Luis Suárez da la razón al «cabezón» Simeone

Sus 34 años y su precaria condición física, con una rodilla que requiere tratamiento específico y lavados para eliminar adherencias e impurezas, han reducido a Luis Suárez al área. No suma cuando el Atlético se hace largo o quiere salir al contragolpe porque carece de la velocidad para superar a los rivales. Pero en su zona es letal. Allí reinó en el Alfonso Pérez cuando su equipo se situó en el campo rival y ahí le asestó dos puñaladas de muerte al Getafe de Míchel. En el área fue clave para conquistar el título de Liga con 21 goles el curso pasado, si bien el tanto definitivo que valió el título, conseguido en Valladolid, lo hizo tras una arrancada para aprovechar un regalo defensivo de los pucelanos.

A diferencia del apagado Antoine Griezmann, sustituido sin marcar por cuarto partido consecutivo y del que Simeone reconoce que necesita un período de adaptación tras venir del Barça y encontrarse otro Atlético distinto al que conoció, Suárez es un jornalero del gol que siempre vuelve. «Vino el último tras el verano y cuando estaba con ritmo se tuvo que limpiar la zona de la pierna como todo el mundo sabe; ahora, está volviendo a lo que es él», destacó Simeone del uruguayo.

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Suárez remató cuatro veces ante los azulones: dos fueron goles, uno tras un gran control con la derecha y un disparo letal con la zurda y otro de cabeza; otro testarazo fue al travesaño de David Soria y el primer tiro lo desvió el portero de forma milagrosa en el período inicial. Suárez festejó el doblete en el Coliseum casi con la alegría de un meritorio sobre el césped, aplaudió la unión del grupo a través de fotos con sus compañeros en el vestuario que colgó en las redes sociales, y mostró su inconformismo ante los periodistas.

«Tenemos que dar un poquito más, pero remontar así nos va a venir muy bien anímicamente», subrayó el ariete de Salto tras una victoria que puso fin a una serie de tres partidos consecutivos empatados por el Atlético, uno de ellos en Champions ante el Oporto, y los dos últimos sin ver puerta. «Hay que estar acostumbrado a vivir con la crítica. Yo nunca bajo los brazos, ni me vengo abajo con las críticas igual que tampoco me creo el mejor del mundo con los halagos», resumió.