–Poder estar cada año era un logro para nosotros siempre, saber que el trabajo que íbamos haciendo durante el año era bueno para estar entre los ocho primeros en la primera vuelta de la Liga. Es uno de los objetivos que nos hemos marcado desde el principio de la temporada siempre.
–Lo suyo fue llegar y besar el santo. En su primera participación en el Buesa Arena de Vitoria en 2013, el Granca consiguió superar la ronda de cuartos de final por primera vez en su historia. ¿Qué recuerda de esa vez?
–Me acuerdo porque había mucha gente llorando de la alegría y del sentimiento. Fuimos a la grada un momento y los aficionados nos abrazaban, con mucha gente con lágrimas y dándonos las gracias. Y yo pensaba que nos daban las gracias por ganar el primer partido en una fase final de la Copa del Rey. Es un sentimiento que todo el mundo lo vive diferente. Yo estaba súper contento al ver que una afición se entrega al equipo y lo que está pensando es que por fin rompimos esa barrera después de tantos años. Es para sentirse contento y poder formar parte de ello es algo que te hace sentir bien y que el trabajo que aportas al grupo, ese granito de arena, es algo que te da energía para seguir trabajando y vivir cosas así.
–Y en A Coruña en 2016 tocó el cielo para jugar la primera final y acariciar el título. ¿Qué piensa de ese momento? ¿Qué destaca de un grupo que hizo historia y firmó tan buenos números?
–Eso es lo que más me dolió. Dolió un montón porque lo teníamos ahí a pesar de tener un equipazo delante como el Real Madrid. Nosotros estábamos muy bien en esa Copa y competimos durante todo el partido. Me acuerdo de ese momento de dolor de tenerlo en las manos y te queda esa sensación de que se escapó, eso se te queda. Y tener que ir a recoger el trofeo de subcampeón y tener que poner una sonrisa... No lo voy a negar, fue bonito y duro a la vez. Fue bonito porque pudiste llegar hasta ahí, pero te quedas con las ganas de competidor de poder haber ganado. Me acuerdo que fui y puse mi sonrisa más grandota que pude, pero por dentro me estaba quemando.
–El Granca se enfrentó y tumbó a un Valencia -llegó con 19 victorias en 20 partidos- que parecía imbatible en esa edición. Aíto trasladó el favoritismo y toda la presión al equipo de Pedro Martínez...
–Aíto haciendo de Aíto (risas). Recuerdo que Aíto lo hizo y nosotros nos reíamos cuando lo vimos. Pensábamos que no podía ser verdad que los estuviera dando de favoritos y decíamos que lo estaba haciendo para meterles presión y que se vieran obligados a ganar. Eso hay que controlarlo como equipo, que te digan que eres el favorito tienes que saber manejar esto, salir a la pista y saber que no puedes fallar. Te tienes que meter por obligación porque si no todo el mundo te va a criticar, esas cosas tienes que controlarlas como equipo y como jugador y a ellos no les fue muy bien. Pero nosotros estábamos jugando bastante bien también. Me acuerdo de una jugada que me dan un pase y Sikma me está defendiendo, le hago una finta como que me voy a la linea de fondo y él se resbala, me tocó ir al medio y metí un mate. Me fui diciendo que «no me creo que vaya a hacer un mate en una Copa del Rey». Ya de abuelete, pero recuerdo que los chicos se pusieron a darme la lata de que por fin hacía un mate. Fueron días bonitos.
–Con tanta experiencia en esto tipo de citas, ¿qué le recomienda a los jugadores que viven la Copa del Rey por primera vez en el Granca?
–Que hagan lo que hicimos nosotros cuando mejor lo hicimos, que vayan a divertirse y que hagan lo que les pida su entrenador. En la Copa del Rey puede pasar cualquier cosa, le puedes ganar a cualquiera, ahí pasan muchas cosas todos los años, por eso creo que lo que hay que hacer es ir a divertirse y pensar en los pequeños detalles que tienes que hacer para tu equipo, o sea, tu trabajo. No hay que ir con nervios y sí a disfrutar jugando y dando lo mejor de ti. Los jugadores tienen que enfocarse en las instrucciones del entrenador durante la semana y no en el global de un torneo así, pensando que si es la Copa del Rey, que si vienen los scouts -ojeadores-, que si están el Real Madrid y el Barça... Está bien disfrutar del ambiente, pero en lo que se refiere al juego es pensar en los pequeños detalles del equipo.
–Habla del ambiente. Es la fiesta de las aficiones...
–Es una pasada, ahí vas y te encuentras con aficionados de todos lados, y de equipos que no están clasificados con aficionados que los ves con la bufanda y gritando que no sabes a quién están animando. Todos disfrutan del baloncesto y es algo muy bonito. Siempre he dicho a los que vayan que disfruten de todas las aficiones.
–Este grupo de Jaka Lakovic está igualando los registros del que dirigió Aíto en la temporada 2015-2016 y que alcanzó la citada final en A Coruña. ¿Cómo está viendo al equipo y hasta dónde cree que puede llegar en la Copa? ¿Ve similitudes con aquel grupo en el que usted estuvo?
–Es difícil ponerse a comparar porque los jugadores son tan diferentes y la forma en la que juegan también, pero lo que sí están haciendo es sacando victorias y sabiendo competir. Eso es algo que a principio de temporada, con tantos cambios y fichajes nuevos había dudas, algunos jugadores que pensaban que no iban a ser tan buenos están rindiendo mejor. Es para estar contentos porque el equipo ha sido capaz de reponerse y el trabajo que están haciendo los entrenadores con el grupo es bueno también. Les veo posibilidades para competir porque lo han estado haciendo durante el año, con todas las dudas que se crearon en algún momento de la temporada. Les veo posibilidades de competir en la Copa.
–Puede ser el cruce más igualado, pero el rival es muy físico...
–En la Copa pasa de todo. Por ejemplo, el anfitrión pierde siempre. No se sabe. Yo lo que digo es que el partido hay que jugarlo y luego que gane el mejor, que seamos nosotros (risas), pero que gane el mejor.
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