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Esta hija de madre canaria, padre venezolano y abuelo sirio confía en que la nueva entrega de Hierro le permita resituar su «campamento base». «Mi idea y la de mi novio, que es valenciano y también actor, es afincarnos en España y viajar a Bogotá para trabajar. Hasta ahora, vivíamos en Bogotá y solo veníamos a España de vacaciones o cuando nos surgía un trabajo», explica junto al Faro de Maspalomas, a tiro de piedra de la casa familiar donde se ha reencontrado con sus orígenes desde hace dos meses.
«Llevo 19 años fuera de Gran Canaria. Estudié Arte Dramático en Madrid y allí estuve después trabajando durante 12 años», rememora durante una entrevista en la que en todo momento se respetó la distancia recomendada por las autoridades sanitarias para luchar contra la Covid-19.
«Llegó un momento en el que quería más y decidí irme a probar suerte a Colombia. Yo había vivido con una colombiana en Madrid, que es abogada, y me parecía un destino cercano. México, por ejemplo, me dio la impresión de que era demasiado grande. Me fui por tres meses, a ver qué conseguía. Ya sabes que cuando no esperas nada, la vida te da sorpresas. A los 20 días, hice un casting y conseguí mi primer personaje para la serie La Ronca de Oro, donde hice de Carmencita, el ama de llaves de Elenita. Al tiempo, entré en Impares, un remake de la que se hizo en España. Entonces me dije, vamos a apostar por esto y a lo tonto he ido empalmando proyectos durante siete años», señala en un banco de un paseo de Meloneras fantasma, con todos los establecimientos cerrados a cal y canto.
Una circunstancia, reconoce, ha supuesto un punto de inflexión para ella y para gran parte de los actores que hablan en castellano. «Durante estos años en Bogotá nació Netflix, que permite que todo lo que he hecho allí, se pueda ver aquí y en todo el mundo, como es el caso de La esclava blanca, La reina del Sur 2, o La reina de Indias», subraya.
«Desde La reina del Sur 2, donde coincidí con muchos compañeros españoles, me fui dando cuenta de lo que echo de menos mi país. Nuestras costumbres, nuestro sentido del humor... En la rutina del día a día no te das cuentas, pero cuando lo tienes cerca, sí que lo notas. Además, después hice Perdida, la de Antena 3, donde no solo los compañeros eran españoles, sino todo un equipo técnico que vino de España», asegura.
Cuando culminó el rodaje en Colombia de La reina de Indias, que transcurre en el año 1500, Aroha Hafez se vino de vacaciones a Gran Canaria. «Me iba un jueves a Bogotá y mi representante me avisa de que el miércoles me querían ver en Tenerife para un casting. Hice la prueba y me volví a Colombia. Estando en Bogotá me llamaron y me dijeron que me querían para otra prueba en Madrid. Y me cogieron para Hierro».
La imagen que se tiene en España de Colombia está marcada por los estereotipos y las producciones audiovisuales. El narcotráfico, con Pablo Escobar y el cartel de Cali como exponentes, la guerrilla, las turbulencias políticas, la violencia callejera y poco más. La actriz grancanaria Aroha Hafez, que lleva siete años afincada en Bogotá, aporta su conocedora visión de este país suramericano.
«Es espectacular. Me faltan zonas por conocer, pero cada vez que descubro una nueva, es mejor que la anterior, que ya era fantástica. Ahora, gracias a las series de época que he rodado, he descubierto lugares casi inaccesibles, que son maravillosos. La reina de Indias, cuenta la historia de la india Catalina que fundó Cartagena. Mi personaje está en Santo Domingo, cuando ni siquiera se había descubierto Colombia. Por eso rodamos en lugares paradisiacos, donde en kilómetros no hay ni un poste de luz», explica.
Hafe vive en Bogotá. «Es una ciudad en la que se vive bien. Lo peor es el clima, casi siempre está nublado y en invierno es muy fría, y el tráfico, porque es inmensa. Yo vivo en la montaña y solo voy al centro para trabajar, porque de raíz, tienes hora y media de atasco para la ida y lo mismo para la vuelta», asegura.
Dice que nunca le ha pasado nada, aunque como sucede en toda las grandes poblaciones, conviene ser precavido. «Hay que tener cuidado y no dar papaya, como se dice allí. Es decir, que no des motivos. Si lo haces, lo llaman un papayazo», comenta. «El gran problema allí es que existe una gran desigualdad. Te rompe el corazón. Ves niños que no tienen para comer, tirados en las calles, y otros que lo tienen todo con coches de altísima gama, blindados», añade.
El rostro se le ilumina a Aroha Hafez cuando se le pregunta sobre el desarrollo del rodaje de la segunda temporada de Hierro, hasta que se suspendió tras decretarse el estado de alarma en todo el país para frenar la pandemia del coronavirus.
«La historia y el equipo son una maravilla. Eso hace que la serie sea muy especial. Se trabaja con mucha sintonía y ganas. Al ser una isla tan pequeña, se genera un ambiente muy especial en el equipo de rodaje, porque ayuda a que nos conozcamos mejor. Por eso nos estábamos dejando el alma en el rodaje», explica.
Confiesa que no tiene miedo de regresar al trabajo, a pesar de la pandemia. «Las medidas establecidas son súper estrictas. Se respetarán a rajatabla, tanto por la seguridad del equipo como por la de los herreños. Tenemos la suerte de que la isla tiene unas condiciones privilegiadas para que podamos volver a trabajar. Volvemos con mucha ilusión para acabarla bien», avanza sobre un rodaje cuyo reinicio está previsto para mediados de junio.
Sobre su rol en esta segunda temporada, la actriz grancanaria solo desvela una pequeña pincelada. «Se abre una trama sobre un litigio por una custodia de menores, entre mi personaje y su ex esposo, al que da vida Matías Varela», avanza.
Reconoce que hasta ahora no había trabajado con este actor hispano-sueco, que se hizo muy famoso por su papel en la serie Narcos, de Netflix, «aunque tenemos muchos amigos en común».
Aroha Hafez no había estado antes en la isla de El Hierro. «La conocía por la serie que vi en Colombia. No lo sé explicar, pero la isla tiene una energía muy especial. Te mete un meneo desde que la pisas... que te engancha», asegura en Maspalomas, con una amplia sonrisa.
Cuando se paralizó en marzo el rodaje, una parte del equipo tuvo que esperar unos días para poder abandonar la isla. Otros, se quedaron en El Hierro y allí seguirán hasta que finalice la segunda tanda de trabajo.
El caso de Aroha Hafez fue distinto. «El día 12 de marzo, terminaba una tanda de rodaje y me venía para Gran Canaria con unos compañeros, con la idea de regresar a El Hierro, diez días después. Tenía el disfraz preparado para ir en una carroza en los carnavales del Sur, que se suspendió. Dudé si quedarme o volver a Bogotá, siempre con las dudas de si yo era portadora o no del virus y de si después no podría venirme desde allí hasta Canarias. Así que me quedé. Siempre tuve fe de que se reanudaría pronto el rodaje. En Maspalomas he aprovechado para reencontrarme con la familia y recolocarme interiormente», confiesa.
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