Cinco películas con aroma a patriotismo
Ahora que España vive días turbulentos a cuenta del desafío soberanista catalán, también se puede reflexionar sobre ese conflicto pasando horas ante la pantalla y repasando películas que, de una u otra manera, analizan qué hay detrás de palabras tan repetidas en estas fechas como independencia, patriotismo, nación, revolución o rebelión. Avisamos al lector que hay para todos los gustos -o casi- y para todas -o casi todas- las ideologías.
Francisco Suárez Álamo y / Las Palmas de Gran Canaria
Viernes, 6 de octubre 2017, 20:28
Senderos de gloria
Tres décadas tardó en estrenarse en España esta obra maestra de Stanley Kubrick, filmada en 1957. Pero no solo en España, sino en medio mundo. ¿Por qué? Porque su discurso antimilitarista y contra el patriotismo de bandera y cuartel escocía mucho. En Francia, por ejemplo, la censura fue tan dura o más que la española. Cuenta las miserias del Ejército galo en la Primera Guerra Mundial y para la historia del cine ha quedado la conversación entre dos mandos militares en la que el personaje encarnado magistralmente por Kirk Douglas advierte sobre lo que suele ocultar el recurso al patriotismo. Que cada uno saque sus conclusiones.
Revolución
En su día (1985) fue un gran fracaso de taquilla y recibió palos de la crítica pero vale la pena recuperarla para ver cómo un tipo ajeno a los conflictos políticos se ve metido de repente en nada menos que la Guerra de Independencia que dio lugar al nacimiento de Estados Unidos. O sea, banderas que van y vienen, tensiones y héroes repentinos. Al Pacino, sobreactuado como casi siempre, comparte cartel con Nastassja Kinski, que pone el contrapunto. Dirigió Hugh Hudson, que no levantó cabeza tras el fiasco.
Braveheart
Mel Gibson, tan radical él, se ganó en 1995 la gloria de Hollywood y del mundo del cine en general con esta película sobre las andanzas de William Wallace, el líder independentista escocés. La arenga a sus correligionarios mientras está subido a caballo se suele utilizar para agitar sentimientos patrióticos. Otra cosa es cómo acabaron los ingleses con Wallace: ejecutado tras una sesión de tortura ciertamente sádica que incluyó su arrastre por un caballo a lo largo de Londres, para luego ser ahorcado, descolgado del cadalso antes de morir, castrado, eviscerado (muy refinado, le sacaban las vísceras intentando dejarlo vivo el máximo tiempo posible), descuartizado y exhibidos los trozos en varias localidades. Como para después ir a casa a cenar un plato de casquería...
Cromwell
En 1970, el cine británico se atrevió, en una superproducción, a contar la vida de uno de sus personajes históricos más controvertidos. Para unos, Cromwell fue un defensor de la libertad; para otros, un dictador en toda regla. La película refleja las contradicciones de un político que transita entre la lucha contra la tiranía y la convicción de que, para conseguir lo que se proponía, tenía que convertirse en un líder autoritario. La secuencia del Parlamento secuestrado por el rey vale la pena revisarla a la vista de los acontecimientos. Y que cada uno saque sus conclusiones. Para un personaje tan excesivo, nada mejor, y así fue, que un actor igualmente histriónico como Richard Harris. Claro que lo más acertado de la película fue la interpretación de Alec Guinness como el rey Carlos I. Y es que con sir Alec no se podía esperar menos.
El nacimiento de una nación
Un buen ejemplo de cómo la línea entre lo políticamente correcto y lo incorrecto es muy confusa, difusa y ciertamente obtusa. Dirigida en 1915 por David W. Griffith, la película siempre se ha incluido en los libros que repasan la historia del cine como un hito por la capacidad del director para innovar y sentar cánones del género de acción, bélico y, sobre todo, épico, que aún siguen vigentes. Pero eso no obsta para que sea una película racista a más no poder, donde el supremacismo es evidente y donde el Ku Klux Klan forma parte de los buenos.