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"Mirai, mi hermana pequeña", anime sobre la revolución en la familia japonesa

EFE / Madrid

Jueves, 1 de enero 1970

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"Aquí hay una familia moderna donde el padre trabaja en casa y comparte tareas con la madre; así es como cambia la sociedad japonesa, que está dejando de ser tan rígida para pensar cada vez más en la felicidad de los niños", explica el cineasta en una entrevista con Efe, realizada en el marco del 66 Festival de San Sebastián.

Nominada al Óscar como Mejor película de animación, "Mirai, mi hermana pequeña" es el tercer largometraje de Hosoda tras separarse de los emblemáticos estudios Ghibli, para quienes realizó cintas como "Digimon: La película", o "El castillo ambulante" (2004), su última colaboración juntos.

"Cuando trabajaba allí me decían que tenía que hacer cine al estilo Miyazaki, al estilo Ghibli, pero yo quería dar un toque personal. Por ejemplo -explica-, Ghibli nunca tendría a una familia como tema principal de un anime. Dos personas opuestas hacen que un proyecto no sea viable, dicho esto desde el profundo respeto y admiración que siento por Miyazaki, que es un dios".

El protagonista de "Mirai" es Kun, un niño de cuatro años al que el espectador conoce cuando está a punto de llegar a casa su hermana recién nacida. Se siente solo, siente celos, y deja volar su imaginación: el árbol centenario de su jardín le abre su mente a un mundo mágico donde -marca de la casa de Hosoda- es posible viajar en el tiempo.

"Si pudiéramos hacer viajes temporales y encontrarnos con el niño que fuimos o con el adulto que seremos la relación entre padres e hijos no sería igual", apunta Hosoda (Kamiichi, 1967).

Explica que los niños siempre están en sus películas porque le encanta ver "los cambios que se producen en ellos".

"Son seres llenos de dinamismo que evolucionan a una velocidad de vértigo. Los adultos, aunque queramos cambiar, somos bastante rígidos, y eso nos impide cambiar, en cambio, los niños, si cierras los ojos, ya han crecido: los adultos tenemos que aprender eso para que la sociedad sea mas flexible", considera.

El director de "La chica que saltaba a través del tiempo" (2006) o la deliciosa "El niño y la bestia" (2015), que compitió en Cannes y en San Sebastián entre cintas de no animación, muestra a los diferentes miembros de la familia desde diferentes puntos de vista en cuanto al pasado, presente y futuro.

Explica que el elemento fantástico no está basado en clásicos japoneses sino que parten de observar a su propio hijo cuando nació su hermano pequeño: "Era un ser primitivo que actuaba de una manera muy curiosa".

"Y esta cinta es un anime, pero muy documental y basada en hechos reales", se ríe: las conversaciones de la pareja son las que él mantiene con su esposa.

En "Mirai" (palabra que significa 'futuro') están, sin edulcorar, los valores de la familia y el modo de afrontar problemas cuando surgen, pero también lo fácil que pueden ser las cosas si procuras que la felicidad reine en tu familia.

El anime, a diferencia del hermético cine japonés, "permite transmitir emociones -dice Hosoda-; eso se plasma en los personajes. Por ejemplo, Kun siempre está enfadado, y eso en la realidad de la sociedad japonesa está mal visto, tiene que ser más educado".

También comenta que en el cine japonés "no hay movimiento de igualdad", aunque él se define en ese sentido como "un poco más progresista".

"Hay familias que piensan como yo, pero no son mayoría, al revés -dice- se cuestionan si el niño va a ser buena persona si recibe esta educación, con el padre ocupándose de la casa y la madre en el trabajo. Es una lucha constante", admite.

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