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Cien años de hermandad luchística

Cien años de hermandad luchística

Las luchas canarias y leonesa comparten multitud de rasgos y mañas, además de una relación histórica que data, al menos, de 1921

PEDRO REYES

Las Palmas de Gran Canaria

Domingo, 22 de agosto 2021, 02:00

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Un paseo por tierras de León cualquier verano y se pueden encontrar en la misma capital o en las montañas, los corros de la lucha leonesa o los aluches. En esta época del año, la practican con más asiduidad. A primera vista, se parece mucho a la lucha canaria, solo que llevan un cinto que han de agarrar hasta que el contrario cae de espalda, costado o barriga. Otra diferencia importante es que se lucha de manera individual, no se hace por equipos, si exceptuamos el tradicional corro de la Ribera contra la Montaña, donde ambos conjuntos, defienden dichas zonas geográficas. Las eliminatorias son por pesos y no todos contra todos.

Estas diferencias importantes con el vernáculo deporte, no siempre han sido así. Hace 150 años, el cinto no existía para el agarre, este era a mano arriba o al pantalón. Los problemas que tuvieron para tener ropa de brega al romperse con facilidad, les obligaron a la introducción del cinto para evitarlo. Con el paso de los años ya cuando se hizo un deporte federado, modifico la normativa y aparecieron los pesos para evitar la descompensación de los luchadores y el agarre obligado al cinto.

Jose Antonio Robles, profesor de la Universidad de León, exluchador y cuya tesis fue sobre la lucha leonesa, es una de las personas más entendidas en este deporte tradicional leonés. Con varios libros, artículos y ponencias sobre la lucha leonesa, la define de la siguiente manera:

«La lucha leonesa o aluches, como popularmente se la conoce, es uno de los deportes autóctonos, populares y tradicionales más antiguos de cuantos perviven en toda España. A pesar de la leyenda de su posible origen astur y prerromano, los aluches conservan todavía el tipismo rural y campestre que siempre les ha caracterizado. Cada verano, con motivo de las fiestas de los pueblos, renace la práctica de los aluches. Los corros de aluches en las praderías, las eras o los campos, hoy típicos de una zona muy concreta de la montaña y ribera leonesas, se remontan, de forma más o menos conocida, a los siglos XII y XIV; en esos tiempos la repoblación de algunos territorios presentaba frecuentemente peleas y combates por los pastos; ésta es, quizás, la razón por la cual, desde siempre, se ha dicho que los pastores han sido practicantes, transmisores y responsables de la actual pervivencia del aluche. Más allá de la leyenda, es cierto que los aluches y su práctica han tenido desde siempre mucha relación con determinadas profesiones, localizadas en el mundo rural, como son los ganaderos, pastores, molineros, etc».

Robles incide en que «las luchas entre ganaderos, pastores y labriegos se conocen desde el siglo X» y culmina con «los aluches es el único deporte de contacto que sobrevive en la península ibérica».

En ello se puede ver que la lucha, muchas veces era para dilucidar conflictos, al igual que hacían los aborígenes canarios, como una manera de ver quién tenía razón. Los isleños, como sus antecesores los bereberes, eran pastores y agricultores, lo que incrementa las características similares. La presencia bereber en León posiblemente influyó o incluso pudo ser el origen, pero no está estudiado.

El catedrático de historia del derecho de la Universidad Juan Carlos I de Madrid, Gonzalo Martínez Diaz, en un trabajo para un Curso de la Universidad de Murcia titulado Mozárabes, identidad y continuidad de su historia`', expresa la existencia de bereberes en tierras leonesas. «En efecto, en el año 739 los bereberes de la zona tingitana y de las comarcas del Sur, indignados por las muchas vejaciones que venían sufriendo por parte de las autoridades árabes, se alzaron en armas, ocupando en el 740, la ciudad de Tánger y dando muerte al gobernador del Magreb; la rebelión se extiende a los mismos límites de Túnez. Los ejércitos de los walís de al-Andalus y de Ifriqiya, que acuden a apagar la rebelión son derrotados y rechazados; otro ejército enviado desde Siria por el califa, que llegó a alcanzar la fabulosa cifra de 70.000 jinetes e infantes, fue deshecho y dispersado por los bereberes en octubre o noviembre del 741. Con la noticia de estos desastres árabes en el norte de África y los paralelos triunfos de los sublevados, los bereberes asentados en la Península, deciden sumarse a la sublevación emulando a sus hermanos de raza; La sublevación triunfó plenamente en Galicia y en la cuenca del Duero donde la mayor parte de los musulmanes asentados eran bereberes; estos dieron muerte o ahuyentaron a los pocos árabes residentes en Galicia, Astorga y demás comarcas situadas al sur de las gargantas de las montañas controladas por Alfonso I. Habiendo liquidado cualquier presencia de árabes en la cuenda del Duero los bereberes formaron tres ejércitos en la primavera del 742 que abandonando sus lares al norte de la Cordillera Central se pusieron en marcha contra Toledo, Córdoba y Medina Sidonia».

Características comunes

Si se quitan las variaciones que hubo de tener para convertirse en deporte federado , la lucha leonesa y la canaria de la Edad Media, eran bastantes similares en buena parte de las facetas, pero solo un estudio más profundo, hasta ahora no realizado sobre la conexión con la lucha que practicaban los bereberes, se podría dar más información e incluso cambiar la historia sobre el origen del deporte predilecto y tradicional de León o la confirmación de la influencia que los bereberes pudieron tener en la lucha leonesa . Modo de agarre- a brazo partido-, tipo de mañas, finalización, venían de las disputas de los pastores, se luchaba en los prados donde se celebraban las fiestas de los pueblos, de manera individual y el ganador adquiría cierto prestigio social; había que vencer a todos los oponentes sin limitación de números; los combates eran en lugares abiertos o cerrados, pero en un círculo de 18 metros llamado corro, mientras en la canaria, va de 15 a 17 metros; son algunas características que une a la lucha canaria y la leonesa antes de convertirse en deporte federado. Incluso la nobleza de ambos deportes la llevan intrínseca. En la lucha leonesa, el perdedor levanta al final al vencido; en la lucha canaria, le levantan la mano. En la final del mundial de 2017, Kevin Acosta levantó a Fabián Rocha después de perder la final, al estilo leonés, posteriormente de haberle levantado la mano al estilo canario.

Nombres como zancajo, mediana, garabito, cadrilada, dedilla, gocha, cadril y media vuelta, tranque, sobaquillo o traspiés, son algunas mañas o técnicas de lucha leonesa que equivaldrían en lucha canaria a una burra, burra a la zurda, burra hacia adelante, cadera, zancadilla o traspiés, pardelera, media cadera, cango a la zurda, sacón de aire o ganchillo.

Son las mismas mañas, pero ejecutadas con agarre al pantalón en la canaria y con agarre al cinto en la leonesa, realizadas de manera similar dentro de cada deporte.

Las diferencias más importantes también, además del agarre, es que en la lucha canaria se da por caído desde que un adversario toca con una parte de su cuerpo el terrero, salvo el pie, mientras que la leonesa es más permisiva ya que si se puede tocar con la rodilla el terrero, y se da por caído con puntuación diferente pues el objetivo es que toque la espalda el suelo, lo que daría dos puntos o si es de costado o barriga, un solo punto. A pesar de ello, según el propio José Antonio Robles, en algunos lugares a principio del siglo XX, se daba por pedido si se ponía la mano o la rodilla en el suelo.

El periódico Falange, ya en abril de 1958 recordaba, los enfrentamientos de lucha leonesa y canaria desde antaño, donde el Faro de Maspalomas fue uno de los que intervino. El autor del comentario, se hacia la pregunta por la cantidad de similitudes que tenían ambas de quien había sido primero ya que si quitábamos el cinto «en los demás aspectos son paraiguales, reflejando sus virtudes y caballerosidad, a la par que elegancia en la ejecución».

Emilio Rivero en el periódico La Prensa, del 14 de diciembre de 1926, ponía el origen de los encuentros entre canarios y leoneses en 1921, gracias a unos soldados que vinieron destinados a Gran Canaria.

En definitiva, las luchas canaria y leonesa, especialmente en sus etapas originales, tienen más cosas en común de las que nos podemos imaginar. Si en los próximos años se investiga a fondo su origen y se descubre que es bereber, o si no lo es, que al menos tuvieron gran influencia en su desarrollo, se podría considerar como luchas, más que primas, hermanas.

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