El club claretiano rendirá homenaje al médico de La Aldea fallecido en 2020 en la cita ante el Real Madrid este sábado (19.45 horas, Gran Canaria Arena). Su familia recuerda la pasión y la dedicación de una persona inolvidable
óliver suárez armas
Las Palmas de Gran Canaria
Jueves, 12 de mayo 2022
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Una sonrisa eterna. Una personalidad y un sentimiento que despertó cariño, admiración y respeto personal y profesional por su trabajo, su humildad y su entrega a propios y a extraños.
Pedro Montesdeoca Ramos dejó una huella imborrable en la sociedad canaria en general y en el Club Baloncesto Gran Canaria en particular, una entidad a la que perteneció con orgullo como jefe de los servicios médicos durante casi tres décadas. Compromiso, fidelidad y cercanía como valores para recordar y fomentar. El mejor legado posible. El Doc de todos y para todos.
El médico nacido en La Aldea, traumatólogo en el Hospital Materno Infantil, presidente del Foro Roque Aldeano y presidente de la Asociación Española de Médicos de Baloncesto hasta 2018, falleció a los 62 años a causa de un infarto el pasado 7 de mayo de 2020. Una marcha sentida por su familia, amigos y por los trabajadores y aficionados del club claretiano.
Vivió muchas etapas de amarillo, pero con la felicidad de conquistar la Supercopa Endesa en 2016 en Vitoria, al tiempo que disfrutó de una final de la EuroCup contra el Khimki ruso en el curso 2014-2015 y otra de la Copa del Rey contra el Real Madrid en 2016. Precisamente, la entidad insular rendirá un homenaje a su figura con motivo de la visita del plantel de Pablo Laso este sábado, a partir de las 19.45 horas.
La familia Montesdeoca Rodríguez lo recuerda antes de pisar el Gran Canaria Arena para un necesario y merecido reconocimiento tras tantos años de entrega, dedicación y amor a unos colores que siempre lució.
«Impregna nuestras vidas»
«No recuerdo muy bien cómo llegó Pedro al Granca, sé que mis hijos eran pequeños. Nunca consensuamos si eso era bueno o nos interesaba, él fue haciéndolo sibilinamente muy despacito y así yo no me daba cuenta, pero ahí estaba», asegura su viuda Mariana Rodríguez a este periódico.
«Desde que puedo recordar, el Granca impregna nuestras vidas en todos los aspectos. Condicionaba las vacaciones de verano, las Navidades, condicionaba la Semana Santa y los puentes en el Sur porque él tenía que ir a los entrenos y se pasaba medio puente en la carretera», destaca.
Mariana profundiza en que «el Granca era como algo suyo, algo que necesitaba no solo como médico sino también como persona. Él estaba cuando venían los jugadores, cuando se instalaban, cuando nacían sus hijos, con sus familias y con quien hiciera falta...».
«En mi casa se respira Granca por todas partes, en las estanterías, en las fotos, en los armarios, en la ropa... Era como un proyecto personal que abarcaba más de lo deportivo y profesional. Ocupaba gran parte de su día a día y nos hacía participar a nosotros en la medida que él quería», dice.
Las vivencias son infinitas y las anécdotas para sonreír toda la vida. Mariana, natural de Cáceres, recuerda que «Pedro llevaba el club a todas partes. Hace unos años estábamos en mi pueblo desalojando la parte de arriba de mi casa, nosotros le decimos el doblado que es como un altillo y, de repente, vimos en una cajita calendarios del Granca desde hacía muchísimos años y nos reímos muchísimo. Mi madre los usaba y luego guardaba las fotos, así que teníamos una cronología del equipo a través de los calendarios que ella guardaba».
«En casa era mi hijo el que compartía esa afición, los momentos... Los dos eran como una piña cuando estaban juntos. Reconozco que nunca participé de ese entusiasmo con el equipo, pero no puedo olvidar muy buenos momentos desde luego, como los que cada mes de junio compartíamos con los médicos de la AEMB», señala.
Mariana se emociona al pensar en el homenaje. «Era algo muy especial para nosotros. No puedo imaginarme a Pedro sin su Granca desde luego, pero tampoco soy capaz de visualizar el Granca sin él», resalta.
«Con buenos ojos desde arriba»
«Mi padre siempre ha sido un héroe del Granca para mí, mi propio héroe. Me transmitió esa forma de que me gustara el baloncesto y, a partir de ahí, me gustaron esos valores que siempre he transmitido y digo que son muy positivos con respecto a otros deportes». Así se expresa su hijo Eduardo Montesdeoca, con palabras repletas de orgullo para recordar a su padre.
«Es algo que siempre le agradeceré y, por supuesto, la parte de héroe que siempre ha tenido. Cuando falleció yo estaba en Madrid, estuve 13 años y no me perdía ni un partido del Granca. Me acuerdo verlos con mis amigos de distintas partes del país y decirles: ¿Ves ese que está sentado ahí? Ese es mi padre. Eso te llena de orgullo y, sabiendo lo sacrificado que era para él, pues te gusta mucho y no puedes más que alabarlo», agrega.
Una vida dedicada al Club Baloncesto Gran Canaria. «26 años, ¿no? Esos los oficiales porque empezó antes con Miguelo -Montes-, el anterior médico. Siempre le agradecía la oportunidad de estar ahí porque luego fue cuando le encantó», apunta.
«Él siempre venía con una sonrisa contando cosas del Gran Canaria, aunque fuese mal en la Liga. Siempre tenía un buen rollo enorme con los jugadores. Recuerdo de pequeño que Morton, Burditt, Brabender pasaban por mi casa cada dos por tres... Todos, y eso molaba mucho. Siempre que había un problema él estaba ahí para mirarlo», dice.
Eduardo ahonda en que «hay que tener en cuenta que, cuando venían los jugadores aquí y algunos no tenían ni idea de dónde estaban, él sin saber inglés ni nada, lo que para mí era más loable, contactaba con ellos para decirles que estaba aquí para ellos y para sus familias. Cualquier cosa que necesitaran para que se lo dijeran. Trabajaba en el Materno Infantil y tenía esa versatilidad de poder ayudar a todo el que lo necesitase».
Sobre el homenaje en el recinto de Siete Palmas con motivo de la visita del Real Madrid -era muy aficionado del club blanco en fútbol- al recinto de Siete Palmas, Eduardo señala que «es algo que, personalmente, me hacía bastante falta. Mi madre, mi hermana y yo sabemos todo lo que le ha dado al club. Es emotivo, lo llevábamos esperando y nos agrada que se haga. Solo deseo que él lo vea con buenos ojos desde arriba».
«Me alegra que no se olvide»
«Siempre me llamó mucho la atención la dedicación y la pasión que mi padre tenía sobre el baloncesto y el Gran Canaria. Sobre todo, porque si nos ponemos a analizarlo, no era un jugador en la cancha, pero su pasión era tan grande que podía apreciarlo como uno más. Su dedicación era plena y de admirar», manifiesta su hija Alejandra.
«Siempre me llamó mucho la atención y me inspiraba muchísimo. Al fin y al cabo, es ver cómo se iba descubriendo, integrándose y creciendo a nivel profesional con sus servicios médicos al equipo. Su dedicación era muy admirable para mí», analiza.
Alejandra desvela un aspecto que tiene grabado a fuego en su corazón. «El papel que jugaba en el equipo y sin pisar la cancha era tremendo. No solo daba los servicios médicos al equipo, estaba para ayudar a todos los jugadores y a sus familias, que pudieran sentirse bien acogidos e integrarse lo mejor posible. Eso hace que su papel en el baloncesto y en el Granca fuera más allá de simplemente ser el Doc», dice.
«Era una cosa que nosotros veíamos y sufríamos también porque lo veías preocupado y pendiente, pero que también admirábamos y nos ha sabido transmitir. Tenía eso, siempre decía que si había algo que él pudiera hacer para ayudar, ahí estaba y lo hacía. Es algo que se reconoce, valoro muchísimo y toda la gente a su alrededor lo apreciaba y valoraba», agrega.
Alejandra considera que «por eso, muchos jugadores siguieron siendo su amigo a pesar de que dejaran el equipo o se retiraran. Es algo que la familia del Granca ha estado eternamente agradecida. Ser un buen profesional como era mi padre se aprecia muchísimo, pero si le añades la humildad, la confianza, el cariño, la dedicación y la pasión eso se extrapola a todo lugar de trabajo».
«Eso le caracterizaba, su gran humildad añadida a su gran profesionalidad», añade.
Alejandra tiene muy presente que «lo relaciono con el Granca desde que tengo uso de razón. Me recogía en el colegio y de camino parábamos en el entrenamiento. Me inculcó esa pasión y ser una gran aficionada».
«Ahora vivo en el extranjero, pero veo los partidos. Siempre tengo esa emoción que le agradezco a mi padre. Mi hermano todavía juega cuando puede», dice.
Las anécdotas con el inglés
«Tengo muchísimas anécdotas, pero volviendo al tema de la dedicación que daba a los familiares de los jugadores. Siempre se aseguró de que mi hermano y yo tuviéramos un buen nivel de inglés. Él se defendía, me sorprendía lo bien que lo hacía, pero me pasaba algún audio de las mujeres de los jugadores por si tenían alguna pregunta médica. Me daba orgullo poder ayudarles en eso, aportar mi granito de arena a la dedicación, trabajo, esfuerzo y pasión que él le daba», incide con entusiasmo y amor infinito.
Como su hermano Eduardo, Alejandra se muestra «muy agradecida de que, por fin, se le reconozca un poco más porque nunca habrá suficientes formas de reconocer la grandísima labor y dedicación que mi padre dio al baloncesto y al Granca».
«No me olvido de la Asociación de Médicos de Baloncesto. Desde organizar las conferencias aquí... Agradezco que se le valore y reconozca y que le hagan este reconocimiento público», asevera.
Al igual que su madre Mariana, Alejandra se emociona al pronunciar que «mi padre era una grandísima persona, me alegra que no se olvide y se quede en todos nuestros pensamientos. Me alegro de que haya contribuido a tanto buen hacer y que la gente se lo reconozca, que esté agradecida y que lo mejor que hemos podido hacer de mi padre es haberlo disfrutado».
Mucho más que un 'Doc'
Opinión de Sitapha Savané, leyenda del Gran Canaria (2004-2012 y 2015-2016)
«Cuando pienso en los momentos más memorables de mi tiempo en el Granca siempre está el Doc en la foto porque ha estado en todos ellos. Realmente, cuando hablamos de la parte de la plantilla, Joan Pera y él son los que han estado ahí durante cada una de mis nueve temporadas con el Granca.
Con el Doc la relación con los jugadores ha ido más allá de un doctor que te cuidaba cuando tenías algún problema. De hecho, Jim Moran me tenía preavisado cuando llegué, me dijo que este es nuestro Doc, pero ya verás que es mucho más que un Doc. Y tanto que lo he visto. Tengo recuerdos con el Doc de todo, de irnos a cenar los dos como irnos con todo el equipo, salir de Carnavales con todo el equipo disfrazado, como llamarle para una visita de mi cuñada cuando estaba embarazada y tenía algunas preocupaciones, cuando mi padre se operó de los ojos fue en Gran Canaria a través de él...
Repito que me ha cuidado a mí, pero también a toda mi familia. Y esto no es el caso solo de los jugadores, ya que, como he ido descubriendo más cuando se ha ido, extendía esta ayuda a un montón de gente que ni siquiera entraba debajo de su paraguas.
Cuando siempre hemos hablado del Granca como una familia, pienso en el papel de gente como el Doc. El Granca que muchos añoramos es el Granca en el que el Doc se convirtió en todo, desde un amigo, un hermano o un padre si hacía falta para los jugadores que estábamos ahí. Incluso, cuando me he marchado del Granca, muchísimas veces si tenía alguna preocupación le llamaba.
Nuestra última conversación fue el día antes de que marchó porque, estando en la tele íbamos a hacer un programa del protocolo covid que estaba preparando la Liga Endesa, me pidieron llamar a alguien con conocimiento y la primera persona en la que pensé fue en el Doc.
Lo llamé y estaba con Xavi Rabaseda en el coche yendo hacia el hospital, haciendo otra vez más allá de lo que le podía tocar. Me atendió, me explicó todo y quedamos en volver a hablar y quedar la próxima vez para tener nuestros clásicos debates de política, deportes, la vida, sobre todo...
Por desgracia, esto nunca pudo ser, pero sé que donde esté sigue mirando sobre todos nosotros, sus jugadores, sus amigos, sus hijos que seguimos aquí, y también lo tenemos siempre pendiente«.
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