, Ferran.
Árbitro: Bobby Madden (Escocia).
Incidencias: Partido de clasificación para el Mundial de Catar 2022 disputado en el estadio Fadil Vokrri de Pristina ante 1.300 espectadores.
El asturiano considera innegociables el 4-3-3, la presión alta y la posesión con independencia de la enjundia del rival que toque en suerte, pero cambia de jugadores como de ropa. A pesar del buen desempeño de la Roja ante Georgia en un partido unidireccional, nada menos que seis cambios en Pristina. Siete si se tiene en cuenta que Marcos Llorente brilló de interior y desequilibrió en esa demarcación ante los exsoviéticos, pero frente a los kosovaros regresó al lateral derecho en detrimento de Azpilicueta. El madrileño cumple en cualquier demarcación porque es un portento físico, pero atrás es un desperdicio.
En esta ventana de tres partidos, Lucho solo ha mantenido a cuatro jugadores como titulares: el guardameta Unai Simón, el central Laporte, el extremo Ferran Torres y el recién llegado Carlos Soler. Para este duelo que calificó en la previa de muy difícil, exagerando en los parabienes a los kosovares para mantener en alerta a sus jugadores, recuperaron galones Busquets y Koke, aunque con ellos España es más lenta y previsible. Quizá tenga más seguridad en los pases, aunque en la derrota de Suecia ocurrió todo lo contrario, pero circula el balón en modo limpiaparabrisas.
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No entró bien al partido España, desajustada en la presión. Tenía el balón, pero no el control. La faltaba rapidez en la circulación y, como advirtió Luis Enrique que podría ocurrir, permitió transiciones de los balcánicos porque no encimaba bien. El portero Muric, cedido por el City al Demirspor turco y con muy buena pinta, siempre encontraba algún jugador libre.
Con un balón largo y peinado de cabeza o un pase en profundidad al espacio, Kosovo generó inquietud en cuatro ocasiones al principio. Excelentes los movimientos de Muriqi, que por suerte falló en un control fácil cuando se quedaba solo ante Unai, y de Rashica, delanteros del Lazio y del Norwich City que conocen bien el oficio.
Ordenó alguna corrección Luis Enrique, mejoró España y acentuó su dominio hasta el descanso, ya sin sufrir sustos. Pero le costó generar ocasiones en este primer acto hasta que Fornals descerrajó a los kosovares. Gran asistencia de Morata y perfecto movimiento y definición con la zurda del jugador del West Ham. El castellonense se estrenó como goleador de la absoluta en la primera ocasión que tuvo en Pristina. La segunda antes del descanso, un cabezazo de Morata desviado a la salida de un córner.
Se repitieron los problemas defensivos tras la renudación. Bien por mala colocación o por alguna pérdida o pésimo control como el de Iñigo Martínez, de nuevo los kosovares amenazaban. Unai salvó en una salida con el pie y minutos después Muriqi perdonó en un mano a mano de libro. Revivían los locales con esas jugadas que obligaban al portero vasco a arriesgar muchísimo, como ocurrió en La Cartuja y le costó un gol.
Peligraba un triunfo clave y Luis Enrique miró al banquillo. Fuera Soler y Fornals, poco aplicados en defensa, dentro Azpilicueta y Adama. El multiusos Llorente, más feliz de interior. Luego retiró a Morata, incrédulo, y buscó aún más equilibrio con Sarabia. Unai metió una mano salvadora y Lucho recurrió a Albiol y Merino antes de que Ferran abrochase el triunfo con su cuarta diana en esta fase clasificatoria. Habrá que ir al diván pensando en esa 'final four' de la Liga de Naciones que espera en octubre.
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