Isak, el joven faro ofensivo de Suecia

En verano de 2019 el delgado goleador de 1,90 metros era un desconocido para el aficionado, al que le llegaron las primeras referencias con una peligrosa y atrevida comparación: «El Ibrahimovic negro». Sin embargo, llevaba tiempo haciendo ruido en el mundo de los ojeadores. En noviembre de 2016 Isak visitó las instalaciones de Valdebebas y, en el mercado de invierno de 2017, el Real Madrid lo ató. O eso creyeron, porque un mes después lo firmó elBorussia Dortmund. Y por si no fuera poco, se encumbró en cuartos de final de Copa en el Santiago Bernabéu con dos goles en aquella victoria por 3-4 ante los blancos hace algo más de un año.

Aterrizó en Zubieta en un entorno familiar y sus compañeros de vestuario destacan de él su sentido del humor. Es tímido, pero como se dice, las mata callando. Y se puede hacer un paralelismo de eso con su rendimiento sobre el terreno de juego. Como los grandes goleadores, huele el peligro. El que puede generar él. Es capaz de pasar desapercibido, sin apenas tocar el balón, pero acertar en las pocas ocasiones que tiene. Ha sucedido esta misma temporada, por ejemplo, en la visita del Alavés a Anoeta. La Real no conseguía encontrar a su referente ante un equipo cerrado atrás, pero cuando el sueco vio el hueco, derribó el muro: 'hat-trick' en veinte minutos.

A pesar de su juventud, no huye del protagonismo y de la responsabilidad. No se hace el sueco, nunca mejor dicho. Llegó a San Sebastián con Willian José en su mismo puesto y el brasileño se ha visto obligado a emigrar ante la irrupción de Alexander Isak, que esta temporada, con sus 17 tantos, ha igualado una marca intacta desde 2009 registrada por el Kun Agüero: en todo ese tiempo no ha habido un jugador en edad sub'21 que haya marcado tantos goles.

Su comunicación con los creadores del juego de Imanol Alguacil ha sido fluida desde el primer día. No le costó incorporar el castellano a su mochila de idiomas después de recibir clases durante solo un año. Se ve tan sobrado que este curso las ha dejado. También se puede hablar con él en sueco, inglés, tigriña (eritreo) y alemán.

Que se sepa, no habla noruego, pero su química escandinava sirvió la temporada pasada para que Isak y Martin Odegaard fueran los socios perfectos. Llegaron a la par a la ciudad, compartieron hotel mientras encontraban un piso y se les vio en las redes sociales tocar el piano juntos, demostrando así la gran compenetración que tenían.

Este año ese asistente predilecto se ha repartido entre David Silva y Mikel Oyarzabal y Mikel Merino. Afortunadamente para España esta noche, Janne Andersson no cuenta con un jugador de esa categoría para nutrir de balones a su hombre de referencia. Puede serlo Emil Forsberg, pero el del Leipzig debe dar un paso adelante en esas responsabilidades de creación de juego.

De todos modos, Luis Enrique ya está alerta de las capacidades de Isak, que también ha demostrado en LaLiga ser independiente y buscarse sus oportunidades por su cuenta. Mikel Oyarzabal y Diego Llorente bien conocen su zancada y velocidad punta que ha ido puliendo para combinarla junto a un efectivo control del balón y rapidez para armar la pierna.