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Las Palmas de Gran Canaria.
Jueves, 4 de abril 2024, 02:00
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El hilo conductor que justifica el trabajo del ilustrador René Merino es la emoción, esa alteración del ánimo intensa y pasajera capaz de conectarnos a todos. El creador madrileño (1980), que emplea el trazo minimalista para contar pequeñas grandes historias cargadas de humor e ironía, inaugura este jueves, a las 19.00 horas, en la Biblioteca Insular de Gran Canaria, la muestra titulada 'A la deriva', una selección de 45 viñetas de sus últimos diez años de trayectoria profesional con las que refleja situaciones cotidianas o absurdas, anhelos y miedos, extraídas de un mundo que cree que se descompone en pedazos.
La obra de Merino, que durante su estancia en la capital grancanaria realizará un mural para el Espacio Violeta de la Biblioteca Insular que se inaugurará el próximo día 23 de abril, puede visitarse hasta el día 19 de abril en la planta baja del citado centro.
El pasado año editó en Lunwerg su cuarta obra, 'No se admiten devoluciones', un cómic en el que describe con sencillez y altas dosis de realidad el tránsito a la paternidad, inspirándose en su propia experiencia y en las paternidades que observa en su entorno más cercano. Tras emplearse como diseñador gráfico en una empresa de alfombras que le permitía pagar sus facturas, empezó hace más de diez años a realizar viñetas y tiras cómicas en las páginas virtuales del periódico elDiario.es, aunque un proyecto iniciado en plena pandemia llamado 'Está mal, pero se puede empeorar', le permitiría lanzar su primer libro en 2020 y, al siguiente año, el conjunto de microcuentos 'Un día ocurrió', ambos también en Lunwerg, editores referentes en libros de arte en España.
En su tercera entrega, la primera de ellas con un hilo conductor, 'Todo saldrá bien (a veces)', plasmó su lucha contra los problemas de salud mental en los que se vio inmerso.
Merino, que visita asiduamente la capital grancanaria entre otras cosas por su cercana amistad de años con el pintor José del Rosario, confiesa que algunos de sus autores predilectos son Quino, Bill Watterson, Moebius, Bastien Vives, Jan, Ibañez, Ramón Casas, Manu Larcenet o Gipi, si bien reconoce una gran influencia en su trabajo de artistas como los directores de cine Terry Gilliam o Giuseppe Tornatore, el poeta José Hierro, la filósofa Remedios Zafra o humoristas como los Monthy Python o Faemino y Cansado. Pensó en la autoedición tras realizar una ronda de editoriales con su trabajo que ninguna quiso publicar, hasta que la filial de Planeta decidió hacerlo. No se equivocó. Su primer libro, 'Está mal, pero se puede empeorar', se posicionó en lo más alto en su primera semana en la lista de los libros de cómics más vendidos de grandes almacenes del país como FNAC, la Casa del Libro o Amazon. Cuenta ahora con más de 600.000 seguidores en la red Instagram, y el 90% de sus ingresos provienen de su faceta de ilustrador.
«Los temas que me interesan se detienen en reflexiones intimistas, sociales... para reír y pensar en lo absurdo que muchas veces es todo y para reírse en general y también de uno mismo, mezclando humor macarra, zafio y burdo con otro más emocional. A través de cualquier emoción o imagen que vea me puede surgir una idea y plasmarla en una viñeta», explica el viñetista madrileño, cuyo trazo sencillo ha acabado definiendo su particular estilo.
«Para mí hay una idea detrás de cada dibujo, aunque cada lector puede darle un significado diferente», agrega. «El absurdo forma parte de la condición humana y juego con ello, con el enfoque humorístico. El humor me gusta de todo tipo, y cuanto más cabrón, más me gusta. Humor e ironía funcionan muy bien juntos. Otras veces me pongo más intenso o emocional en microcuentos o una viñeta. También hablo de miedos, de los fantasmas que tenemos dentro, combinado con algo de crítica social o política».
Merino, que advierte que nunca dibuja pensando en una audiencia de una franja de edad determinada, realiza múltiples colaboraciones para marcas comerciales conocidas, campañas publicitarias o post patrocinados. En su libro 'Todo saldrá bien (a veces)' da cuenta del complicado proceso en el que se vio inmerso cuando atravesó una crisis con síntomas de ansiedad, insomnio y ataques de ansiedad. En sus páginas rememora su viaje hacia la sanación y cómo esta se materializó cuando decidió romper sus propias ideas preconcebidas sobre la ayuda profesional y la medicación. Confiesa que lo que más le cuesta son los textos, porque se siente más cómodo expresando un mensaje o una idea con un dibujo que con palabras. «Lo que trato siempre en los textos es expresarlo con la mayor sencillez posible. Para mí expresar mis pensamientos en dibujos es algo muy orgánico, me sale unas veces mejor y otras peor, pero disfruto mucho y es donde me siento feliz», señala el viñetista madrileño.
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