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El humorista gallego Luis Piedrahita. Diego Martínez
Luis Piedrahita: «El humor no soluciona ningún problema, pero hace la vida soportable»

Luis Piedrahita: «El humor no soluciona ningún problema, pero hace la vida soportable»

El cómico compartirá el día 16 de septiembre el escenario del Auditorio Alfredo Kraus con Eva Hache, Ana Moragde y Omayra Cazorla

Francesc Zanetti

Las Palmas de Gran Canaria

Jueves, 7 de septiembre 2023, 02:00

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El humorista Luis Piedrahita (A Coruña, 1977) es uno de los cuatro artistas que protagonizan el cartel del espectáculo titulado 'Mentes peligrosas', que podrá disfrutarse en el Auditorio Alfredo Kraus de la capital grancanaria programado en el marco del Festival Reíslas, que tendrá lugar el próximo día 16 de septiembre, a las 21.00 horas.

Junto a las populares Eva Hache, Ana Morgade y la canaria Omayra Cazorla, el cómico gallego protagonizará un show colectivo «en el que jugarán a sorprenderse, para acabar sorprendiendo al público», explica el coruñés cuyas gafas, voz aflautada y peinado icónicos, lo identifican inequívocamente.

Confiesa que está «deseoso» de compartir escenario con las artistas «a las que admiro muchísimo y he trabajado con casi todas ellas. Nos juntaremos y buscaremos algo que nos divierta a nosotros. Esa es la mejor manera de divertir a los asistentes. Conociendo a Ana, a Eva y a Omayra estoy seguro de que habrá algún juego de improvisación. Lo que logremos crear entre nosotros es lo que vivirán los presente esa noche en el auditorio. Esa fórmula funciona como un cañón», señala el cómico, también ilusionista, presentador, escritor y director de cine (dirigió junto a Rodrigo Sopeña 'La habitación de Fermat'), considerado como uno de los artistas españoles más polifacéticos. Colaborador habitual de exitosos programas de radio y televisión, con sus espectáculos teatrales viaja por toda España y Latinoamérica.

La vida más soportable

Está convencido de que «el humor no soluciona ningún problema, pero es de las pocas cosas que hacen la vida soportable. Para eso sirve el humor, para hacer la vida llevadera. Poco más», añade el humorista que el pasado mes de mayo agotó las entradas en el Teatro Cuyás para su espectáculo 'Es mi palabra contra la mía'.

Con el afán propio de un cerdo trufero, Piedrahita, que lleva más de dos décadas sobre los escenarios con éxitos como 'Las amígdalas de mis amígdalas son mis amígdalas' o 'El castellano es un idioma loable, lo hable quién lo hable', olisquea la realidad para sacar a relucir los aspectos más absurdos de nuestro día a día y recordarnos que «solo el humor hace la vida soportable».

Cuando su padre le aconsejó que estudiara lo que quisiera, Económicas o Empresariales, recuerda que le dijo: «Voy a hacer periodismo como Pedro J. Ramírez que se viste como un banquero y a mi padre le pareció estupendo». En Navarra cursó Ciencias de la Información especializándose en guion. Cuando se le pregunta por el tipo de humor que practica avanza que intenta «hacer humor de la imaginación, un poco cercano a la poesía. Creo que soy el menos capacitado para responder a esa pregunta. Sería como pedirle a un capitán que maneja su barco en medio de un huracán que nos diga cuál es su posición. Cualquiera que lo vea desde fuera va a dar una definición más acertada. Yo soy parte implicada. Te puedo decir hacia donde me gustaría ir, pero no donde estoy».

Luis Piedrahita. Diego Martínez

Antes de llegar a Gran Canaria confiesa que está meridianamente satisfecho de cómo lo ha tratado la vida sobre los escenarios durante todo su intenso recorrido como humorista. «Estoy contento. Muy contento. Aunque nunca podré comparar la vida que he tenido con las vidas que hubiese podido tener si hubiera ido por otros caminos. A lo mejor, si me hubiese dedicado a la industria agropecuaria ahora sería un próspero empresario del sector. Eso nunca lo sabremos. Sin embrago, estoy contento. Tengo la sensación de que todo ha salido bien. No ha sido fácil, pero estoy satisfecho. Sería bonito poder tener delante un muestrario de todas las vidas que podríamos haber tenido y elegir una. Yo creo que me quedaría con la mía».

Se considera optimista por naturaleza. «Soy como aquel paracaidista que cada vez que saltaba la vacío lo veía medio lleno. ¿Optimista? Sí. Me parece que lo mejor siempre está por llegar. Soy como aquel hombre lobo que cada vez que miraba a la luna la veía medio llena», agrega Piedrahita, quien cree que se hizo famoso por «sus monólogos inusuales, a propósito muy ingenuos e infrecuentes». En muchos de sus espectáculos cada texto, cada párrafo, cada historia está construida con la estructura de un truco. Su humor más cercano al surrealismo, a la imaginación y a la poesía, nunca recurre a la política. Por una grieta puedo colarse lo extraordinario, y por ello nutre sus charlas de observaciones objetivas, rematadas por una hipérbole luminosa. «Desde que me levanto hasta que me acuesto me fijo en esas insignificancias a las que no se les trata con el respeto que se merecen, luego las apunto y al final hago un monólogo, o las cuelgo en mi blog o las twiteo. Aquí no se tira nada», bromea.

Necesidad de reir

El monologuista opina que «la gente ya no acude a los espectáculos de humor porque les apetezca reír, ahora la gente viene porque necesita reírse. La risa está sobrevalorada. Lo necesario para dejar la crisis a un lado es el humor. La risa es al humor lo que el sexo al amor», avanza Piedrahita, que a finales del pasado año compartió programa con Tom Hanks en el 'El Hormiguero' con ocasión de la presentación del filme 'El peor vecino del mundo'. Sobre la sensación que le causó el actor americano en la distancia corta asevera que le pareció «un tipo excepcional. Si te digo la verdad, cuando yo presento mi magia en 'El Hormiguero' voy tan concentrado en el efecto y en todas las cosas que pueden salir mal que no tengo mucho tiempo para disfrutar de las celebridades que nos visitan. Un día está Tom Hanks, al día siguiente Rosalía, luego Jamie Lee Curtis... Es una pasada, ya lo sé, pero yo solo tengo ojos para la baraja de cartas. Ojalá pudiera irme de cañas con ellos, o tener una charla tranquila con ellos en el camerino para poder contarte lo muy amigos que somos, pero no es así», concluye Piedrahita.

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