El Geta de Bordalás saca de quicio al Barça

Un choque de estilos. Eso es lo que se encontró el Barça sobre el césped, más corto y regado que en la temporada anterior, del Coliseum Alfonso Pérez. Xavi dispuso su 4-4-2 habitual desde el pasado año con el objetivo de masticar a un rival acostumbrado a ceder metros, a ofrecer pelea y a aprovechar cualquier despiste para pasar factura. Los culés lo hicieron con la misma estructura que manejan últimamente, pero con novedades llegadas en este mismo mercado de fichajes.

Oriol Romeu tendría la difícil misión de suplir a Busquets y Gündogan, bastante discreto en su debut liguero, tendría que hacer de Gavi, que esperaba impaciente su oportunidad en el banquillo. Ellos fueron los cambios de un Barça que se preparaba para un ejercicio de paciencia.

Y es que el escenario que todos imaginaban se cumplió. El Barça plantó la línea defensiva a muchos metros de la meta de Ter Stegen, se instaló en campo contrario y empezó a mover el balón de lado a lado para desgastar a un rival que se movía como un acordeón, al ritmo que marcaba su rival. Xavi pedía «uno o dos toques» para paliar la falta de fluidez en una primera mitad de ritmo lento con la pelota, pero de mucha tensión.

Los culés tuvieron las mejores ocasiones con un disparo de Oriol Romeu que lamió la cepa del poste y con un mano a mano de Raphinha que desvió David Soria. Era una buena versión del campeón, pero todo se fue al traste a medida que el Getafe lograba su objetivo de sacar de quicio a los azulgrana en cada disputa. El que peor entendió ese 'otro fútbol' fue Raphinha, que ya tenía una amarilla cuando, fruto de la tensión, vio la roja directa por propinarle un codazo sin balón a Gastón antes del paso por vestuarios.

Tras la reanudación, Xavi recompuso a los suyos para seguir llevando la iniciativa pese a tener que jugar en inferioridad numérica, lo que restaba de encuentro. El egarense dio entrada a Abde por Christensen y viró el 4-4-2 hacia un 3-4-2 en el que De Jong y Oriol Romeu debían echar una mano en la salida desde atrás y en el que Abde podía renovar el empuje en la presión en campo contrario. El plan pareció funcionar y el Barça se puso otra vez manos a la obra ante un Getafe que se descolgaba con más futbolistas y amenazaba con romper el partido.

En una de esas Araujo encontró la espalda de Jaime Mata y el delantero le derribó. Fue la segunda amarilla para el 7, un poco más de gasolina para un estadio en erupción y más tensión para un partido que estaba al rojo vivo a falta de media hora para la conclusión.

El Barça era superior y tuvo dos ocasiones para fructificar su dominio, pero la falta de puntería de Abde, muy activo desde su entrada, y Damián Suárez bajo palos evitaron que el marcador se moviese antes de la tercera expulsión, la de Xavi. El técnico egarense se fue al grito de «es una vergüenza» y tuvo que ver desde la bocana de vestuarios el último arreón de su equipo gracias al ingreso de Lamine Yamal, Gavi y Ansu Fati. Los culés se volcaron con el empuje de los más jóvenes.

Yamal entró con el mismo desparpajo que mostró en el Joan Gamper y fue protagonista en los últimos minutos. Encaró a su par una y otra vez, generó desequilibrios y puso un balón medido a Ansu Fati que el 10 disparó por encima del travesaño en la ocasión más clara de la segunda mitad. No fue el día de un Barça que comenzó con la mejor de las intenciones pero que se fue desquiciando a medida que el Getafe le hizo bajar al barro del Coliseum. Para remata, Soto Grado fue avisado por el VAR pero observó una mano de Gavi antes de un claro penalti a Araujo. Mäs madera.