José Miguel Pérez-Sierra, director de orquesta
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José Miguel Pérez-Sierra, director de orquesta
«Busco hacer las cosas bien, con coherencia y para que el público entienda la obra»Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
José Miguel Pérez-Sierra dirige a la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria (OFGC) en las tres funciones de 'La Bohème' que desde este martes se representa en el Teatro Pérez Galdós, dentro de la 57ª temporada de ópera de Las Palmas de Gran Canaria-Alfredo Kraus. También participa el coro de la ópera y el infantil de la OFGC. La segunda función es este jueves, a las 20.00 horas, y la tercera el sábado. Para la última se han vendido todas las localidades.
-En la rueda de prensa previa comentó que quería dirigir unas funciones de 'La Bohème' «vivas, que no rápidas» y ajustadas a la idea original de Puccini pero desde un punto de vista contemporáneo. ¿Eso se puede lograr con cualquier orquesta o hace falta una con el estado de forma actual de la Filarmónica de Gran Canaria?
-No, con cualquier orquesta no se logra. Tengo que decir que la Filarmónica de Gran Canaria la veo siempre 'in crescendo', cada vez mejor. Está en un estado de forma maravilloso y sobre todo, es una orquesta muy dúctil. Tengo la suerte de llevar muchos años colaborando con ella y creo que se ha creado un gran entendimiento conmigo. Estoy muy contento de poder obtener toda la visión que tengo de 'La Bohème'?
- ¿Cómo se prepara? ¿Antes del primer ensayo lo habla con los músicos o llega con la idea muy clara y la desarrollan a medida que van tocando?
-Cuando llego al primer ensayo nos ponemos a trabajar la partitura y les voy explicando lo que quiero. Yo hablo poco, por eso siempre aludo a la técnica del director. Me gusta hablar con los brazos, que es lo que cuenta. Hacemos nuestro trabajo en tiempo real y en las funciones no puedes hablar. Ese código del que dependemos al cien por cien mientras estamos en la función me gusta aplicarlo a los ensayos. Evidentemente, en los ensayos se habla y se comentan cosas, pero me gusta mucho la comunicación visual con el director, creo que es muy importante.
-¿Cómo se logra que una orquesta alcance esa flexibilidad de la que habla que tiene a día de hoy la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria?
-Son muy buenos músicos y por lo que tengo entendido vienen trabajando con muy buenos directores. Al final se retroalimenta y es una de las orquestas con las que hago música más a gusto, la verdad.
-¿Había dirigido montajes con los cantantes Claudia Pavone, Arturo Chacón-Cruz, Alessandro Luongo e Isabel Rey, que protagonizan estas tres funciones de 'La Bohème'?
-No. A algunos de los que hacen roles más pequeños sí que los conozco de otras producciones. Pero a Claudia, Arturo y a Alessandro los conocía de nombre, naturalmente, pero no en persona. Tengo que decir que es un placer y que no puedo imaginar 'La Bohème' con un elenco mejor.
-¿El no haberlos dirigido antes implica que tenga que estar más atento a las cualidades de cada uno desde el foso?
-Al final, cuando llevas muchos años en esto, debes desarrollar la capacidad de entender las voces sin la necesidad de conocerles. Evidentemente, a los cantantes a los que he dirigido mucho los conozco muy bien y siempre puedes hacer música mucho mejor con ellos. Es una satisfacción ver que cada vez tengo una mayor capacidad para reaccionar a las voces nuevas. Me cuesta poco ver qué es lo que una voz necesita de mí.
-¿No le gusta repetir fórmulas? ¿Busca que cada función sea única, distinta a la anterior?
-Sí. Tengo mi visión de 'La Bohéme'. No depende de los 'tempos', no depende de que sobre la mesa prevea las cosas de una manera cerrada. No. Cuando llego a hacer una producción, te has imaginado cosas de antemano, pero me gusta llegar con la mente abierta, conocer la compañía y aplicar mi visión junto a ellos. Afirmo plenamente que se puede hacer. 'La Bohème' mía será siempre la mía, cante el que cante porque me adapto. Con muchas variaciones, pero eso también es bonito y divertido.
-Que la producción, como sucede aquí, cuente con una escenografía clásica que busca adaptarse al original de Puccini, ¿influye en el foso?
-Lo hace y positivamente. Soy un director de mi tiempo y debemos estar abiertos a todo tipo de producciones. He trabajado mucho con directores de escena con unas visiones muy audaces y con otros con unas ideas más tradicionales. Respetar el texto también es respetar la música. Si el director de escena es verdaderamente grande, no afecta a la partitura. No la daña. Pero es cierto que hay otros que no aplican la lógica, como dice Ulises Jaén [director artístico de los Amigos Canarios de la Ópera (ACO)]. El respeto del texto original también es un respeto al texto musical. Dentro de mi apertura mental, de vez en cuando se agradece venir a propuestas como las de esta temporada. Es la primera vez que veo en una representación de 'La Bohème' el punto de aduana en la escenografía, que en las producciones previas que he dirigido no se incluía. He hecho muchas funciones de 'Carmen'. Ninguna con gitanas y toreros. Habría que pensarlo. Es preocupante. Cuando se habla de la creación de nuevos públicos se tiene la obsesión de hacer las cosas diferentes en vez de bien. Si planteas 'Carmen' de ocho maneras distintas y ninguna según la idea original, ¿para quién la estás haciendo? Si acude a las funciones un público que nunca ha visto esa ópera, puede que le guste, pero muchos se irán a casa sin haber visto gitanos y toreros, que estaba en la idea original. Un teatro debe saber equilibrar y combinar propuestas modernas y audaces con otras más clásicas. La variación es maravillosa, una vez que conoces el original.
-Quizás uno de los problemas es que se piensa más en los egos de los directores de escena de turno que en el público y en la propia obra...
-Por eso hago hincapié en que no voy a descubrirle 'La Bohème' a nadie. Solo busco hacer las cosas bien, no diferente. Cuando llevas años trabajando una partitura, te vienen cosas. Eso lo genera la madurez y la experiencia. Experimentas unas cosas, te convencen o no, y las vuelves a utilizar o las descartas. Lo importante es ser honesto. La clave de la partitura es lo que está detrás. Somos músicos profesionales para escarbar detrás y por eso hay versiones tan maravillosas y dispares. Y también hay versiones poco honestas. Yo busco hacer las cosas bien, con coherencia y para que el público entienda la obra. Si buscas hacer algo que nadie ha hecho, eso no funciona en la ópera. Al menos para mí.
-¿Esa honestidad puede ser la llave para abrir la puerta que atraiga al nuevo público?
- Me parece que sí. Una cosa bien hecha, sea tradicional o moderna, más rápida o más lenta, siempre llegará al público. La clave del éxito no sé cuál es. Pero pretender gustar a todo el mundo es una de las claves del fracaso. Te obliga a hacer las cosas de forma impersonal. La música es un arte que tiene que pasar por el intérprete. No es como la pintura, vas al museo y llega directamente al espectador. 'La Bohème' no existe si no hay un trabajo de recreación en torno a la partitura. Está la aportación humana.
-¿Qué le parece que los ensayos generales de ACO estén abiertos a un público joven y poco habitual de la ópera?
-Eso es maravilloso. Habría que fomentarlo cada vez más. Para la juventud es un enriquecimiento acercarse a la música y a las artes escénicas. Enfocamos muchas veces la búsqueda de nuevos públicos con la idea de traer a la gente porque un día nos podemos quedar sin trabajo. Esto no es un trabajo, aunque lo es. En realidad, estamos aquí porque en un momento dado, desde nuestra infancia nos atrajo el amor a la música. Eso nos ha aportado una vida más rica desde un punto de vista emocional, intelectual... Solo por eso tenemos que hacer música. Además, no creo que en un futuro los teatros se queden vacíos. Creo que se está haciendo bien las cosas. Está creciendo incluso en algunos teatros, porque la gente encuentra cosas que le llenan el alma y el espíritu. En ciertos países donde las cosas están muy complicadas, tienen claro que el joven que agarra un instrumento no agarra un arma. Es algo casi matemático.
-¿Lo tiene en cuenta a la hora de llevar las riendas como director del Teatro de La Zarzuela?
-Sí. Tenemos un proyecto didáctico maravilloso, el Zarza. Lo inventó Daniel Bianco, que fue un director artístico magnífico. Ahora, Isamay Benavente, que es una mujer maravillosa e inteligente, trae nuevas ideas. Tiene una capacidad de trabajo magnífica. Hemos heredado Zarza de Daniel y lo queremos mantener y engrandecerlo. Además tenemos mil ideas al margen de ese proyecto. Quiero llevar la música a los institutos y a las universidades. La franja entre 15 y veintipico años está un poco olvidada. La parte didáctica para niños está muy bien cubierta. Cuando llegan a casa, para hacerse melómanos dependen de la continuidad que les dé sus padres. No puedes llevar todas las semanas a los niños a la ópera o los conciertos sinfónicos. Pero creo que tenemos que ir a por la franja entre 15 y 25 años, es cuando el ser humano decide quién es y cuáles son sus gustos. Si va a la ópera y le gusta, se sube al carro para siempre. Es una franja que está dejada de la mano de dios y estoy dispuesto a ir a por ella. Incluso yendo a los institutos y universidades.
-¿Cómo se va desarrollando su proyecto musical en el Teatro de la Zarzuela?
-El proyecto de Isamay Benavente conmigo es continuista, porque hemos encontrado al Teatro de la Zarzuela en su mejor momento de los últimos 30 años. Desde que abrió el Teatro Real y la ópera se fue para allí, se quedó solo para zarzuela y por eso ha llegado a este gran momento. Eso también es una responsabilidad. Una de las líneas por las que hemos apostado es por la internacionalización del género. Tenemos confirmadas varias coproducciones internacionales. No puedo aún dar detalles, pero va a viajar con producciones completas a teatros importantes de Europa. Es fundamental para que sea Patrimonio de la Humanidad. Y para que lo sea lo tiene que conocer la humanidad, no solo los españoles. Se ha exportado, pero no con la continuidad con la que lo queremos hacer ahora.
-¿La zarzuela cuando se escucha en el extranjero gusta?
-Gusta siempre. He logrado institucionalizar todos los años, en el festival de ópera de Cracovia, hacer zarzuela. El año pasado hicimos 'El barberillo de Lavapiés', que fue la primera vez que se hacía integral. Ahora vamos a hacer 'Luisa Fernanda', con los sobretítulos en polaco para que el público entienda la trama.
-¿Que una estrella mundial de la lírica, como la mezzosoprano Elina Garanca haya cantado en versión concierto 'Luisa Fernanda' junto a la OFGC, dirigida por Karel Mark Chichon, en los conciertos celebrados en Gran Canaria y en el Teatro Real, ayuda en esa internacionalización del género?
-Es muy importante. Es otra línea que queremos explotar. Somos un teatro nacional y tenemos que ser la casa de los artistas españoles. Eso siempre será así. Pero si logramos atraer a nuestro repertorio a cantantes de fuera importantes, es muy bueno, porque después incluyen en sus bises o en sus programas individuales temas de zarzuela. Por eso tenemos previsto varios cantantes de habla no hispana. Lo importante es que tengan algo de cultura española. Lo que no podemos es traer turistas a cantar zarzuela. Elina es un ejemplo a seguir y también tenemos varios cantantes italianos con parejas españolas que conocen nuestra cultura y hablan español. También están los cantantes latinoamericanos que nos ayudan a extender el género en sus países.
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