Los mejores deben jugar siempre
Pako Ayestarán cometió un pecado capital en la dolorosa derrota ante el Celta en el Gran Canaria. Dejar en el banquillo a jugadores con el nivel de Loïc Rémy, Vitolo, Dani, Lemos o Vicente condenó a la UD Las Palmas a ser vapuleada. Los aficionados arrancaron antes de tiempo con un enfado descomunal.
Era su bautizo en el Gran Canaria, en su nueva casa y delante de su afición. Seguramente, la noche antes, Pako Ayestarán había soñado su debut en la isla de mil formas diferentes, pero ninguna contemplaba recibir una manita de un Celta de Vigo que también inició la temporada con muchas dudas.
Se estrenaba con sorpresas en el once titular. Repetían Borja Herrera y Hernán Santana, por quienes ya apostó en el Camp Nou. Con Dani Castellano y Vicente Gómez ya recuperados, dos futbolistas que, en estas condiciones, deberían ser indiscutibles, el técnico guipuzcoano descolocaba a la parroquia amarilla. Y, por si fuera poco, prescindía de los servicios de Vitolo y Rémy desde el inicio. Con Momo sobre el verde y con los internacionales en la banqueta, la UD Las Palmas fue diluyéndose a medida que recibía mazazos en forma de goles.
Hubo mejores sensaciones, sobre todo en los primeros minutos, donde Las Palmas estaba pecando de indolente. El conjunto insular salió a morder al rival, pero, por desgracia, acabó siendo desgarrado por los de Unzué. Con fallos defensivos y sin acierto en el ataque, la escuadra grancanaria mostró su peor imagen en lo que va de temporada, recibiendo dos tantos con un Celta con 10 jugadores. Y, por si fuera poco, el maquillaje de la UD llegaba con dos fogonazos de Vitolo y Rémy.
Demasiado lujo dejar en el banquillo a hombres de un nivel superior y que están llamados a marcar la diferencia. La alineación de Las Palmas, extraña y, tal vez con exceso de confianza por parte del técnico vasco, era una invitación para que el cuadro gallego se diera un festín en toda regla.
Un cúmulo de despropósitos que hay que cambiar de raíz. Y es que, a falta de veinte minutos para la conclusión del encuentro, los aficionados ya estaban abandonando el estadio con caras de pocos amigos. Los mejores futbolistas deben jugar siempre de inicio. Esa es la moraleja que se esclareció ayer en la grada del Gran Canaria.