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Jay Vine repite bajo la niebla y Enric Mas se pega a Evenepoel
Etapa 8

Jay Vine repite bajo la niebla y Enric Mas se pega a Evenepoel

El balear llega con el líder y con Roglic a Fancuaya y se coloca segundo en la general, con Carlos Rodríguez cuarto y Juan Ayuso quinto

j. gómez peña

Sábado, 27 de agosto 2022, 12:00

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La niebla le sienta bien a Jay Vine. Bajo ese velo había ganado en el Pico Jano cántabro y repitió en el Collado Fancuaya asturiano. No mira el paisaje. Va pendiente del potenciómetro. En su burbuja. Así se ha hecho ciclista: sobre un rodillo mirando la pantalla de un ordenador. Así ganó una carrera virtual que tenía como premio un contrato profesional con su actual equipo, el Alpecin. «Sin aquella victoria, hoy no sería ciclista», confiesa. Y sin su arrojo. Es australiano y era un buen corredor de mountain bike. Quería más. Lo vendió todo, recogió el dinero y voló a Europa. A la aventura. Nunca había salido de su casa. En el Viejo Continente le pilló la pandemia. Sin carreras. ¿Qué hacer? Buscarse la vida. Se convirtió en un ciclista indoor, de rodillo y ordenador. Lo que haga falta. Tiene 26 años y ya dos etapas en este Vuelta.

Nadie en la fuga, ni Soler ni Landa, pudieron seguirle. Vine corrió como sabe en la cuesta final. Como si estuviera solo. Frente a su pantalla. Fijó su marcha, de pedaleo ágil incluso sobre rampas del 19% y solo miró atrás una vez. Para comprobar su feliz soledad. Soler tuvo a Vine a tiro, pero se fundió en el kilómetro final. Entró a 42 segundos, con Taaramae y Pinot. Detrás, Evenepoel, piel metalizada de sudor, quería reforzar su liderato. Tampoco se gira. Tira y tira. Solo Enric Mas y Roglic le soportaron. Mas, atrevido, quiso pasarle en la última rampa. Un gesto. Evenepoel no se lo permitió. Es orgulloso. El belga le saca al balear 28 segundos en la general. El tercero es Roglic, a un minuto. El esloveno acecha. Confía en ir a más.

A unos metros, a apenas 13 segundos, llegaron Simon Yates y el joven Carlos Rodríguez, el mejor del Ineos, el equipo que ve cómo Carapaz empequeñece a diario. Rodríguez, con 21 años, es su baza. Y 50 segundos después aparecieron Almeida, Hindley y Ayuso, la perla de 19 años. Al segundo puesto de Mas en la general se unen el cuarto de Carlos Rodríguez, a 1.47, y el quinto de Ayuso, a 2.02. El relevo ya está aquí. Dos días de niebla lo han dejado claro.

Era una de esas etapas que te obligan a mirar al frente. La montaña de la Colladona es una de las paredes que circundan Pola de Laviana, la salida de esta octava etapa. Tierra minera, de carbón, de gente endurecida, que sufría en seco, sin llorar. Sin quejarse. El recorrido es el que es. Y empezaba violento por la Colladona. Un inicio así elige a los mejores. Se movieron Valverde y Carapaz, y castigaron al Quick Step, el equipo de Evenepoel. Luego coronaron el puerto Jay Vine, el ganador en el Pico Jano, y Marc Soler, el vencedor en Bilbao. Camino de segunda de las seis cuestas, Mozqueta, se les juntaron Lutsenko, Taaramae, Hamilton, Landa y tres del Groupama, Armirail, Reichenbach y Pinot, el francés que aprendió a convivir con sus temores a los descensos.

En el relato 'La partida', de Miguel Delibes, uno de los marineros pregunta por qué el que sabe nadar flota sin moverse y cuando no sabe se hunde. Así le responden: «El miedo pesa». Pinot, como Evenepoel y Enric Mas, han arrastrado a veces ese lastre. Los tres parecen liberados en esta Vuelta. Con Pinot iba en la fuga otro ciclista desencadenado, Landa. Desde el inicio de esta Vuelta se quitó un peso. Dejó claro que no viene a pelear por el podio, su lucha habitual. Que iba a buscar etapas. Como esta primera por Asturias. El alavés era el mejor de los escapados en la general, a 6.33 de Evenepoel. El equipo del líder belga les dejó coger cuatro minutos. No más. A un rival como Landa, dos veces tercero del Giro y en dos ocasiones cuarto del Tour, no se le puede permitir que resucite.

Ni Soler ni Landa pueden con Vine

Tocaba un día en la mina. De rascar hasta con la uñas para extraer el mineral. A Landa le gustaba la etapa. Ya había avisado un día antes que iba a ir a por ella. Tiene palabra. Le va mejor cuando corre sin bozal, cuando la carrera le permite pedalear como los ídolos que le inspiran, Pantani, Iban Mayo... Piratas. Bandera negra. Al abordaje. La fuga defendió cuatro minutos en las subidas a Santo Emiliano, Tenebreo y Perlavía. Con esa renta se toparon con la cuesta final, nueva, exigente, el Collado Fancuaya. Verde. Aire transparente. Diez kilómetros al 8,5% de pendiente media. Un puerto de verdad. Muchos iban a tener que conectar el respirador automático.

Landa comprobó allí que aún está lejos de su mejor nivel. Resopló y levantó el pie. Otro día será. Tampoco Pinot se encontró. Flotaban sobre las copas del bosque las burbujas de los ahogados. La niebla se adueñó de todo. Le puso techo a la montaña. Y así, bajo techo, es como mejor se desenvuelve Jay Vine, ciclista acostumbrado a rodar entre cuatro paredes. Le bastó un ataque, profundo, a los vatios que le dictaba su ordenador. Subió a ciegas y cuando al fin levantó la mirada ya tenía su segunda etapa en esta Vuelta. En Australia no le queda nada. Lo vendió todo. En Europa empieza a coleccionar victorias en esta edición de la ronda en la que manda Evenepoel. El belga se adaptó a los muros de Fancuaya. Otro paso en su aprendizaje. Pero Mas y Roglic fueron sus sombras. Tratarán de que aprenda con una derrota.

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