
«Vuelvo a la OFGC, no quiero depender de la política para vivir»
entrevista a juan Márquez, viceconsejero de cultura ·
Cuando culmine la legislatura deja la política activa y regresa a su plaza como contrabajo a las órdenes de ChichonSecciones
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entrevista a juan Márquez, viceconsejero de cultura ·
Cuando culmine la legislatura deja la política activa y regresa a su plaza como contrabajo a las órdenes de ChichonJuan Márquez, viceconsejero de Cultura del Gobierno de Canarias, hace balance de la legislatura que ya está en su tramo final antes de abandonar la política activa para volver a tocar con la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. Decisión que tenía tomada antes de asumir el cargo en el Ejecutivo, ya que por una cuestión física no podría volver a tocar el contrabajo al nivel profesional que tenía antes de entrar como diputado al Parlamento, hace ocho años.
-Entra en la recta final de la legislatura. ¿Qué balance hace?
-Han sido cuatro años intensos en lo profesional y en lo político. Cuatro años de cambiar las políticas culturales y las herramientas de gestión. Las hemos modernizado y se han puesto al nivel de una política donde la Autonomía ejerce una competencia que no está solo transferida a los cabildos y ayuntamientos. Nosotros también tenemos que hacer una política cultural que de alguna manera vertebre Canarias desde este ámbito. Ha sido una legislatura intensa por lo que nos ha caído encima, por la pandemia. Eso ha sido también una oportunidad para colocar a la ciudadanía en el centro, como destinatario principal de las políticas culturales. Los derechos culturales deben ser la prioridad y la nueva Ley pone el punto y final. No solo hemos incrementado el presupuesto, que cogimos en un 0,3% y ahora está en un 0,6%. No nos hemos dedicado solo a pagar facturas y a utilizar las herramientas de gestión solo desde un punto de vista contable. Se ha creado el Instituto Canario de Desarrollo Cultural (ICDC) para desarrollar esa política en el ámbito comunitario, social y económico.
-Si la creación del ICDC no es solo un cambio de nombre con respecto a Canarias Cultura en Red, ¿qué se pretende con su nacimiento?
-Es un cambio de filosofía. Se crea una nueva herramienta de gestión cultural. Antes era una herramienta de gestión contable. Esta empresa mercantil se creó en su momento para el Festival de Música de Canarias. Ahora queremos poner en funcionamiento una agencia de gestores culturales, con departamentos que piensan y desarrollan políticas activas en materia cultural. Se trabaja con los barrios, con los municipios rurales con la Red de pueblos creativos. También se crea una fórmula para captar proyectos por concurrencia competitiva y se gana en transparencia. Ahí están los informes del Comisionado que dan buena cuenta del esfuerzo realizado. Cogimos una empresa con una precariedad laboral enorme. Dejamos ahora un plan estratégico aprobado con una plantilla fija que dará estabilidad a lo que entendemos que tiene que ser una política cultural que supera el horizonte de una legislatura. Quienes entren, con el proyecto que traigan, se encontrará con la casa ordenada y recogida.
-¿El objetivo es que se convierta en un dinamizador cultural, que hasta ahora no lo era?
-Sí. Queda el cambio de la forma jurídica para lograrlo. Es algo que estamos trabajando junto con Hacienda. Esa nueva figura jurídica permitirá al ICDC, por ejemplo, sacar subvenciones y que no dependa de la Dirección General. La Administración en los centros directivos propios está muy menguada de personal y esta herramienta nos permite ser más ágiles y competitivos para atender a la ciudadanía y a los sectores culturales.
-Una vez dentro, ¿le ha sorprendido lo compleja y engorrosa que es la burocracia para poder sacar los proyectos adelante?
-La Administración es compleja. Desde fuera, incluso yo mismo, no era consciente de las dificultades y te preguntabas por qué no se hacían determinadas cosas y por qué se tardaba tanto en cristalizar los proyectos. Hay que entender que la Administración exige muchas garantías y se pasan muchos filtros. Todo requiere informes, revisiones, autorizaciones y una memoria aprobada por Intervención General. Todavía queda pendiente un proceso importante. Si queremos hacer una política cultural importante se necesita una Administración más ágil y adaptada a las características del sector. Coincidimos en ello los agentes públicos y privados. Ni las leyes de contratación ni las herramientas de gestión están pensadas y adaptadas a lo que se necesita en el ámbito cultural. Se ha visto con el Estatuto del Artista, donde finalmente se han podido adaptar una serie de necesidades del sector para asumir la intermitencia de las contrataciones.
-Ese paso corresponde a Madrid y a Europa...
-Sí. Excede de nuestras competencias legislativas. Nosotros lo que hemos hecho es una Ley del Sistema Público de Cultura que intenta avanzar en un sistema de cooperación y cogobernanza, entendiendo que el trabajo interadministrativo es fundamental para hacer una cultura más inteligente, que no se solape, que salga de la ocurrencia, y cuente con una planificación seria y rigurosa. Llama mucho la atención la garantía del 2% del presupuesto general en un horizonte del 2030, pero no solo se trata de tener más recursos sino de hacer un uso más inteligente, optimizado y eficaz de los mismos.
-¿Qué le dice a los que afirman que la Ley se quedará en papel mojado y que no va a cambiar nada?
-Que se la lean. Es importante que conozcan el texto legislativo, que está muy trabajado y es vanguardista e innovador. Ya sirve de modelo en otras comunidades autónomas. Es una Ley en la que quien busque encontrarse como principal destinatario del sector no se encontrará. Ahí les hago un 'spoiler'. La Ley coloca a la ciudadanía y a los derechos culturales en el centro de su acción. Al igual que la política sanitaria va destinada al paciente y la educativa a los alumnos, la cultural pública va destinada a la ciudadanía. Evidentemente, hay una industria cultural que hay que proteger. Y como este Gobierno no ha existido otro que haya promovido tantas acciones concretas para atender a los artistas y al sector en el peor momento de la pandemia. Y se han continuado con una serie de acciones y convocatorias. No es una Ley del sector cultural, sino de garantías para el ejercicio efectivo de los derechos culturales.
-La aprobación, la pasada semana en el Parlamento, contó con el apoyo absoluto de los grupos y con aplausos incluidos... ¿ha sido para usted lo mejor de estos cuatro años?
-El Parlamento fue muy generoso. Creo que fue un respaldo no solo a la Viceconsejería sino al acuerdo, al consenso. En un momento de polarización política y confrontación tan dura, que se lleguen a acuerdos tan amplios es muy importante. Fue un momento emocionante que recordaré toda la vida.
-¿La pandemia fue un palo en las ruedas del proyecto que traían bajo el brazo, pero fue también una oportunidad de descubrir las verdaderas debilidades del sector? ¿Ayudó a repensarlo todo?
-Fue un 'shock' y un drama. Un golpe durísimo sobre todo para los que viven de las artes en vivo. Pero, efectivamente, cuando entras a gestionar una de las cosas más difíciles es cambiar el sentido del tren mientras está en marcha. Y el tren no se puede parar. La pandemia fue una oportunidad para resetear. Quizás se tenía que haber hecho también en otros sectores socioeconómicos de Canarias. Nosotros lo aprovechamos para repensar y transformar las políticas que se hacían. La primera acción fue amortiguar el golpe. Generar iniciativas que permitieran a la gente seguir comiendo. Se dieron pasos fuertes para la digitalización, para dotar a los espacios escénicos de herramientas para que permitieran el 'streaming', etcétera.
-Parece que se ha olvidado, pero el Teatro Guiniguada fue el primero de todo el país en volver a tener actividad, con un plan de restricciones muy duro, y la serie 'Hierro' la primera gran producción audiovisual en retomar su rodaje tras el confinamiento...
-No fue una carrera para ser los primeros, sino el fruto de un trabajo conjunto que se hizo telemáticamente. Nos preguntaban si merecía la pena abrir el Guiniguada con 30 butacas disponibles. Pues sí que mereció la pena. Fue duro y complejo. Incluso internamente.
-¿Le quedaron cosas por hacer?
-Claro que sí. Cuatro años es un tiempo reducido que pasa de forma muy intensa. Siempre hay ideas que se quedan en el cajón y tienes que priorizar. En gran medida sí que hemos realizado el proyecto que teníamos en mente al llegar. Espero que se compartan objetivos a largo plazo. Hay proyectos que venían de etapas anteriores que hemos mantenido y potenciado. Espero que entre todos se pongan luces largas. Si con cada Gobierno se cree que se empieza de cero, se desaprovecha el recorrido previo.
-¿La política de concursos públicos llegó para quedarse?
-Sí. Será determinante para la forma jurídica del ICDC. Este año lo tenemos que hacer con Canarias Crea, un programa de viajes que se gestionaba de una manera donde el Gobierno compraba los billetes y ahora se tendrá que hacer, por orden de Hacienda, mediante una convocatoria de subvenciones. Esa es la tendencia de casi todos los programas, porque es lo que determina la normativa europea. Con la concurrencia competitiva aparecerán artistas que no conocemos, que no tienen el teléfono del político en cuestión, o no saben cómo llegar a su despacho. Se genera un ecosistema cultural más sano y rico.
-¿Le ha dado la sensación de remar en solitario y que los cabildos y ayuntamientos han seguido anclados en el pasado?
-Para nada. Durante la pandemia instauramos reunirnos todos los miércoles con los cabildos para compartir experiencias. Ese contacto se ha mantenido. Evidentemente, cada Cabildo tiene sus capacidades y realidades distintas.
-Sea autocrítico. ¿En qué se ha equivocado?
-El año pasado, con el Mapa Fest, no supimos comunicarlo bien desde el ámbito político. Nos quedamos más en la parte expositiva y no comunicamos la parte de la participación de la ciudadanía, la producción propia, los procesos creativos con residencias e intercambios entre artistas canarios y de fuera. Generó polémica entre una parte del sector y lo asumo.
-¿Ahora dejará de ser más festival de exhibición y se atenderá más a la producción?
-Tras la revisión crítica que hay que hacer de la gestión pública hemos llegado a la conclusión de que una de las cosas a cambiar es ese modelo. 'Canarias en Escena' se desvincula de un mercado que será bienal y se saca a concurso público para que una empresa productora o varias en UTE se puedan presentar, con un modelo similar al del Festival de Mérida, salvando las distancias presupuestarias. Se crean una condiciones de curaduría que incluyen, por ejemplo, un 50% de participación canario y se fomenta la participación de las islas no capitalinas para descentralizar de las capitales, donde muchas veces se puede caer en la sobreprogramación. Eso sí, las empresas que se presenten tienen que demostrar una solvencia, tal y como exige la Ley de contratación pública.
-¿Está contento con el funcionamiento del mercado regional de música y artes escénicas, que sigue generando críticas?
-Entiendo que haya gente que tiene un producto y quiera repetirlo de forma continuada. Hay que entender que hay que fomentar la nueva producción y acercarnos a otros públicos. Con el programa 'Mares' dotamos a los ayuntamientos para que programen, pero no hay que olvidar que son ellos los programadores. Deciden los ayuntamientos, no la Viceconsejería.
-¿Considera que la falta de centros de producción es uno de los grandes lastres del sector?
-Absolutamente. Hay escasez de lugares de ensayo y de laboratorios creativos. Siendo conscientes de esa necesidad, en las dos Bibliotecas Públicas del Estado, en La Granja y en San Telmo, tenemos un proyecto para habilitar unas salas de ensayo insonorizadas para grupos de música.
-¿Está contento con el desarrollo del Festival de Música, cuyas ediciones han coincidido, menos la más reciente, con los picos de contagios de la pandemia?
-Tuvimos que elegir entre parar o hacerlo con las restricciones. Y seguimos adelante y posicionando a Canarias como un lugar de cultura segura, trayendo a estrellas como Gustavo Dudamel o Lang Lang en plena pandemia. También lo hicimos para el público y respondió muy bien. Vemos que iniciativas que se pusieron en marcha al principio de la legislatura, como las entradas con precios especiales para desempleados, estudiantes y jóvenes cada vez tienen más aceptación.
-¿Recomienda a los que vengan que no toquen a Jorge Perdigón, su director?
-Les recomiendo que lo escuchen. Hace una gestión muy buena, es muy sensible, consciente del espacio en el que se mueve y está muy bien conectado a nivel internacional. Trabaja con mucho tiempo y eso permite que vengan grandes figuras internacionales, a pesar de que tengamos un presupuesto reducido.
-¿Cómo sale del cargo, reforzado o quemado?
-Salgo bien. Con una experiencia vital importante. Nunca pensé que yo, formado como intérprete, acabaría en el ámbito de la gestión. Pero en la política empiezas militando en un partido y no sabes a dónde te acaba llevando. Me llevo a mucha gente que he conocido en los cuatro años de diputado y en los cuatro de viceconsejero que me ha impactado positivamente en el ámbito de la Administración.
-¿Por qué lo deja?
-Es simple. Ser intérprete de un instrumento implica una habilidad física. No te permite distanciarte demasiado tiempo. No quiero depender de la política para vivir. Y por eso tomé la decisión de reincorporarme al instrumento, porque si no no podría recuperar mi vida profesional con la calidad con la que la dejé. Estudié contrabajo desde los diez años hasta los 24 y me he esforzado muchísimo para llegar profesionalmente a un nivel. No quiero perderlo y dejar de sentir la libertad de que tengo un sitio al que volver, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria.
-¿Era algo que ya tenía claro antes de ser viceconsejero?
-Sí. Incluso, estos cuatro años han sido un 'bonus track'. Cuando acabé en el Parlamento me incorporé a la OFGC, pero se abrió la posibilidad de llevar a cabo lo que demandábamos desde la oposición con un Gobierno de progreso.
-¿Desde cuándo está preparándose, sobre todo físicamente?
-Desde Navidad he empezado con un plan de recuperación importante. Intento sacar los huecos que puedo. Lo intensificaré a medida que se acerca el regreso. Es como si tienes que volver a montar en bici. No lo has olvidado pero te duelen todos los músculos del cuerpo.
-¿A tocar volverá en septiembre, con el comienzo de la temporada?
-Dependerá de cuándo se forme el nuevo Gobierno. Desde ese día estaré cesado y pediré mi reincorporación inmediata a la OFGC. Las excedencias por alto cargo acaban cuando cesas.
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