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Yolanda Auyanet y José Bros, en 'Roberto Devereux'. Nacho González-ACO
Gran triunfo de Yolanda Auyanet

Crítica | 'Roberto Devereux'

Gran triunfo de Yolanda Auyanet

Esta ópera requiere de cuatro figuras sobre las que recae la acción, pero la estrella indiscutible fue la soprano grancanaria

Cayetano Sánchez

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 22 de mayo 2024, 23:06

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La cuota de título belcantista de la 57ª Temporada de Ópera de Las Palmas de Gran Canaria Alfredo Kraus la ocupa este año 'Roberto Devereux' (1837), ópera de madurez de Gaetano Donizetti, tercera de su trilogía de «reinas Tudor».

Basada hechos reales, con libreto de Salvatore Cammarano, inspirada a su vez en obras literarias de autores franceses, se cuenta el fin de la relación amorosa entre la Reina Isabel I, ya de 65 años, y el Conde de Essex, Roberto Devereux, 30 años menor que ella. Más allá de las intrigas políticas de la época, la trama incide en temas subyacentes como el abuso de autoridad, los celos y la venganza. Todo ello aderezado con una sugestiva sucesión de arias, dúos y tercetos de una belleza sencilla y subyugante que hacen de ésta una de las obras cumbres del belcanto. Frente a los opulentos repartos de otros títulos es una obra de cuatro figuras en las que recae la acción. Sólo cuatro voces protagonistas pero que requieren la participación de cuatro cantantes adecuados. En esta producción todos cumplieron con las exigencias de la retadora partitura.

Estrella indiscutible de la noche fue la soprano grancanaria Yolanda Auyanet, una de las Elisabetta de referencia del actual panorama lírico. Su caracterización del histórico personaje es excepcional, pues a su magistral musicalidad y agilidades certeras y atinadas se sumó su valía como actriz, saliendo airosa de las dificultades de su rol con entereza hasta el último acto, donde su hegemonía es absoluta.

El Roberto Devereux del tenor José Bros fue convincente en todo momento, a pesar de que su voz le traicionó en su última intervención. Magistral fue el papel del barítono, Yongujun Park, de amplios y seguros contrastes, al igual que la mezzo Paola Gardina, de excelente timbre y agilidades, así como de presencia escénica.

El resto de los comprimarios aportó también su calidad vocal, pese a sus limitadas oportunidades en una ópera de solistas. Al sorprendente por reducido coro no le mermó su potencia, en su ya innegable entrega y profesionalidad, mérito de todos ellos y de la siempre eficaz labor de su directora Olga Santana.

Todos fueron merecidamente aclamados, al igual la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, con contrastados aciertos en todos los momentos, desde la tensión dramática hasta los más líricos a lo largo de toda la representación, bajo la batuta de Rafael Sánchez- Araña.

Pese al estatismo que impone el libreto, la dirección escénica de Bruno Berger-Gorski generó bellos momentos gracias a la estética de una producción apoyada en una loable escenografía (Carmen Castañón) y en un magnífico diseño de iluminación (Rodrigo Ortega).

Sin duda, en conjunto, uno de los grandes aciertos de la temporada.

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