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Nadie se lo esperaba. Sacó disco en enero, iniciaba su gira nacional en marzo y para julio 15.000 personas le devolvían la mirada en ... el Anexo del Estadio de Gran Canaria en una cita improvisada apenas 24 horas antes.
Quevedo se guardaba una sorpresa más para sus seguidores al módico precio de un euro y para una causa benéfica. La desveló a través de un enigmático mensaje en redes y movilizó a cientos de personas que terminaron colapsando la web de ventas en minutos. Hubo sonrisitas nerviosas, besos y pancartas a la entrada del espectáculo, para el que muchos hicieron cola desde el mediodía ataviados con los colores de la bandera canaria.
La expectación no defraudó. Con los últimos rayos del sol aún iluminando la velada, sonó la intro de Cruz Cafuné y las inconfundibles trompetas de '¿Ahora qué?'. El despliegue de móviles demostraba un público ansioso por captar la entrada triunfal del artista, que arrancó con fuerza y mantuvo buen equilibrio entre sus temas más rítmicos y los lentos.
Vestido con la equipación de la UD Las Palmas se presentó: «Veo que me han hecho caso: veo muchas camisetas amarillas y muchos flashes, pero vamos a apagarlos un momento todos, vamos a quedarnos sin señal».
Sonó el inicio del que ya es uno de sus clásicos -pese a su corta vida musical- junto a 'Vista al mar', 'Yankee', 'Playa del inglés', 'Wanda' o 'Dame' o 'Me falta algo', que entonó con Linton al piano.
. Temas que se corearon tan alto en el Anexo que casi opacan a quien portaba el micrófono. Pero los gritos fueron mayúsculos con la entrada de Juseph y Maikel Delacalle, que compartieron escenario para interpretar sendas colaboraciones junto a Quevedo: 'Chamaquita' y 'Mi nena'.
Ya en el ecuador del concierto el ritmo comenzó a ser un poco accidentado. Quevedo paró en varias ocasiones en mitad de una canción para llamar la atención del dispositivo de seguridad sobre incidencias entre el público que duraron algunos minutos.
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El reloj avanzaba imparable y aún quedaban dos éxitos que el público no iba a perdonarle. Llegaron después de 'Cayó la noche', con el que los asistentes no pararon de botar. «Este es el final, mi gente», se despidió el grancanario.
Los coros de 'Quédate' sonaron entre el público pidiendole un poco más de fiesta. Quevedo entró para un bis donde trajo primero 'Columbia', su último hit del verano, y puso en sintonía a toda la marea azul y amarilla. Ahora sí, era el turno del himno con Bizarrap que lo ha puesto en el mapa a nivel internacional. El sentimiento de comunión con artista era palpable: el público se agachaba con el ralentí del beat y chillaba a pleno pulmón cuando reanudaba la marcha.
Fue un cierre con toda una declaración de intenciones; la conclusión de un viaje que inició y termina en el mismo punto, mucho antes de llenar espacios como el Wizink Centre en Madrid o planear cruzar el charco en una gira por Latinoamérica. Fue un recordatorio de que Canarias es el lugar donde quiere estar, la casa a la que prometió volver.
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