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Francesc Zanetti
Las Palmas de Gran Canaria
Domingo, 5 de noviembre 2023
El bailarín y coreógrafo tinerfeño Daniel Abreu (1976) está al frente, junto al músico Manuel González, del guion y la dirección artística del espectáculo 'Canarii, País adentro', cuyo estreno absoluto tendrá lugar en el Teatro Cuyás de la capital grancanaria los días 17, 18 y 19 de noviembre.
La novedosa propuesta estética y conceptual que invita al espectador a realizar durante una hora un viaje sensorial que atraviesa la heterodoxa identidad de Canarias concebida como un espacio geográfico y cultural mestizo, cuenta con coreografías diseñadas por Abreu para siete bailarines que poblarán con sus movimientos la escenografía concebida por Carlos Santos.
Abreu (Premio Nacional de Danza 2014 en la categoría de Creación), es desde hace tiempo dueño de un lenguaje muy personal y de unas creaciones dotadas de un universo propio sustentado en un código original, innovador y arriesgado, que se ha venido evidenciando a lo largo de su dilatada carrera profesional que ha demostrado sobradamente en propuestas que empezaron a articularse en 2006 con 'Perro', y que han alcanzado su más vigorosa expresión en las últimas entregas producidas el pasado año, 'El arco' y 'Dalet (Da)'.
«Casualmente, días después de estar escuchando el disco de Mestisay, 'El cantar viene de viejo', recibo la llamada de Manuel González en la que me propone la posibilidad de una colaboración conjunta. Coincidiendo con el estreno en el Teatro Cuyás de mi pieza 'La desnudez' fijamos un encuentro en el que hablamos de 'Canarii'. Me sedujo el reto de iniciar un trabajo de investigación alrededor del concepto de la canariedad y sus emblemas, de los recursos dancísticos inspirados en el folclore y la tradición», explica Abreu. Desde entonces, ambos han dedicado a trazar las pautas de este montaje contemporáneo casi dos años.
«Dentro del concepto coreográfico que trabajo la estética del paisaje de Canarias siempre ha estado presente, aunque quizás mis últimas entregas se han dotado de recursos más psicológicos. Es verdad que nunca en mi trayectoria me he acercado al folclore. Siempre he pensado que no hay que realizar copias de lo que otros creadores están ya haciendo y muy bien. Pero sí podemos acudir al origen de donde surgen esas danzas que se encuentran en contacto con la tierra, preguntarnos por su movilidad y gestualidad», sostiene el bailarín tinerfeño que deconstruye de alguna manera en 'Canarii' pautas coreográficas emparentadas con la raíz. «Existe algo dentro de todo el folclore que posee una raíz común (desde el golpe a la posición del cuerpo), pero que luego, cada clima y cada paisaje, configura con múltiples peculiaridades».
Ha apostado en las coreografías diseñadas para esta producción por mantener su línea de filiación directa con la tradición contemporánea, convenientemente hibridada con su particular discurso creativo, que se modula en esta ocasión con las posibilidades que le brinda el rico catálogo de accidentes geográficos que conforman la narrativa de los ocho bloques o movimientos que encardinan el relato del espectáculo: mar, barranco, malpéis, alisio, calima, espiral, ciudad y bailadero.
«Articulé un boceto coreográfico inicialmente con el espacio sonoro compuesto por Teddy Bautista e Hirahi Afonso. A veces la danza se quiere explicar como si fuera teatro, en el que la cosas mantienen una coherencia y una consecuencia. La danza no va por aquí. Cuando trabajamos con las emociones es complicado que sea la cabeza quien imponga su criterio y canon. Emocionar o pretenderlo -porque no siempre lo conseguimos-, pasa por otros lugares, por una serie de ritmos y metáforas sugerentes, símbolos que no pueden explicar, frases coreográficas... Sobre la música, que es muy bella e inspiradora, voy encajando piezas que construyo con el elenco de bailarines y bailarinas para generar ese viaje emocional que es 'Canarii', sin pretensión de sobrecargar la escena, pero sí otorgando a la danza toda la energía y la fuerza de la que está dotada», prosigue.
Daniel Abreu, de 46 años, confiesa que «siendo cada vez más viejo se ha acostumbrado a que sus coreografías vayan a los materiales fijados. El público apenas notará los cambios de un día para otro. Son los mismos movimientos mecanizados y memorizados por los bailarines, aunque siempre existe la interpretación viva de éstos que contribuye a que esos cuerpos direccionados vivan la emoción y sea el público luego quien vibre con su trabajo sobre el escenario. Bailar invitando al espectador a que pueda colarse en la coreografía. Nuestro cerebro no soporta el vacío y tratamos de rellenar aquello que carece de contenido. Siempre digo que los bailarines no bailamos para nosotros, sino para que el espectador baile. En ese vacío del cuerpo al que restamos intencionalidad, señalamos el lugar de la emoción al público. ¿Cómo lo hacemos? Son trucos de la casa», responde.
Los seis bailarines del elenco de 'Canarii' los seleccionó en la que define «como la audición más atípica a la que me he enfrentado hasta la fecha». Cuando se convocaron las pruebas coincidieron con un fuerte temporal que obligó a cerrar los aeropuertos canarios. Daniel Abreu no pudo desplazarse a Gran Canaria, pero la selección se realizó vía 'streaming', supervisada por el coreógrafo que se encontraba delante de un ordenador en Madrid. «Hemos tenido mucha suerte con el grupo. Los escogidos tienen una indudable calidad artística, pero también una sorprendente capacidad de adaptabilidad. A algunos los conocía, pero a otros ni les había visto su rostro. El primer día que nos reunimos me dije, qué maravilla de equipo, cuánto talento creativo e interpretativo... el compromiso conforma el alma de la unidad. Y esto ha sucedido porque el universo ha querido», agrega. «La música compuesta por Bautista e Hirahi es tan bella que a veces me preguntaba si el concurso de la danza no la ensuciaría».
«El amor es el tema central» de 'VAV', señala el coreógrafo y bailarín Daniel Abreu, que estrenó el pasado viernes, 3 de noviembre, en Teatros del Canal en Madrid.
Pensada para seis intérpretes, su título es el de la sexta letra del alfabeto hebreo, que rige las relaciones en general, incluyendo las relaciones amorosas.
Simboliza, según Abreu, «lo que une, lo que mantiene todo unido, un anzuelo, el enlace, la conjunción de cielo y tierra, de hombre y espíritu».
Ha partido, como siempre en sus proyectos, de abstracciones. «Este trabajo -explica- surge desde un estado unión, una definición de amor, de los vínculos con lo uno y lo otro. El contacto, el vacío, lo distorsionado y ese mundo fantástico de sensaciones y sentidos que mueven».
'VAV' se presenta en dos capítulos, en una dicotomía formada desde lo humano y lo espiritual.
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