
Yolanda Auyanet, soprano
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Yolanda Auyanet, soprano
«El escenario es la vida para mí, cuando sea algo aburrido lo abandonaré»La soprano grancanaria Yolanda Auyanet da vida a la reina de Inglaterra Isabel I (Elisabetta) en la ópera 'Roberto Devereux', de Donizetti, los días 21, 23 y 25 de mayo, a partir de las 20.00 horas, en el Teatro Pérez Galdós, dentro de la 57ª temporada de la capital grancanaria.
-Da vida usted en 'Roberto Devereux' a Elisabetta I (Isabel I), la reina de Inglaterra. Impone mucho este rol por su dificultad, ¿no es cierto?
-Impone en todos los sentidos. Es un personaje históricamente conocidísimo. Es una de las mujeres más importantes en la historia de Europa y del mundo. Es un rol con una gran personalidad, una mujer muy poderosa y a la vez muy frágil. Siempre estuvo sola, a pesar de sus muchos amoríos nunca quiso casarse ni compartir su vida con alguien. Creo que nunca llegó a estar con alguien hasta el fondo, de verdad. No terminaba de fiarse, tanto por las amenazas políticas como por sus dudas de si la querían por su cargo o por su personalidad. Quizás, cuando no era la heredera del trono, cuando era muy jovencita, puede que sí que viviera un poco más. Como reina, desde luego, no tuvo una vida personal y sentimental fácil y normal.
-Esa definición que hace usted de Isabel I como poderosa y frágil a la vez, ¿se puede extrapolar a la vida de una cantante lírica?
-Pues sí. El público ve en nosotros, sobre todo en las mujeres, lo que está en el escenario, donde aparecemos como muy potentes, decididas y con mucho carácter, pero puede que fuera del escenario no sea así. Al final somos actrices y nos metemos en la piel de los personajes. Y somos humanas y este es un trabajo muy solitario. No solo por los viajes y porque estás muy alejado de tus seres queridos durante muchas semanas, sino porque llevas el instrumento dentro. Nadie, pero nadie, te entiende. Ni siquiera los colegas que hacen tu mismo trabajo. Pero de verdad solo tú sabes lo que implica y lo que te pasa.
-Implica un cuidado diario y constante.
-Sí, incluso, a veces llega a convertirse en una obsesión. Lo que no es bueno. Tenemos que encontrar un equilibrio entre el cuidado y el estar pendiente de nuestro instrumento y poder llevar una vida normal.
-La planificación de la carrera es clave en su oficio. ¿Usted lo tuvo claro desde sus comienzos?
-Es primordial saber elegir los roles y los descansos. Cada vez resulta más difícil hacerlo, porque el mercado de la música va cambiando y las formas de entender las actuaciones y a los cantantes. Varía la forma de 'vender' a los cantantes desde las agencias, ahora hay un menor cuidado porque somos muchos. En muchos casos, no existe una planificación entre los cantantes y los agentes y lo que hay es una lucha entre lo que el agente quiere y lo que quiere y puede hacer el cantante. A veces se llega a un acuerdo y otras veces uno de los dos tiene que ceder, y casi siempre es el cantante el que acaba haciendo cosas que no quiere. Tuve la suerte de empezar en una época en la que todavía se podía planificar y he tenido suerte. He dicho que no a muchas cosas y he podido seguir siempre una línea que me ha respetado.
-¿Cree que el tiempo le ha dado la razón a las cosas que dijo que no hacía?
-Evidentemente, después de 30 años de carrera un mínimo de razón tenía. Es algo de lo que estoy orgullosa.
-¿Y qué le motivó a decir que sí a Elisabetta, de 'Roberto Devereux', cuando además de su dificultad vocal se trata de una ópera que no se representa con mucha asiduidad?
-Llegó el momento de madurez y cuando sabía que podía abordarlo. La primera vez que lo hice hace casi ya diez años, en Tenerife, en forma de concierto. Era una oportunidad magnífica para debutarlo. Primero metía la parte vocal en su sitio y después ya venía todo lo demás. Aceptas cuando crees que ha llegado el momento justo. También me pasó con 'Norma'. Me lo habían ofrecido unos años antes y dije que no. Depende mucho de las situaciones, porque no es lo mismo que te ofrezcan debutar un rol que consideras al límite y un poco extremo en un teatro grande y famoso que estrenarlo en una plaza de menor impacto internacional. No es porque no le tengas respeto, sino porque es una situación más cómoda y tranquila y hay un mayor entendimiento con la dirección artística.
-Vamos, que la carrera profesional lírica tiene muchos elementos importantes, al margen del cuidado de la voz...
-Hay muchos factores que no podemos controlar, salvo negarnos a hacer algunas cosas. Para mí, los teatros pequeños han sido muy importantes en mi carrera. He hecho mucho en los teatros llamados de provincias. Me ha servido muchísimo como aprendizaje en teatros con una menor presión. Empezar así, poco a poco, ha sido una suerte y ahora es muy difícil de poder hacerlo. Ahora, a la gente joven la tiran directamente a los leones. Te encuentras a gente muy joven que canta muy bien con roles muy importantes pero no tienen la madurez psicológica y física necesaria y lo normal es que se pierdan por el camino.
-El ambiente profesional que hay en los teatros o las temporadas pequeñas imagino que es un elemento que también valorará muchísimo a la hora de elegir dónde cantar...
-Claro que sí. Para empezar la relación con la dirección artística es más cercana y fácil. En los teatros grandes, salvo que seas una súper estrella, tienes que aceptar lo que te ofrecen, pero no tienes la posibilidad de gestionar y explicar por qué dices que sí o que no.
-¿Cantar en su isla natal es un plus de responsabilidad o le genera una mayor tranquilidad?
-Las dos cosas. Cómodo, lo que se dice cómodo, no es. Además del factor sentimental y de la presión, se une la cuestión afectiva de estar con los amigos y la familia. Yo, si me pongo a hablar, no canto, sobre todo en una ópera como 'Roberto Devereux'. Entre funciones, me voy para casa. Ni cena ni copas ni nada. A casa y a estar callada hasta la siguiente función, porque si no lo hago, no puedo cantar. La edad, la madurez sirve para muchas cosas y también te enseña que no tienes la capacidad de regeneración física propia de la juventud. Ahora, hasta que no acabe la última función no podré quedar con la gente, por eso me quedo unos días más, en los que también daré unas lecciones en el Conservatorio. Hasta el próximo sábado por la noche, es como si no estuviera en la isla.
-Es un ejemplo más de que su profesión no es tan bonita como parece desde fuera...
-Es bonita, muy bonita, pero no todo lo es. Están los viajes, por ejemplo. Veo las maletas... y ya me da algo.
-Habrá estado en múltiples sitios donde lo que ha visto ha sido el hotel y el teatro en el que ha cantado y poco más...
-Exactamente. Y cuanto más pasa el tiempo, aún más. Salgo de los ensayos y cuando era más joven me iba a ver museos, iglesias y todo lo que había que ver. Ahora, viajo con mi perrita siempre que puedo, y eso me obliga a salir a caminar un poco. [Risas]
-¿Cómo se gestiona cuando ve que el instrumento del que vive, la voz, cambia con el paso de los años?
-No es fácil de digerir. Hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo. En mi caso, ha ido cambiando de forma paulatina. Me he ido adaptando a los cambios, pero hay momentos de inseguridad. Tienes días en los que no te sale nada. En el caso de las mujeres, están los temas de la juventud, la maternidad y con una cierta edad tienes la menopausia. Todos los cambios hormonales son fundamentales. Es una lotería, porque cada mujer llega de forma diferente a cada etapa. Por eso te tienes que conocer muy bien e ir observando todos los cambios. Es un tema que parece tabú, pero del que se tiene que hablar. Es una realidad. Hasta ahora he tenido mucha suerte y mi preparación técnica me ha permitido continuar.
-¿La formación técnica de joven es otra de las claves para conseguir una carrera profesional estable y larga?
-Sin duda, pero hay cosas que no te enseña nadie. Aprendes cuando estás en el escenario y en el ambiente. Aprendes cuando te dan por todos lados, cuando leía las críticas de joven... ahora no las leo. Todo eso hay que saber cómo gestionarlo. Me he encontrado con gente con unas voces espectaculares y un talento enorme pero que no han sido capaces de gestionar el resto. También los hay que no han querido renunciar a estar con su familia y han dejado las carreras. He visto de todo.
-En la rueda de prensa de 'Roberto Devereux', Ulises Jaén, director artístico de ACO, defendía el belcanto frente a las voces que lo critican y lo consideran casi como un género menor dentro de la ópera. Usted ha labrado gran parte de su carrera con roles belcantista. ¿Ha percibido ese menosprecio hacia este estilo operístico del que habla Ulises Jaén?
-El belcanto ha sido mi pan. Y sí que lo he percibido. Lo más importante del belcanto es la melodía y la palabra cantada. A veces, la gente se aburre con el belcanto, porque no lo entiende o porque no se hace bien. Hay que decirlo todo. Es una cuestión de saber lo complejo que es, de dónde viene y tener claro que todo lo que vino después sería impensable sin el belcanto. Es cierto que muchos programadores le dan poco espacio. Es una pena, porque es básico para entender el teatro cantado. El belcanto lo que hace es sublimar las pasiones más bajas del ser humano, al contrario del barroco, que sublimaba valores como el amor. En el belcanto lo que hay es traición, rabia, venganza... sublimado con un lenguaje poética y una melodía maravillosa.
-Puro Shakespeare, como 'Roberto Devereux', sin ir más lejos.
-Sí [risas de la soprano]. Es lo más oscuro del alma humana, porque el belcanto es muy humano.
-¿Qué roles tiene previsto estrenar próximamente?
-Tengo previsto, a finales de septiembre, en Toulouse, el estreno del rol Abigaille de 'Nabucco'. Me lo han ofrecido muchas veces y siempre había dicho que no. Pero esta será una ópera belcantista, por lo que me han asegurado. Quieren una soprano belcantista como yo, cuando las habituales como Abigaille tienen otro tipo de voces. Luego ya veremos qué pasa. Es algo que tengo siempre claro con cada debut. Lo estreno y después ya veo si estoy cómoda o no. Me pasó con 'Bohème' y con 'Turandot', óperas que debuté joven y después las dejé aparcadas. Tenía la sensación de que no las hacía como yo quería hacerlo, me sentía un poco insegura.
-Y vuelve la próxima temporada al Teatro Real con 'Maria Stuarda', de Donizetti...
-Otra obra muy fácil y alegre [risas]. Haré en este caso de María, la rival de Elisabetta de 'Roberto Devereux'. Es como cerrar un círculo.
- ¿Tenemos Yolanda Auyanet para rato sobre los escenarios?
-Eso espero [risas ].
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-¿Qué le motiva después de 31 años de trayectoria a seguir sobre los escenarios?
-No sé hacer otra cosa. Aunque para muchas cosas estoy quemada, por los viajes, las cosas que me he perdido de la vida de mi hija, que tiene 16 años... al final, estar en el escenario es la vida para mí. No solo en las funciones y por el aplauso del público, que evidentemente es lo máximo. Ensayar, estar en los teatros....
-Lo disfruta.
-Sí, por ahora lo disfruto. Cuando se convierta en algo que me resulte pesado, será el momento de dejarlo. O cuando me jubile, porque el mercado está cambiando y ahora tiene mucha importancia la juventud, el físico, la frescura aparente...
-¿Se ha banalizado o mercantilizado el mundo lírico ?
- Creo que un poco, sí. Como todo en la vida. Todos ponemos filtros en las fotos y queremos aparentar, en mayor o menor medida. Eso afecta a todos los campos de la vida.
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