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Khadra bucea en la mente de los dictadores

Khadra bucea en la mente de los dictadores

El autor argelino explora en su libro la raíz de los fundamentalismos.

Enrique Rubio (Efe) / París

Jueves, 1 de enero 1970

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Yasmina Khadra es una voz discordante, la de un autor que ha optado por meterse en la piel de dictadores como Gadafi o de un yihadista en su última novela, Khalil, para tratar de desentrañar los recovecos de sus mentes, convencido de que «tratar de entender no es legitimar».

El argelino Khadra, uno de los autores en lengua francesa más traducidos, habla con la contundencia de un militar en el retiro.

En primera línea del combate contra el integrismo en la Argelia de los años 90, el exoficial y novelista alerta de que la «corriente intelectual» que agita la islamofobia y el racismo en Occidente «es más peligrosa que el yihadismo».

«Al yihadismo podemos derrotarlo. Se trata de aislarlo, separarlo de la religión que dice defender. Pero esa corriente intelectual está ahí para arrojar sus tropas contra la sociedad, sembrar la cizaña y provocar una guerra civil», dice Khadra, seudónimo de Mohammed Moulessehoul (Kenadsa, 1955).

El sombrío diagnóstico del novelista, que hace especial hincapié en el avance de las ideas ultraderechistas en Francia como «núcleo de la inteligencia» mundial, contrasta con el optimismo que despliega a la hora de evaluar el futuro del combate contra el yihadismo.

«Hemos pasado el peor momento del terrorismo. No ha tenido éxito. Lo han intentado, pero no lo han conseguido», asevera.

En Khalil, el autor sigue la trayectoria de un suicida que se dispone a participar en los atentados del 13 de noviembre de 2015 en el Estadio de Francia en París.

Como si se tratara de un espíritu dickensiano, el terrorista no podrá inmolarse y tendrá la oportunidad de presenciar como si fuera un espectador la sinrazón que los empuja a actuar contra inocentes.

¿Tratar de comprender qué mueve al terrorista no es un primer paso para justificar sus acciones? «Me parece extraño que la gente no diferencie entre comprender y legitimar. Si no entendemos las cosas, ¿cómo vamos a solucionarlas?», replica con indignación.

«Comprender no es perdonar, ni avalar ni legitimar. Es ayudar a una sociedad a delimitar un problema para resolverlo, si es que quiere resolverlo», abunda.

Como musulmán, Khadra se adhiere al discurso que desvincula por completo a la religión del yihadismo.

«El problema es absolutamente terrorista, ni siquiera es ideológico. La ideología sólo es un pretexto para legitimar los horrores que esa gente comete. (Pero) hay quien quiere desplazar el problema e instalarlo en el islam», insiste.

Por eso, a los yihadistas se les considera más bien «una secta» que se aprovecha de jóvenes que son educados en la calle y que, desorientados, acaban buscando una familia por el rechazo que sufren en sus hogares. «Cuando se abandona a la familia, se está predispuesto a cualquier cosa para encontrar una nueva», dice.

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