Sentir en El Museo Canario
«Nadie sabe tanto como para permitirse el lujo de no dedicar tiempo a leer o a escuchar a los demás. Se trata de sumar inteligencias. Me gusta la práctica de consultoría inversa, aportar todo lo que podamos al resto pero a la vez aprender mucho de ellos».
Angélica Castellano Suárez (Directora del Museo Canario) / Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 15 de octubre 2018, 12:54
Sentir puede ser el elemento que mejor equilibre el resto de los órganos de la Sociedad Científica de El Museo Canario dedicados al conocimiento, al cumplimiento de sus fines, al trabajo en red, a la comunicación, al talento y al futuro.
Sopesar a estas alturas la trascendencia social de la correcta gestión del patrimonio histórico resulta un cometido ocioso, pero evidente. Según la Real Academia Española, gestionar significa «ocuparse de la administración, organización y funcionamiento de una empresa, actividad económica u organismo», y patrimonio histórico es el «conjunto de bienes que una nación ha acumulado a lo largo de los siglos, que, por su significado artístico, arqueológico, etc., son objeto de protección especial por la legislación». Dicho esto, quien gestiona dicho patrimonio histórico debe garantizar un proyecto perdurable y no programar el futuro de la institución como inercia del pasado.
Todas las entidades públicas o privadas que tengan la responsabilidad de gestionar bienes considerados patrimonio histórico deberían cumplir unos fines: documentar, exponer, investigar, conservar, y difundir los objetos y restos de materiales que custodian, ya que son un legado de nuestro pasado y nuestro deber es conservarlos para disfrutarlos y transferirlos a las futuras generaciones. Lo importante no es, o no debería ser, quién provee determinado servicio (la administración o la empresa) sino si la gestión se está desarrollando correctamente y si es accesible a todos, con independencia de su titularidad. Ese es el foco.
El objetivo deberíamos fijarlo en trabajar la excelencia de todos los centros culturales creando cada vez más redes de colaboración para fomentar el intercambio de experiencias que generen valor y buenas prácticas. Nadie sabe tanto como para permitirse el lujo de no dedicar tiempo a leer o a escuchar a los demás. Se trata de sumar inteligencias. Me gusta la práctica de consultoría inversa, aportar todo lo que podamos al resto pero a la vez aprender mucho de ellos.
La efectividad comunicativa requiere tener muy en cuenta la consigna del escritor español Baltasar Gracián (1601-1658), expresada en su Oráculo manual y arte de prudencia. En esta obra literaria hay una frase que leí atentamente y fue como si de repente se desgarrara un velo: «Lo que no se ve es como si no fuere».
La comunicación en los museos, por lo menos en aquellos que no cuentan con grandes recursos económicos, ha evolucionado acompasándose al mismo ritmo de desarrollo de las redes sociales. Éstas han permitido presentar y compartir el conocimiento del pasado, facilitando su comprensión y el acceso a un mayor porcentaje de la ciudadanía. Hasta hace bien poco, la orientación investigadora y conservadora era preponderante. Por el contrario, la dimensión comunicativa e influyente de los resultados de las investigaciones o del material que se conserva llegaba casi exclusivamente a un público minoritario. Con las redes sociales, los formatos de las publicaciones pasaron de ser estricta y seriamente académicos a más divulgativos y accesibles para el público general, es decir, informes rigurosos pero breves y de fácil comprensión. El uso de vídeos y los ya conocidos blogs, artículos, etc., está permitiendo que, a través de pequeñas píldoras informativas, se alcance a un público no tradicional de manera más efectiva y, lo que es más interesante, se está consiguiendo que la comunicación pueda ser bidireccional y que se entable un verdadero diálogo, deseado hace años y muy difícil de lograr.
No solo se comunica a través de los medios de comunicación sino que también se hace a través de las personas que trabajan en esas entidades; pues éstas no son simplemente lugares a donde ir a trabajar, ni una cadena para vender, producir o cobrar. Hay mucho más que eso. Hay instituciones que se reconocen en un propósito que va más allá de una cuenta de resultados; otras en las que lo importante es la relación que se establece entre las personas que forman una comunidad, lo cual significa hacer las cosas con honestidad implícita. Sin duda las organizaciones, ya sean empresariales, culturales o sociales, son ecosistemas complejos y frágiles. Resulta tranquilizador saber que los jóvenes con talento pertenecientes a la generación millennials no quieren trabajar en empresas o instituciones sin alma, que entienden que invertir sus energías en este tipo de organizaciones es enfocar mal su carrera profesional y su vida.
En El Museo Canario somos conscientes de que en un impulso de naturalidad, los individuos volvemos constantemente la mirada atrás, a veces por simple curiosidad, a veces con afán científico, a veces por la necesidad que tenemos de entender mejor el presente y por la avidez con la que tratamos de escudriñar el futuro. Pero no podemos conformarnos con eso; por ello activamos todas las palancas para difundir lo que aquí se expone y lo que se investiga, y no solo a base de los algoritmos sino con la suma de inteligencias, tanto las naturales como las artificiales, con el propósito de alumbrar a más socios o más usuarios que disfruten con la experiencia de la visita tanto a las salas del museo como al centro de documentación. Somos conscientes de que el cambio 4.0 en el mundo va en serio, la inteligencia artificial lo cambiará todo, igual que lo hizo internet, y aunque no debemos obsesionarnos con el mantra del cambio, sabemos que es un desafío, complicado y seductor a la vez, que no tolera dilación. Por lo tanto, intentaremos convertirnos en verdaderos alquimistas capaces de transformar los retos que la situación nos presenta en verdaderas oportunidades de crecimiento y mejora.
Con la misma fuerza que el doctor Chil y Naranjo y el resto de sus fundadores crearon esta sociedad, intentaremos seguir siendo una institución con un latido especial, aunque a veces respiremos de forma agitada y otras de forma pausada.