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GABRIELA VICENT
Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 27 de enero 2023
Sabina Urraca está acostumbrada a cruzar el espejo de Alicia. Aunque para ella, el cristal de la literatura es, en realidad, «un líquido fluido y tibio en el que puedes hacer todas las cabriolas que quieras». Compagina su trabajo como editora, sobre todo de autores y autoras noveles canarias, con su propia creación literaria. El doble desarraigo de ser una niña vasca criada en Tenerife y una estudiante canaria en Madrid le ha enseñado a ver siempre las dos caras de una misma moneda. Tras ejercer el periodismo 'gonzo' o de inmersión, con arriesgados reportajes en primera persona y respaldar la edición de sorpresas editoriales como el exitoso 'Panza de burro', de Andrea Abreu, llega a la Casa-Museo Pérez Galdós para desentrañar lo que ella denomina «profesionalización del juego», las barreras que separan realidad y ficción en el amplio universo literario. La charla se celebra el día 2 de febrero, a las 19.00 horas, en la sede galdosiana de la calle Cano, en la capital grancanaria. La entrada es libre, hasta completar aforo.
Urraca, que ha titulado su charla 'La profesionalización de la mentira', asegura que «muchas veces me refiero a mi oficio como una profesionalización del juego. Pongo como ejemplo una anécdota de mi niñez en la que leí una versión no censurada del 'Diario de Ana Frank' en la que ella contaba descubrimientos sexuales sobre su propio cuerpo. Fui la única de mi clase que leyó esa versión y me sorprendió que nadie mencionara nada. Durante mucho tiempo, estuve segura de que me lo había inventado. Esto me sigue ocurriendo hoy día mientras escribo».
Como escritora acota su narrativa en el inabarcable arco que va desde la autobiografía pura a la ficción total. Por ello estima que la escritura «es una piscina o una sala de baile en la que tú entras para lanzarte de cabeza o hacer todas las piruetas sin ninguna barrera entre la mentira y la verdad. Es un líquido fluido y tibio en el que puedes hacer todas las cabriolas que quieras. En la vida no puedes, sí que hay un espejo, una diferencia entre realidad y ficción. En la escritura no. Eso es lo bueno y lo que a mí me interesa de este oficio. Puedo bailar, jugar, un juego en el que ni siquiera hay reglas. No mantengo la distancia entre ambas realidades, ni quiero hacerlo», dice.
La editora del título de la canaria Andrea Abreu, 'Panza de burro', uno de los fenómenos editoriales de hace dos años, arruga la nariz cuando escucha calificarlo de éxito de ventas sin precedentes. «Lo único que entendí es que tenía un libro bonito entre manos», afirma tajante. «Cuando propuse a Andrea escribir un libro, este no estaba escrito. Ella había venido a mi taller de escritura y había escrito algunos textos cortos que yo le propuse que convirtiera en novela. Yo la iba guiando, acompañando en el proceso y después pasamos a una labor de edición más exhaustiva, repasando frase por frase haciendo los cambios necesarios para que este tesoro se frotara hasta que brillara, sin romperlo. Me acuerdo de gritar: ¡Este libro es la hostia!».
La parte del fenómeno editorial es la que menos le interesa. «La literatura no es eso. La belleza no está en el triunfo, sino en emocionar a otras personas con tu historia y emocionarte tú mismo mientras la escribes. Hay veces en las que hay justicia y libros como 'Panza de burro' triunfan y otras en las que muchos grandes autores, como la gran Lucía Berlín, viven una vida sin éxito profesional, aunque sus libros han triunfado a posteriori».
Hace algunos años, Urraca utilizó el término 'literatura milenial canaria' para referirse a las nuevas voces de la escritura de la primera década del siglo XXI. Sin embargo, ahora rechaza encasillarse en términos generacionales. «Es mercadotecnia y tampoco me interesa. Sí que me interesa, como editora, captar esta corriente poderosa de nuevas escritoras y escritores canarios y publicarlos. El 2 de febrero sale 'Leche condensada', de Aida González Rossi, una grandísima escritora de Tenerife. Hay un salvajismo en la voz femenina en general que me cuesta encontrar en las masculinas, aunque también encuentro grandes joyas», admite.
«Ojalá siempre se editara con envidia», ha llegado a afirmar en alguna ocasión ¿Es imprescindible la admiración para valorar apropiadamente el trabajo ajeno? «Sí, para mí la envidia es algo maravilloso que me ha llevado a grandes cosas en mi vida», afirma sin pudor. «Envidio a mis amigos y amigas, a mi pareja y, por supuesto, a las personas que edito. Tiene que haber un punto de genuino, de espectacular, que me diga que yo no lo puedo hacer, ni de broma, y que me permita ayudarles para que su tesoro brille al máximo. Se podría definir como envidia / admiración», se explica.
En su última novela, 'Soñó con la chica que robaba un caballo' (Lengua de Trapo, 2021), la enfermedad mental se cruza con la traumática experiencia del 11-M como desengaño para todo un país. La obra forma parte de la colección Episodios Nacionales. La autora reflexiona sobre cómo habrían digerido los personajes galdosianos de la serie original los convulsos acontecimientos de la España de la época en el diván de un psiquiatra. «Los personajes de Galdós no tendrían muy controlada la comunicación con un psiquiatra. ¡Esto es algo tan de nuestro tiempo!», se lamenta. «Ellos lo digieren de otra forma, con mayor dureza, no hay nadie sosteniéndoles. Mis personajes de este libro también son dos chicas que están muy perdidas en la vida. Si intento imaginar a una de ellas, que sufre una enfermedad mental, en otra época y en un escenario galdosiano, me imagino que sería una mendiga tirada en la calle gritando incongruencias. El acceso a un tratamiento terapéutico sería inexistente. Mis personajes no tendrían la energía vital ni la picaresca suficiente para salir adelante», reconoce. La angustia milenial ahora la califica de angustia global. «Todos vivimos muy sumidos en la angustia, rodeados de elementos que podrían ser herramientas para ayudarnos a no vivir en la angustia y, en cambio, nos sumen más en ella. Véanse las redes sociales o esta sociedad individualista en la que cada persona vive encerrada en sí misma. Ya no me preocupan tanto las angustias de mi generación, sino otras como las de la tercera edad».
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