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La periodista catalana Rosa María Calaf participa este martes en la mesa que se desarrolla en la Sala de Cámara del Auditorio Alfredo Kraus. C7
Rosa María Calaf: «La violencia hoy es global, dispersa y mutante»

Rosa María Calaf: «La violencia hoy es global, dispersa y mutante»

La veterana periodista catalana participa este martes, a las 19.30 horas, en la primera mesa de reflexión del Laboratorio Galdós Internacional

FRANCESC ZANETTI

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 21 de marzo 2023, 01:00

La única ocasión en la que se planteó abandonar la profesión fue cuando su amigo, el periodista español Julio Fuentes, fue salvajemente asesinado en 2001 junto a otros cuatro reporteros occidentales en el recodo de un polvoriento camino, a 90 kilómetros al este de Kabul, mientras desempeñaba labores informativas como enviado especial del diario 'El Mundo' en Afganistán. Rosa María Calaf se dijo, «realmente ya no puedo más», pero también es cierto que confiesa que ese deseo se produjo en un instante de intenso dolor y desánimo. «Si en situaciones extremas tengo la posibilidad de contar lo que sucede para contribuir a que se produzcan reflexiones y decisiones con las que se pueda evitar el horror, me parecía meridianamente razonable que tenía la obligación de proseguir ejerciendo, aunque fuese en el caos», señala ahora la veterana periodista catalana, toda una reconocida y admirada institución en el seno del periodismo español y europeo.

'La Calaf', como se la conoce cariñosamente en la esfera periodística nacional, formará parte de la mesa de reflexión en la que participarán los también periodistas Nicolás Castellano, Alfonso Armada, Montserrat Domínguez y Ebbaba Hameida, que tiene lugar este martes, a las 19.30 horas, en la Sala de Cámara del Auditorio Alfredo Kraus, en el marco del programa previsto por el Laboratorio Galdós Internacional, que concluirá con el estreno en octubre próximo en el Teatro Pérez Galdós del montaje escénico 'Protocolo del quebranto'.

Asegura que le hubiera encantado entrevistar a algunas de las grandes viajeras del siglo XIX y principios del XX que la fascinaban, pero recuerda con especial cariño su encuentro con una de sus referentes, la corresponsal de guerra, activista y escritora italiana, Oriana Fallaci. «De cualquier manera de las entrevistas de las que he salido más satisfecha han sido las realizadas a gentes corrientes que efectúan unas tareas sociales extraordinarias y que contribuyen a la creación de modelos». La periodista, que ha vivido desde la Transición en España a los cambios de gobierno en dictaduras de América Latina y el final de la URSS, opina que la batalla de la desinformación es la guerra silenciosa más sofisticada de nuestra época: «Se ha modificado el orden a la hora de determinar cómo se producen los conflictos. Ya no existen frentes bilaterales definidos y contamos con actores paraestatales más allá de los intereses nacionales. La violencia hoy es global, dispersa y mutante. Por ello la forma de cubrir la información debe ser distinta también. Siempre ha existido voluntad de interferencia por parte de aquellos a los que no les convenía que determinados asuntos se conocieran y se contaran. Pero ahora, el uso de la tecnología, que es una aliada magnífica al servicio del conocimiento y para la comprensión de lo distinto y del 'otro', que debería trabajar a favor de la cohesión, la estamos usando erróneamente y de una manera inquietante. Las plataformas tecnológicas también han abierto la puerta a modelos de negocio antes inexplorados. Ahora se puede desinformar con una eficacia extraordinaria como nunca antes había sucedido. Todo ello ha coincidido con el cambio de modelo periodístico y de valores en la sociedad, que cada vez más parece que la ética la empleara como un registro de usar y tirar. Asistimos a un menosprecio de los hechos, una desestimación de los datos, la superficialidad de los contenidos, la negación de la memoria, otorgándole más valor a lo que impacta que a lo que importa. La información que recibe el ciudadano (que debe estar preparado para navegar en los nuevos modelos informativos) debe ser veloz, pero nunca puede ir en detrimento del rigor».

Gran bagaje

La que fuera enviada en Nueva York, Moscú -donde estrenó la corresponsalía en la que todavía era la URSS-, Buenos Aires, Roma, Viena, Hong Kong y Pekín, ha estado en más de 160 países cubriendo noticias y conflictos a lo largo de los más de 35 años de carrera. Rosa María Calaf está de acuerdo con aquellos que estiman que asistimos en nuestro país a una erosión de las instituciones y de la cultura política, lo que ha propiciado que en algunos informes sobre calidad democrática nos definan ya como una «democracia defectuosa».

«Existe en España una erosión democrática muy grave y una polarización muy bien diseñada. Este tipo de procesos no se producen solos y detrás de ellos existen v'oluntades que los impulsan y economías que los financian. No nos estamos dando cuenta, aunque pensadores y analistas alertan de este vaciado democrático, de convertir la democracia en un simulacro de la misma. Lo que más miedo me produce es un votante desinformado y esa posibilidad, que ya es una realidad, de que líderes y gobernantes autoritarios -elegidos democráticamente- alcancen el poder y lleguen a menoscabar el estado de derecho y la defensa de las libertades. Por ello debemos estar alerta y muy activos en la defensa de los valores democráticos».

«La calidad informativa no es barata y hacer buen periodismo hay que pagarlo»

Rosa María Calaf insiste en que si algo puede salvar a los medios de comunicación es la apuesta por la calidad de los contenidos y la recuperación de la confianza del usuario. «La enorme y sibilina inversión en la desinformación contrasta con la escasa inversión que las empresas acometen en la renovación e implementación de los nuevos soportes y modelos informativos. La calidad informativa no es barata y hacer buen periodismo hay que pagarlo. Hay que reforzar las redacciones en lugar de precarizarlas. La gratuidad es una trampa. Es curioso que el término de la calidad lo apliquemos y valoremos muy bien en un producto de consumo determinado, pero no lo vinculemos con igual criterio a la información», agrega.

Sobre la dimensión del Laboratorio Galdós Internacional, asegura que «es importante que la cultura conviva y progrese con el ser humano, que forme parte de la ciudadanía, y una expresión como es el teatro puesto al servicio de la divulgación y acercamiento a otras realidades de la existencia, en este caso se articula como un experimento plural e interdisciplinar que se nutre de la aportación vital de numerosas personas que ayudarán a levantar una dramaturgia al director de la obra 'Protocolo del quebranto'. Propicia reflexión y preguntas, que es lo que debe hacer la cultura y el periodismo. Soy una pequeña parte de este proyecto maravilloso», concluye.

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