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Salvador del Deportivo de La Coruña en sus peores momentos y creador de una historia irrepetible, los 116 años del club gallego serían imposibles sin entender sin él. Arsenio Iglesias (Arteixo, 1930) histórico jugador, entrenador y mito del equipo blanquiazul, falleció a los 92 años de edad en la ciudad que lo nombró hijo adoptivo y de la que tiene todas las distinciones posible.
Santo y seña del glorioso Superdépor, abrió la etapa más brillante del club y llevó hacia la leyenda al equipo gallego, con el logró un subcampeonato de Liga en 1992 tras el siempre recordado, y llorado por el deportivismo, penalti maldito de Miroslav Djukic; y con quien ganó como arquitecto principal la Copa del Rey en una mítica final en el Santiago Bernabéu ante el Valencia en 1995.
El legandario 'brujo de Arteixo' dedicó la mayor parte de su existencia al fútbol, y no solo enseñó a soñar al aficionado deportivista sino que le hizo ver que los sueños también podrían hacerse realidad. A día de hoy sigue siendo el entrenador que más partidos oficiales dirigió al Dépor en hasta tres etapas distintas (566) y el que le guió a conquistar su primer título, además del faro que transportó de nuevo al club a Primera. Su balance en el banquillo de Riazor fue de 250 victorias, 143 empates y 173 derrotas, con 758 goles a favor y 575 en contra.
Más allá de los números, Arsenio fue una de las figuras imprescindibles para entender la historia de los blanquiazules, junto a los históricos Bebeto y Mauro Silva, campeones del mundo con Brasil en 1994; Fran, capitán y uno de los últimos 'one club man' de la Liga, Donato, Liaño, el mejor Zamora de la historia de la Liga española con 26 porterías a cero; o Augusto César Lendoiro, presidente que lo cambió todo.
Arsenio será recordado también como un mito del Hércules, donde antes de conquistar definitivamente al Deportivo desde el banquillo, triunfó en el equipo de Alicante en los años 70, en el que logró el mayor hito en su historia: volver a la máxima categoría del fútbol nacional y rozar con las yemas de los dedos Europa. Pasó también por los banquillos de Zaragoza, Burgos, Elche, Almería y Compostela. Como jugador, también militó en un Deportivo en el que debutó con gol al mítico Ramallets, al que cuenta la leyenda que pidió perdón. Posteriormente formaría parte de equipos como el Sevilla (con el que jugó la Copa de Europa), Granada, Albacete y Oviedo, donde colgó las botas en la temporada 1964-65.
Tras sus éxitos con aquel 'Dream Team' con sabor gallego, llegó a entrenar en los últimos coletazos de su carrera al Real Madrid, sustituyendo a mitad de temporada al cesado Jorge Valdano en mitad de una temporada convulsa en el club blanco. A los 65 años era una tentación imposible de rechazar. Dudó al principio, pero era el Madrid, algo mitificado para los de su generación. Apenas dirigió 19 partidos. El viejo zorro no pudo con aquel gallinero que lideraba un tal Raúl González Blanco en 1996.
En 2020, la Comisión de Honores y Distinciones del Concello de A Coruña aprobó, por unanimidad de los grupos municipales, que Arsenio Iglesias fuera nombrado hijo adoptivo de la localidad, una calle a su nombre y que la ciudad deportiva de La Torre llevara, de entonces en adelante, su nombre. Hombre prudente, sin hacer ruido ni en la gloria ni en los momentos de mayor dificultad, en su figura convivían el paisano cauto que nunca vendía la piel del oso antes de cazarlo y el líder de éxito en la élite deportiva. «Cuidado con la fiesta que nos la quitan de los fuciños», fue una de sus grandes frases que todavía siguen siendo recordadas a día de hoy para alertar del exceso de euforia.
Cordial y afable en el trato, ídolo de una hinchada que siempre apreció su humildad, sencillez y retranca, se había apartado de la vida pública debido a su avanzada edad hace ya algunos años, pero este gallego arquetípico que fue nexo de unión entre buena parte de Galicia y el club que patrocinaba Feiraco en el nacimiento del Superdépor, nunca se fue del todo, porque para el deportivismo siempre será eterno.
Erró sin duda en 'El fútbol de El Brujo' de Xosé Hermida cuando pensó que al retirarse la gente se olvidaría de él, pero no cabe duda de que eso sería como olvidarse de quién es el Deportivo de la Coruña.
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