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Fran Villalba
Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 2 de mayo 2025, 02:00
Javier Gutiérrez (Asturias, 1971) es un auténtico todoterreno. No deja de encadenar rodajes para cine y televisión, que compagina con montajes teatrales como el de 'Los santos inocentes' o 'El traje', que le han traído varias veces a Las Palmas de Gran Canaria en los últimos años.
Con la obra de 'Los santos inocentes', estrenada en 2022, sucedió que diversos problemas llevaron a que se representara en el Teatro Cuyás en una versión desnuda, sin ningún tipo de atrezzo. «El teatro es maravilloso porque esto llega a pasar en un equipo de cine y no se hace, se suspendería el rodaje. Aquí lo que pasó es que la escenografía y el vestuario se quedaron atrapados en el barco que tenía que traerlos, con lo cual hubo una reunión urgente en la que teníamos que decidir, porque yo también coproducía, si tirábamos para adelante sin escenografía y vestuario. Y para ello necesitábamos la connivencia de los espectadores, que nos dieron su bendición. Y fueron dos funciones mágicas. Porque había una energía en el patio de butacas muy a favor del espectáculo, y sentimos, como se dice en el fútbol, que el público era el jugador número doce. Se me pone la piel de gallina al recordarlo», explica.
En cuanto a 'El traje' (2024), se trataba de una obra antigua a la que se decidió dar una segunda vida. «Luis Bermejo y yo teníamos la duda de si reponerla 12 años después, porque en su día le habíamos encargado a Juan Cavestany una obra sobre la Gürtel, que fue la explosión de los trajes de Camps y del desmadre tanto de unos como de otros, porque aquí no se salva nadie en el marco político, y no sabíamos si realmente tantos años después tenía sentido. Pero releyendo el texto nos dimos cuenta de que todo aquello estaba como desenfocado y que cobraba más importancia lo de la soledad del ser humano, la falta de asideros en la sociedad actual, y que el material seguía teniendo vigencia». Ahora ambos intérpretes se van a volver a reunir en la obra 'Los yugoslavos', también con libreto de Cavestany, que Javier Gutiérrez confía en que llegue a Canarias en la nueva temporada teatral, a partir de septiembre.
El actor sigue manteniendo también un prolongado idilio con la pequeña pantalla, medio que siempre ha defendido. «Hace años, cuando yo empecé a hacer televisión, había gente que me decía: 'no lo hagas, espera a que te llamen para una película'. Y yo decía 'es que quiero hacer televisión, quiero aprender'. Creo que es un buen trampolín en cuando a visibilidad, pero también es un buen lugar para entrenarse, para probar cosas y yo respeto y le debo mucho al mundo de la televisión. De hecho lo último que he hecho, que se estrenará en septiembre u octubre, es una serie para televisión en abierto, 'La agencia', con Daniel Écija, con quien ya trabajé en 'Águila roja'. Que ahora mismo sé que puede parecer una locura porque es un arma de doble filo ya que, al contrario que en las plataformas, que te tienes que creer lo que te digan sobre las audiencias, aquí sí que se sabe a ciencia cierta cuánta gente te está viendo, con lo que si es un fracaso te expones a que te pinten la cara. Pero yo sigo apostando por la tele, me parecía todo un reto y en el fondo para eso estamos aquí, para asumir retos», dice quien participó el pasado sábado en las Jornadas sobre el Oficio Cinematográfico en el 24º Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria.
De todos modos Javier por ahora no tiene de qué preocuparse, porque la gran pantalla tampoco se olvida de él. «Yo estoy en ese pelotón de privilegiados a los que le sigue sonando el teléfono y doy gracias por eso. Aunque también hay que decir que muchas veces no somos el primer cromo, somos la tercera o cuarta opción. Esto es un mercado también. Estamos ahí y existe el factor de la oferta y la demanda. A veces te dicen que un papel lo han escrito para ti y luego te enteras de que en realidad ya se lo han ofrecido antes a otros, y tu ego no es que quede dañado pero hay que saber colocarse».
Una cosa que está consiguiendo el actor es que no le encasillen en ningún género o papel determinado, lo que le permite pasar de héroe a villano con una facilidad pasmosa. «En eso creo que la suerte cuenta, es una porción importante de la tarta en nuestro oficio. Aunque también hay que estar ahí, y tener el olfato para saber lo que puedes hacer y lo que no. Porque a veces me han propuesto cosas y he dicho que no, porque uno es consciente de sus limitaciones. Yo no puedo hacer cualquier proyecto, cualquier personaje. Y en ese aspecto siempre he sido muy honesto conmigo mismo y con mi trabajo».
Esa intuición es la que le ha permitido encarnar desde personajes oscuros como los del policía de 'La isla mínima' o el protagonista de 'El autor' (las dos películas que le hicieron ganar sendos Goyas a Mejor Actor) a uno de sus papeles más recordados, el del entrenador de un equipo de baloncesto formado por personas con discapacidad intelectual en la película de Javier Fesser 'Campeones'. Todo un éxito de crítica y público que llevó a que Hollywood decidiera realizar su propio 'remake'. «Me pareció muy curioso que los americanos respetasen escrupulosamente el material original. Le doy mucha importancia a que los protagonistas fueran realmente chicos con discapacidad, porque de los americanos te puedes esperar cualquier cosa y me temía que pudieran ser actores fingiendo ser discapacitados, pero creo que en este caso fueron muy inteligentes. Y luego lo que ya me vuela la cabeza es que el personaje de Marco lo hiciera Woody Harrelson, que es un tipo al que tengo en alta estima, me parece muy talentoso, muy arriesgado en todo lo que hace y creo que hizo un muy buen trabajo».
En cuanto a qué es lo que menos le gusta de los rodajes, recuerda la frase de Fernando Fernán Gómez «a los actores y actrices no les pagan por actuar, sino por esperar». «Admito que me aburre solemnemente esperar pudiendo hacer un millón de cosas en lugar de estar sentado en mi camerino. Además suelo socializar poco porque prefiero estar concentrado y enchufarme en cuanto llego al set. Hay gente que tiene la habilidad de estar departiendo con unos y con otros y luego sobre la marcha ponerse a rodar y hacerlo de puta madre. Bueno, no es muy caso. Y entonces esperar me pone muy nervioso. Porque además pasan muchas horas, los estados de ánimo y las energías van cambiando y a lo mejor cuando tú no estás preparado es cuando te llaman para salir y hay que hacerlo lo mejor posible», explica.
Y es que, como recuerda, hacer películas es un proceso complejo. «¿Sabes que hay gente que cree que las películas se hacen en una semana? Pues no, el cine lleva mucho tiempo y además es un trabajo en equipo y quien no lo vea así está muy equivocado. Nosotros somos la parte visible, pero sólo somos la última pieza de un eslabón en la que hay muchísimo trabajo detrás. Cuando un actor o actriz gana un premio por interpretación tiene que ver en buena parte con cómo lo ha hecho, eso es obvio, pero uno trata de compartirlo con el equipo de una forma además honesta y sincera porque también hay mucho trabajo detrás. Tu trabajo es la suma de muchos trabajos. En ese sentido yo siempre priorizo los compañeros que voy a tener. No me fío de la gente que está sólo pendiente de sí misma. No se trata de invadir el trabajo de los demás, pero si hay algo que se puede mejorar vamos a hablarlo y mejorarlo, porque si no todo es demasiado egoísta y el cine no entiende de egoismo. Es un trabajo en equipo y la suma siempre se agradece en el resultado final».
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